~Golden Gloves~
Sé que a algunos de los lectores se van a quedar alucinados con que a servidora le guste el boxeo. Sí, aparte del teatro alternativo, el cine clásico, el arte moderno, la estética nipona y la literatura de vanguardia, a una le gusta el boxeo (junto con el fútbol, como ya sabéis).
Todo empezó hará un año. Un cliente de David, Jonathan, antiguo boxeador ahora metido en el mundo del cine alternativo, le invitó a su casa un sábado por la noche a ver una pelea que televisaban. A David, la verdad, es que el boxeo no le interesaba mucho y me preguntó si quería ir con él, no sé si por hacer bulto o por tener una excusa para irse antes si no le hacía el plan.
En mi vida había visto un combate antes y no me parecía que fuese el plan más divertido para un sábado noche: cógete el metro y vete a donde Cristo perdió las llaves en pleno Brooklyn, siéntate en una sala llena de testosterona a ver como dos tipos se majan vivos a puñetazos. Vamos, por no saber de boxeo, ni siquiera he visto Million Dollar Baby o Rocky (ésta última ya la he visto, porque David me dijo que era un clásico). David me convenció diciendome que sólo nos quedaríamos un rato. Además, Jonathan cocina de escándalo y tenía preparada toda una comida de estilo siciliano... Bueno, el boxeo me da igual, pero comida siciliana casera... hmmmm... Vamos, que una, tristemente, como diría Juvenal, es feliz con el panem et circenses, y como habréis observado, más con el panem que con los circenses.
Total, que allá que nos presentamos en casa de Jonathan en Bensonhurst, un barrio muy italiano de Brooklyn. La casa estaba llena de amigos, de vino y de cerveza y de hmmmmmm ¡comida casera!. A mí, la tele y el boxeo me daban igual, lo que me interesaba era la mozzarella fresca que Jonathan había comprado en el barrio (una de las mejores que he probado) y todos los platos que había en la mesa: pasta, embutidos (prosciutto en vez de jamón), ensalada, un tipo de pan que tiene jamón dentro, que aquí se llama lard bread (pan de manteca) y que en italiano se llama casatiello, y que por lo visto es un pan napolitano, típico de Pascua (Alicia, en el enlace hay receta en italiano, aunque estoy segura de que ya lo has cocinado). Vamos, toda una comida estupenda para el colesterol... Empieza el combate. Los chicos se emocionan delante de la tele. Ni me acuerdo de quienes eran los que se pegaban, sólo recuerdo que eran dos tipos grandes y yo con mi plato, que me había puesto púa y tampoco podía comer más. ¿Pues que haces? te pones a ver la tele con el resto del personal, que ellos sí que habían ido más por el combate, aunque tampoco le hacían ascos a la comida (que estaba, repito, de escándalo). Como era la única chica que está allí y como no me enteraba ni del NODO, los chicos empezaron a explicarme un poco de lo que iba la movida y de la técnica que tiene el boxeo, lo que vale, lo que no vale...
Así que cada vez que había un buen combate, Joanthan nos invitaba a su casa a verlos y yo me apuntaba (por la comida siempre) y los combates me empezaron a picar la curiosidad (aún me tapo los ojos de vez en cuando). Todavía me falta mucho por aprender de la técnica (que la tiene), y me llama la atención el que sea un deporte que saca algo muy primario (no siempre positivo) de uno.
El viernes por la noche se celebraba la última ronda de las semi-finales de los Golden Gloves y Jonathan nos consiguió entradas para ir a verlos. Jonathan nos explicó que los Golden Gloves son combates de aficionados y es parte de la cantera de la que salen boxeadores profesionales y de los que acaban boxeando en las olimpiadas.
Quedamos a las 6 en Gravesend, en la parada de Avenue U en nuestro F del alma, a un par de paradas de Coney Island, para ir a cenar a un restaurante siciliano, con estética tipo diner, Joe's of Avenue U, un restaurante al que Jonathan iba de pequeño con su abuela.
Vista de Joe's desde la estación de metro de Avenue U.
El restaurante está dividido en una zona que es como los precocinados, en los que puedes elegir platos al peso y llevártelos a casa y luego está el comedor. La comida estaba buenísima, totalmente casera y unas porciones demasiado grandes (como las que te pondría una auténtica nonna italiana). El menú, en siciliano y en inglés mostraba platos tradicionales sicilianos como pasta cchi sardi, pasta con sardinas e hinojo, o panelle, una especie de tortas fritas de garbanzos que en Joe's te las sirven en bocata de pan de sésamo con ricotta y parmigiano, o ensalada de pulpo (buenísima y que me recordó un poco a nuestra pipirrana de pulpo).
Panelle
Purpu ca nZalata
Pasta cchi sardi
Después de ponernos púos de comer y tomarnos el espresso para bajar esa burrada de comida (porque os vayáis a creer que nos cortamos un pelo y pedimos postre también), nos montamos en el coche de Jonathan y fuimos a Aviator Floyd Bennet Field, una especie de polideportivo/centro comercial en un antiguo aeropuerto, convertido en parque nacional.
El ambiente era interesante, porque este sitio parece ser lugar de reunión para adolescentes que van a patinar sobre hielo, hacer escalada, jugar al baloncesto o al hockey los fines de semana. La sala donde se celebrabran los Golden Gloves era una cancha de baloncento inmensa en la que se había puesto un ring en el centro y un montón de sillas alrededor del mismo. Muchísima gente, muchos de ellos familiares y amigos de los boxeadores, que hasta se habían traído niños pequeños.
Se celebraban 7 combates de 3 asaltos cada uno, de diferente duración, dependiendo del peso de los boxeadores. Los dos primeros combates eran de peso súper pesado, es decir que los boxeadores pesaban más de 91 kgs de peso, con 3 asaltos de 3 minutos cada uno. Los dos combates siguientes eran de chicas, peso súper-ligero, 4 asaltos de 2 minutos cada uno. Luego un combate de peso pluma masculino y para finalizar 2 combates de peso súper pesado.
Me llamó la atención que los pesos pesados aficionados son más rápidos que los profesionales que he visto en la tele. El primer combate estuvo bien y el segundo terminó en el segundo asalto, cuando el boxeador de origen francés, Abdelghani Bousmah, golpeó a us contrincante en el hombro y lo tuvieron que llevar al hospital.
Me dio la sensación de que las chicas parecían mucho más agresivas que los chicos y no sólo en el cuadrilatero. Había algunas que voceaban e insultaban a los árbitros, sobre todo en el penúltimo combate, que se hizo larguísimo, ya que el árbrito lo paraba todo el rato. El primer combate femenino lo ganó Julie Anne Kelly, una chica de ascendencia irlandesa, que según el artículo en el Daily News, tuvo, a los 22 años , la enfermedad de Hodgkin (cáncer en el tejido linfático) y que ha sobrevivido para convertirse en boxeadora aficionada. El último combate terminó nada más empezar: el polaco Adam Kownacki, que parecía tener bastantes seguidores, tiró abajo a su contrincante en menos de 10 segundos y su entrenador tiró la toalla. Al salir del recinto estaban todos los polacos esperándole en la puerta, cantando y aplaudiendo a su compatriota, un tipo del tamaño de un armario empotrado con el que no me pillaría bronca ni de coña.
La verdad es que fue una noche muy completita y muy distinta de cualquier otro viernes. No creo que vuelva a ir a muchos más comabtes en vivo, pero la experiencia fue muy interesante a todos los niveles: el ver un espectáculo en vivo, la reacción de los espectadores y ni os cuento de la cena, que no me importaría repetir.
Por cierto, si a algun@ le interesa el boxeo, recomendaros un documental muy interesante y muy bien hecho, When We Were Kings, que muestra el combate que se celebró en 1974 en Zaire (ahora República Democrática del Congo) entre Muhammad Ali y George Foreman.
Y para los que quieran ir a cenar comida siciliana casera en Brooklyn:
Joe's of Avenue U
287 Avenue U,
Brooklyn, NY 11223
Tel: (718) 449-9285
Sé que a algunos de los lectores se van a quedar alucinados con que a servidora le guste el boxeo. Sí, aparte del teatro alternativo, el cine clásico, el arte moderno, la estética nipona y la literatura de vanguardia, a una le gusta el boxeo (junto con el fútbol, como ya sabéis).
Todo empezó hará un año. Un cliente de David, Jonathan, antiguo boxeador ahora metido en el mundo del cine alternativo, le invitó a su casa un sábado por la noche a ver una pelea que televisaban. A David, la verdad, es que el boxeo no le interesaba mucho y me preguntó si quería ir con él, no sé si por hacer bulto o por tener una excusa para irse antes si no le hacía el plan.
En mi vida había visto un combate antes y no me parecía que fuese el plan más divertido para un sábado noche: cógete el metro y vete a donde Cristo perdió las llaves en pleno Brooklyn, siéntate en una sala llena de testosterona a ver como dos tipos se majan vivos a puñetazos. Vamos, por no saber de boxeo, ni siquiera he visto Million Dollar Baby o Rocky (ésta última ya la he visto, porque David me dijo que era un clásico). David me convenció diciendome que sólo nos quedaríamos un rato. Además, Jonathan cocina de escándalo y tenía preparada toda una comida de estilo siciliano... Bueno, el boxeo me da igual, pero comida siciliana casera... hmmmm... Vamos, que una, tristemente, como diría Juvenal, es feliz con el panem et circenses, y como habréis observado, más con el panem que con los circenses.
Total, que allá que nos presentamos en casa de Jonathan en Bensonhurst, un barrio muy italiano de Brooklyn. La casa estaba llena de amigos, de vino y de cerveza y de hmmmmmm ¡comida casera!. A mí, la tele y el boxeo me daban igual, lo que me interesaba era la mozzarella fresca que Jonathan había comprado en el barrio (una de las mejores que he probado) y todos los platos que había en la mesa: pasta, embutidos (prosciutto en vez de jamón), ensalada, un tipo de pan que tiene jamón dentro, que aquí se llama lard bread (pan de manteca) y que en italiano se llama casatiello, y que por lo visto es un pan napolitano, típico de Pascua (Alicia, en el enlace hay receta en italiano, aunque estoy segura de que ya lo has cocinado). Vamos, toda una comida estupenda para el colesterol... Empieza el combate. Los chicos se emocionan delante de la tele. Ni me acuerdo de quienes eran los que se pegaban, sólo recuerdo que eran dos tipos grandes y yo con mi plato, que me había puesto púa y tampoco podía comer más. ¿Pues que haces? te pones a ver la tele con el resto del personal, que ellos sí que habían ido más por el combate, aunque tampoco le hacían ascos a la comida (que estaba, repito, de escándalo). Como era la única chica que está allí y como no me enteraba ni del NODO, los chicos empezaron a explicarme un poco de lo que iba la movida y de la técnica que tiene el boxeo, lo que vale, lo que no vale...
Así que cada vez que había un buen combate, Joanthan nos invitaba a su casa a verlos y yo me apuntaba (por la comida siempre) y los combates me empezaron a picar la curiosidad (aún me tapo los ojos de vez en cuando). Todavía me falta mucho por aprender de la técnica (que la tiene), y me llama la atención el que sea un deporte que saca algo muy primario (no siempre positivo) de uno.
El viernes por la noche se celebraba la última ronda de las semi-finales de los Golden Gloves y Jonathan nos consiguió entradas para ir a verlos. Jonathan nos explicó que los Golden Gloves son combates de aficionados y es parte de la cantera de la que salen boxeadores profesionales y de los que acaban boxeando en las olimpiadas.
Quedamos a las 6 en Gravesend, en la parada de Avenue U en nuestro F del alma, a un par de paradas de Coney Island, para ir a cenar a un restaurante siciliano, con estética tipo diner, Joe's of Avenue U, un restaurante al que Jonathan iba de pequeño con su abuela.
Vista de Joe's desde la estación de metro de Avenue U.
El restaurante está dividido en una zona que es como los precocinados, en los que puedes elegir platos al peso y llevártelos a casa y luego está el comedor. La comida estaba buenísima, totalmente casera y unas porciones demasiado grandes (como las que te pondría una auténtica nonna italiana). El menú, en siciliano y en inglés mostraba platos tradicionales sicilianos como pasta cchi sardi, pasta con sardinas e hinojo, o panelle, una especie de tortas fritas de garbanzos que en Joe's te las sirven en bocata de pan de sésamo con ricotta y parmigiano, o ensalada de pulpo (buenísima y que me recordó un poco a nuestra pipirrana de pulpo).
Panelle
Purpu ca nZalata
Pasta cchi sardi
Después de ponernos púos de comer y tomarnos el espresso para bajar esa burrada de comida (porque os vayáis a creer que nos cortamos un pelo y pedimos postre también), nos montamos en el coche de Jonathan y fuimos a Aviator Floyd Bennet Field, una especie de polideportivo/centro comercial en un antiguo aeropuerto, convertido en parque nacional.
El ambiente era interesante, porque este sitio parece ser lugar de reunión para adolescentes que van a patinar sobre hielo, hacer escalada, jugar al baloncesto o al hockey los fines de semana. La sala donde se celebrabran los Golden Gloves era una cancha de baloncento inmensa en la que se había puesto un ring en el centro y un montón de sillas alrededor del mismo. Muchísima gente, muchos de ellos familiares y amigos de los boxeadores, que hasta se habían traído niños pequeños.
Se celebraban 7 combates de 3 asaltos cada uno, de diferente duración, dependiendo del peso de los boxeadores. Los dos primeros combates eran de peso súper pesado, es decir que los boxeadores pesaban más de 91 kgs de peso, con 3 asaltos de 3 minutos cada uno. Los dos combates siguientes eran de chicas, peso súper-ligero, 4 asaltos de 2 minutos cada uno. Luego un combate de peso pluma masculino y para finalizar 2 combates de peso súper pesado.
Me llamó la atención que los pesos pesados aficionados son más rápidos que los profesionales que he visto en la tele. El primer combate estuvo bien y el segundo terminó en el segundo asalto, cuando el boxeador de origen francés, Abdelghani Bousmah, golpeó a us contrincante en el hombro y lo tuvieron que llevar al hospital.
Me dio la sensación de que las chicas parecían mucho más agresivas que los chicos y no sólo en el cuadrilatero. Había algunas que voceaban e insultaban a los árbitros, sobre todo en el penúltimo combate, que se hizo larguísimo, ya que el árbrito lo paraba todo el rato. El primer combate femenino lo ganó Julie Anne Kelly, una chica de ascendencia irlandesa, que según el artículo en el Daily News, tuvo, a los 22 años , la enfermedad de Hodgkin (cáncer en el tejido linfático) y que ha sobrevivido para convertirse en boxeadora aficionada. El último combate terminó nada más empezar: el polaco Adam Kownacki, que parecía tener bastantes seguidores, tiró abajo a su contrincante en menos de 10 segundos y su entrenador tiró la toalla. Al salir del recinto estaban todos los polacos esperándole en la puerta, cantando y aplaudiendo a su compatriota, un tipo del tamaño de un armario empotrado con el que no me pillaría bronca ni de coña.
La verdad es que fue una noche muy completita y muy distinta de cualquier otro viernes. No creo que vuelva a ir a muchos más comabtes en vivo, pero la experiencia fue muy interesante a todos los niveles: el ver un espectáculo en vivo, la reacción de los espectadores y ni os cuento de la cena, que no me importaría repetir.
Por cierto, si a algun@ le interesa el boxeo, recomendaros un documental muy interesante y muy bien hecho, When We Were Kings, que muestra el combate que se celebró en 1974 en Zaire (ahora República Democrática del Congo) entre Muhammad Ali y George Foreman.
Y para los que quieran ir a cenar comida siciliana casera en Brooklyn:
Joe's of Avenue U
287 Avenue U,
Brooklyn, NY 11223
Tel: (718) 449-9285
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