~Según el cristal con el que se mire ~
Pues éstas son las vistas de las que disfruté mientras me tomaba un cafelillo en La Galerna. Por fin llegué a Nueva York, casi casi que no llego a comerme el famoso pavo (tengo una sobredosis ahora mismo, y es que tenemos pavo de sobra para alimentar a todos los colonos que llegaron en el Mayflower a joder a los indígenas...).
Total, que como el miércoles me cancelaron el vuelo (sé que hay gente que si lee esto en Málaga, me matan por no haber llamado a nadie, pero es que estaba muerta), el miércoles me lo tiré en casita descansando y leyendo. El jueves, con las bullas de que tenía que estar en casa para la cena (vamos, desayuno en Málaga, tapitas en Barajas y cena en Brooklyn, oiga lo last) ya me veía yo tirada en Barajas... Efectivamente, salí de Málaga bien, me cambié de terminales bien.., esta vez sin el autobusito de Iberia, y cuando llego a mi terminal, resulta que el vuelo se había retrasado un par de horas. Al menos estaba mejor que la gente que volaba a Lima, que se lo habían cancelado el día anterior (como a mí) y se lo había retrasado más de 6 horas, y estaba por confirmar. Así que me fui muy dispuesta a tomarme un pincho de tortilla y un vino por hacer tiempo (además el bar era el único sitio donde se podía fumar aparte de los nuevos "puntos para fumadores", unos cuadraditos de espacio mineusculo maracados por unas tiras azules en los que en el centro hay un ceniceros psicodélico y en el que no suele haber banquitos para que estos animales en peligro de extinción, los fumadores, podamos fumar a nuestras anchas (es un decir) y darle a Barajas mejor aire (es lo que te dicen por megafonía).
Bueno, salimos tarde de Barajas, el vuelo, tranquilo: películas aburridas y yo terminé de leerme la última de Elvira Lindo, Una palabra tuya, que me lo había prestado María hace tiempo y no había logrado meterle mano. Me lo leí enterito y me gustó, aunque el final no me gustó tanto y la verdad, me gustan mucho más sus Tintos de verano. Ya sé que no tienen nada que ver los unos con la otra, pero a mí los tintos me hicieron mucha gracia... Total que llegué a NY a las 6, en vez de a las 3.30 y nada, el rollo de siempre, pasa por Inmigracieon, vete al cuartito para que te pongan el sello en el pasaporte, vete a coger las maletas y pasa por aduanas y sal a la calle y cógete un taxi. Pensaba en cogerme el metro, pero estaba muerta y así sí que no llegaba a casa ni p'al humo de las velas. Llegué a casa y David estaba too emocionao cocinando el pavo y Edwin y Laurie ya llevaban un rato. La mesa puesta, preciosa, y Amanda llegó justo cunado yo llegaba... Papito vino con una amiga de su sobrina Roni, Tali, recien llegada de Israel y Cathy llegó con ellos también. Claro, la Tali y yo, a media cena con los ojos vueltos del cansancio, porque yo ya no sabía donde estaba, y es que eso del jetlag me está sentando a cuerno últimamente... Total, que mucha comida y muy buen rollo. Y un frío que pela....
Pues éstas son las vistas de las que disfruté mientras me tomaba un cafelillo en La Galerna. Por fin llegué a Nueva York, casi casi que no llego a comerme el famoso pavo (tengo una sobredosis ahora mismo, y es que tenemos pavo de sobra para alimentar a todos los colonos que llegaron en el Mayflower a joder a los indígenas...).
Total, que como el miércoles me cancelaron el vuelo (sé que hay gente que si lee esto en Málaga, me matan por no haber llamado a nadie, pero es que estaba muerta), el miércoles me lo tiré en casita descansando y leyendo. El jueves, con las bullas de que tenía que estar en casa para la cena (vamos, desayuno en Málaga, tapitas en Barajas y cena en Brooklyn, oiga lo last) ya me veía yo tirada en Barajas... Efectivamente, salí de Málaga bien, me cambié de terminales bien.., esta vez sin el autobusito de Iberia, y cuando llego a mi terminal, resulta que el vuelo se había retrasado un par de horas. Al menos estaba mejor que la gente que volaba a Lima, que se lo habían cancelado el día anterior (como a mí) y se lo había retrasado más de 6 horas, y estaba por confirmar. Así que me fui muy dispuesta a tomarme un pincho de tortilla y un vino por hacer tiempo (además el bar era el único sitio donde se podía fumar aparte de los nuevos "puntos para fumadores", unos cuadraditos de espacio mineusculo maracados por unas tiras azules en los que en el centro hay un ceniceros psicodélico y en el que no suele haber banquitos para que estos animales en peligro de extinción, los fumadores, podamos fumar a nuestras anchas (es un decir) y darle a Barajas mejor aire (es lo que te dicen por megafonía).
Bueno, salimos tarde de Barajas, el vuelo, tranquilo: películas aburridas y yo terminé de leerme la última de Elvira Lindo, Una palabra tuya, que me lo había prestado María hace tiempo y no había logrado meterle mano. Me lo leí enterito y me gustó, aunque el final no me gustó tanto y la verdad, me gustan mucho más sus Tintos de verano. Ya sé que no tienen nada que ver los unos con la otra, pero a mí los tintos me hicieron mucha gracia... Total que llegué a NY a las 6, en vez de a las 3.30 y nada, el rollo de siempre, pasa por Inmigracieon, vete al cuartito para que te pongan el sello en el pasaporte, vete a coger las maletas y pasa por aduanas y sal a la calle y cógete un taxi. Pensaba en cogerme el metro, pero estaba muerta y así sí que no llegaba a casa ni p'al humo de las velas. Llegué a casa y David estaba too emocionao cocinando el pavo y Edwin y Laurie ya llevaban un rato. La mesa puesta, preciosa, y Amanda llegó justo cunado yo llegaba... Papito vino con una amiga de su sobrina Roni, Tali, recien llegada de Israel y Cathy llegó con ellos también. Claro, la Tali y yo, a media cena con los ojos vueltos del cansancio, porque yo ya no sabía donde estaba, y es que eso del jetlag me está sentando a cuerno últimamente... Total, que mucha comida y muy buen rollo. Y un frío que pela....
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