~Ojos que no ven...~
Ayer me pasó algo interesante en el V, un auténtico New York moment. Resulta que iba de camino al trabajo. Serían las 8.45 y, para no variar, estaba aún medio dormida, sin saber muy bien hacia donde van mi vida o el metro, sólo espero que me lleven a mi destino. En la 23 se montó un señor ciego, con su bastoncito blanco y sus gafas oscuras. Se monta, nadie le ayuda y se dirige hacia donde estoy sentada, por lo que me levanto y le pregunto:
-Would you like to sit down?
-Yes, please.
Total que lo siento a mi lado, porque hay un asiento vacío, y el buen hombre se me gira y me pregunta:
-¿De dónde tu ere?
Me quedo un poco cortada y le digo que soy de España... ¡pa qué! Que que fino hablas, me encanta como hablas español (¿fino?¿yoooooo?). De España, me encanta España, yo soy de Puerto Rico, y qué fino hablas (y dale, con que hablo fino...). Pero lo mejor es que el buen hombre empieza a pasarme revista... A ver ¿de qué color tienes el pelo? Oscuro, ¿y los ojos? Oscuros, también. Vamos, como que hubiese importado mucho que le dijese que era rubia nórdica y que mido metro-ochenta o que soy bajita y regordeta a la Sancho Panza... tampoco se iba a enterar mucho el buen hombre y tampoco es que esto fuese el final de Casablanca y yo le fuese a decir al final de mi trayecto "Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship." Pero nada, el hombre seguía empeñado (y sólo vamos por la 34, no veas cómo le cunde el tiempo a este hombre en una parada, y me quedan 3 paradas más...) en ver si podía ligar conmigo (y eso que lo primero que me preguntó es que si estaba casada, y yo le dije que sí). Al buen hombre, además no le importó que estuviese casada, me pasó su tarjeta y me pidió que le llamara cuando tu marido no esté delante.
La verdad es que es alucinante cómo es alguna peña... En ciero modo, me da pena porque te muestra la soledad que pasan algunas criaturas en este planeta, y me imagino que al buen hombre se le animaría el día, pero por otro lado ¡qué morro y qué plomo de tío! Y es que creo que tengo un don para que se me peguen todos los destroyers del planeta...
Ayer me pasó algo interesante en el V, un auténtico New York moment. Resulta que iba de camino al trabajo. Serían las 8.45 y, para no variar, estaba aún medio dormida, sin saber muy bien hacia donde van mi vida o el metro, sólo espero que me lleven a mi destino. En la 23 se montó un señor ciego, con su bastoncito blanco y sus gafas oscuras. Se monta, nadie le ayuda y se dirige hacia donde estoy sentada, por lo que me levanto y le pregunto:
-Would you like to sit down?
-Yes, please.
Total que lo siento a mi lado, porque hay un asiento vacío, y el buen hombre se me gira y me pregunta:
-¿De dónde tu ere?
Me quedo un poco cortada y le digo que soy de España... ¡pa qué! Que que fino hablas, me encanta como hablas español (¿fino?¿yoooooo?). De España, me encanta España, yo soy de Puerto Rico, y qué fino hablas (y dale, con que hablo fino...). Pero lo mejor es que el buen hombre empieza a pasarme revista... A ver ¿de qué color tienes el pelo? Oscuro, ¿y los ojos? Oscuros, también. Vamos, como que hubiese importado mucho que le dijese que era rubia nórdica y que mido metro-ochenta o que soy bajita y regordeta a la Sancho Panza... tampoco se iba a enterar mucho el buen hombre y tampoco es que esto fuese el final de Casablanca y yo le fuese a decir al final de mi trayecto "Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship." Pero nada, el hombre seguía empeñado (y sólo vamos por la 34, no veas cómo le cunde el tiempo a este hombre en una parada, y me quedan 3 paradas más...) en ver si podía ligar conmigo (y eso que lo primero que me preguntó es que si estaba casada, y yo le dije que sí). Al buen hombre, además no le importó que estuviese casada, me pasó su tarjeta y me pidió que le llamara cuando tu marido no esté delante.
La verdad es que es alucinante cómo es alguna peña... En ciero modo, me da pena porque te muestra la soledad que pasan algunas criaturas en este planeta, y me imagino que al buen hombre se le animaría el día, pero por otro lado ¡qué morro y qué plomo de tío! Y es que creo que tengo un don para que se me peguen todos los destroyers del planeta...
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