~Yes, London. You know: fish, chips, cup 'o tea, bad food, worse weather, Mary fucking Poppins... LONDON.~
Vaya viajecito... Todo lo que nos podía salir mal, salió, pero por lo menos ya estamos en mi Málaga gitana, tomándonos unos tintos de verano y disfrutando de la tranquilidad que se respira por aquí.
Total, que salimos de Nueva York el miércoles por la tarde, con la premonición de que el viaje sería un lío, ya que teníamos que hacer escala en Heathrow y conciendo lo gafaos que me salen a mí los viajes...
Para no variar, David y yo salimos tarde de casa y llegamos a JFK por los pelos... Nada, facturamos las maletas y sin tiempo ni para fumarnos el último cigarro, nos fuimos pitando para pasar el control de seguridad... Registro de bolsos, quítate los zapatos, ponte los zapatos otra vez, corre por los pasillos, mierda, han cambiado la puerta de embarque, corre otra vez... bueno, pues con la lengua fuera y cargados con un par de revistas (la mía, gordísima y llenas de anuncios de mujeres photoshopeadas.. y lo que a mí me gustan esas revistas... too hay que decirlo...), nos montamos por fin en el avión. Nos relajamos, y el avión que no sale. Llaman por megafonía a tres pasajeros... Los tres reyes magos que no aparecen, por lo cual, nos quedamos sentaitos en nuestros asientos un par de horas, porque hay que descargar el maletero del avión y sacar las maletas de estos tres, por si acaso no estuviesen llenas de oro, incienso y mirra... Total, que una vez que sacaron las maletas de los tres hombres invisibles, despegamos de JFK con 2 horas y pico de retraso y volamos hacia Londres. La cena no estuvo muy allá y encima te cobraban $5 por el vino. Nos pedimos una botellita y luego, nuestro azafato, muy enrollao, nos regaló otra... Eso es lo que se llama tener enchufe o depender de la bondad de los desconocidos, que diría Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo.
Lo que iba a ser una escala relajada (ya que teníamos hora y pico para cambiarnos de terminal y tal vez tomarnos una cerveza... porque tú comprenderás que yo del café en Inglaterra, me estoy quitando) se convirtió en una carrera de obstáculos en la que tuvimos que sortear a viejecitas que se paseaban por las colas, a la espera de que les registrasen los bolsos; empleados de seguridad bordes y de mala leche; largas colas bajamdo y subiendo escaleras, ya que ningún ascensor ni ninguna escalera mecánica funcionaban; pantallas inexistentes que nos hubiesen dado una pista de dónde estaba nuestro avión y de cuál era la puerta de embarque... para llegar con la lengua fuera, justo cuando cerraban la puerta del avión, a nuestros asientos... ¡Lo conseguimos! Ya sentaditos en nuestros asientos, con una mala cara de no haber pegado ojo en en un día, nos relajamos y charlamos con la pasajera que teníamos al lado, una de esas encantadoras señoras mayores inglesas que seguro que a la que te descuides te pone arsénico en el té de las cinco...
Total, que llegamos al areopuerto de Málaga diez minutos más tarde de la hora prevista y cuando vamos a por las maletas, pues nada, esperando en la cinta a ver si salen. Porque claro, como no te dejan llevar nada encima, pues habrá que facturar las maletas, aunque vaya en contra de los principios de viaje de David. A mí, como que me da igual, porque prefiero no ir cargando con ellas, que además siempre las llevo llenas de trastos. Pues eso, que las maletas no salen. Menos mal que había otras cinco americanas (una de ellas, muy over-achiever, muy vamos a arreglarlo todo con un manager) a las que también les habían perdido las maletas... Claro, si llegamos al avión con la lengua fuera... pues las maletas se habrían quedado en Londres a pasar la hora del té. Nada, que encima no pueden localizar nuetras maletas, y nosotros que tenemos una boda el sábado y los trajes en la maleta... No sé si llamar a los novios y sugerirles una boda nudista... Pero bueno, al final, después de estar llamando horas a un teléfono de asistencia al cliente que no paraba de asistir a otros clientes, digo yo, porque no conseguí hablar con nadie, me volví para el aeropuerto para ver si hablando con un ser humano me daban una respuesta... ¡y allí estaban nuestras dos maletas, recién llegadas de Londres! ¡Qué alivio! Ya podemos salir a tomarnos un tinto de verano para celebrarlo...
Para la posteridad... Cito el final de la película Snatch
Customs official: Do you have anything to declare, sir?
Avi: Yeah. Don't go to England.
Y ahora, a por mi tinto de verano.
Vaya viajecito... Todo lo que nos podía salir mal, salió, pero por lo menos ya estamos en mi Málaga gitana, tomándonos unos tintos de verano y disfrutando de la tranquilidad que se respira por aquí.
Total, que salimos de Nueva York el miércoles por la tarde, con la premonición de que el viaje sería un lío, ya que teníamos que hacer escala en Heathrow y conciendo lo gafaos que me salen a mí los viajes...
Para no variar, David y yo salimos tarde de casa y llegamos a JFK por los pelos... Nada, facturamos las maletas y sin tiempo ni para fumarnos el último cigarro, nos fuimos pitando para pasar el control de seguridad... Registro de bolsos, quítate los zapatos, ponte los zapatos otra vez, corre por los pasillos, mierda, han cambiado la puerta de embarque, corre otra vez... bueno, pues con la lengua fuera y cargados con un par de revistas (la mía, gordísima y llenas de anuncios de mujeres photoshopeadas.. y lo que a mí me gustan esas revistas... too hay que decirlo...), nos montamos por fin en el avión. Nos relajamos, y el avión que no sale. Llaman por megafonía a tres pasajeros... Los tres reyes magos que no aparecen, por lo cual, nos quedamos sentaitos en nuestros asientos un par de horas, porque hay que descargar el maletero del avión y sacar las maletas de estos tres, por si acaso no estuviesen llenas de oro, incienso y mirra... Total, que una vez que sacaron las maletas de los tres hombres invisibles, despegamos de JFK con 2 horas y pico de retraso y volamos hacia Londres. La cena no estuvo muy allá y encima te cobraban $5 por el vino. Nos pedimos una botellita y luego, nuestro azafato, muy enrollao, nos regaló otra... Eso es lo que se llama tener enchufe o depender de la bondad de los desconocidos, que diría Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo.
Lo que iba a ser una escala relajada (ya que teníamos hora y pico para cambiarnos de terminal y tal vez tomarnos una cerveza... porque tú comprenderás que yo del café en Inglaterra, me estoy quitando) se convirtió en una carrera de obstáculos en la que tuvimos que sortear a viejecitas que se paseaban por las colas, a la espera de que les registrasen los bolsos; empleados de seguridad bordes y de mala leche; largas colas bajamdo y subiendo escaleras, ya que ningún ascensor ni ninguna escalera mecánica funcionaban; pantallas inexistentes que nos hubiesen dado una pista de dónde estaba nuestro avión y de cuál era la puerta de embarque... para llegar con la lengua fuera, justo cuando cerraban la puerta del avión, a nuestros asientos... ¡Lo conseguimos! Ya sentaditos en nuestros asientos, con una mala cara de no haber pegado ojo en en un día, nos relajamos y charlamos con la pasajera que teníamos al lado, una de esas encantadoras señoras mayores inglesas que seguro que a la que te descuides te pone arsénico en el té de las cinco...
Total, que llegamos al areopuerto de Málaga diez minutos más tarde de la hora prevista y cuando vamos a por las maletas, pues nada, esperando en la cinta a ver si salen. Porque claro, como no te dejan llevar nada encima, pues habrá que facturar las maletas, aunque vaya en contra de los principios de viaje de David. A mí, como que me da igual, porque prefiero no ir cargando con ellas, que además siempre las llevo llenas de trastos. Pues eso, que las maletas no salen. Menos mal que había otras cinco americanas (una de ellas, muy over-achiever, muy vamos a arreglarlo todo con un manager) a las que también les habían perdido las maletas... Claro, si llegamos al avión con la lengua fuera... pues las maletas se habrían quedado en Londres a pasar la hora del té. Nada, que encima no pueden localizar nuetras maletas, y nosotros que tenemos una boda el sábado y los trajes en la maleta... No sé si llamar a los novios y sugerirles una boda nudista... Pero bueno, al final, después de estar llamando horas a un teléfono de asistencia al cliente que no paraba de asistir a otros clientes, digo yo, porque no conseguí hablar con nadie, me volví para el aeropuerto para ver si hablando con un ser humano me daban una respuesta... ¡y allí estaban nuestras dos maletas, recién llegadas de Londres! ¡Qué alivio! Ya podemos salir a tomarnos un tinto de verano para celebrarlo...
Para la posteridad... Cito el final de la película Snatch
Customs official: Do you have anything to declare, sir?
Avi: Yeah. Don't go to England.
Y ahora, a por mi tinto de verano.
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