Vaya con la caló en NY

lunes, julio 21, 2008

~El patio de mi casa...~

Me partía el otro día con las experiencias de Daniel en su personal odisea para encontrar piso (aunque me imagino que a él no le haría tanta gracia no encontrarlo) y comentaba que Suiza hay mucho verde sin urbanizar. Personalmente, me toca mucho las narices el urbanismo sin ton ni son, hala, vamos a plantar edificios donde nos apetezca como si fuesen lechugitas... El más claro ejemplo de caos urbanístico lo viví en Beijing, a donde fui el año pasado a visitar a mi hermana. Es una ciudad que dentro de ese caos tiene su encanto y una energía vital increíble que casi casi supera la energía de NY. Pero te da pena ver como en cualquier huequito que pillen te plantan un rascacielos y luego otro y otro y otro más. Van destrozando los hutongs, las callejuelas del casco antiguo de Beijing (casi lo que sería nuestra C/ Granada pero con más callejuelas todavía), que es lo que le da encanto a Beijing y lo cambian por rascacielos y centro comerciales. Hombre, el hecho de que en un hutong varias familias tengan que compartir baño, no es de lo más apetecible (toda una aventura en sí, los baños públicos de Beijing), pero tengo que admitir que el poco romanticismo que me queda me hacía imaginarme una vida bohemia en una de esas casitas...

Lo digo porque se están cargando mi barrio de mala manera. Y me duele. Cuando me vine a vivir a Nueva York, me tiré el primer año viviendo, currando (y de juerga) en Manhattan. Todo era nuevo, entraba y salía por la ciudad, pero al tiempo, cuando ya vi que lo mío con esta ciudad iba para largo, decidí alquilar una habitación en Brooklyn, en casa de una amiga de una amiga, y... me enganché. Recuerdo esa tarde en la que vi la que sería mi primera casa en mi futuro barrio. No estaba yo muy convencida porque la habitación que alquilaba no era un dormitorio en sí, sino el comedor reciclado en dormitorio, con la puerta que daba a la cocina y bastante oscuro. Los que se convertirían en mis roommate eran agradables, pero era la primera vez que los veía en mi vida, y para colmo mi cuarto todavía tenía los trastos del antiguo inquilino: un músico que se fue de gira y nunca volvió a Brooklyn. Así que no estaba yo muy convencida de si me quedaba el cuarto o no (el precio era bueno, la roommmate era amiga de mi amiga, pero, claro, es que no es Manhattan...) cuando la roommate me dijo que por qué no le echaba un vistazo al barrio y me llevó al Promenade de Brooklyn Heights... me quedé alucinada... era casi como si estuviese sentada en el banco del póster de Manhattan de Woody Allen (aunque esa escena es del Queensboro Bridge) y me decidí: me quedo en Brooklyn. Desde entonces, éste ha sido mi barrio, como El Palo es mi barrio en Málaga.

Mi barrio se llama Carroll Gardens y era uno de los barrios al que llegaban los inmigrantes italianos. Tiene casas muy monas, los brownstones, que se llaman así por el tipo de piedra que tienen en la fachada, y algunos edificios de ladrillo de unas 3 ó 4 plantas. Vamos, un barrio tranquilo y pintoresco, con pocos ascensores, por no decir ninguno. Y se lo están cargando. La primera vez que me di cuenta fue una mañana que me levanto y empiezo a ver algo que crece delante de mi ventana, una monstruosidad de andamios que no habíamos visto antes porque está detrás de la casa enfrente de la mía... y nada, que sigue creciendo... tengo 11 plantas de hormigón delante de mi ventana. Y la cosa sigue. Justo al lado de la entrada de mi parada de metro han decidido construir otro de esos edificios, que no pega ni con cola en el barrio. Vamos, es como si decidiesen construir un edificio al estilo Mies van der Rohe en C/ Beatas. No tengo nada contra el buen arquitecto, de hecho, me gustan algunos de sus edificios, pero hay que reconocer que hay sitios en los que su estilo no pega ni con Supergen.

Los vecinos protestaron, pero no sirvió de nada... Ya han puesto vallas para proteger el solar a construir y aquello parece una carrera de obstáculos que tienes que sortear para llegar al metro (y encima por la mañana, que una suele ir medio dormida y de mal café). Para colmo, había una especie de placita justo a la entrada del metro y también nos la han quitado con tanto andamio. No era nada mona, para qué engañarnos, pero era perfecta para ver el metro llegar (justo después de mi parada el F deja de ser subterráneo), comprarte el periódico y quedar con gente. Nos la han quitado en menos de dos días y van a cerrar esa boca del metro por unos cuantos meses a partir del lunes 28 de julio. A todo esto se junta que era una boca de metro amplia que tiene mucho tráfico de gente que va y viene a todas horas. Así que a partir de ahora nos vamos a pegar de tortas para coger el metro por otra entrada que es chica pa reventá.

Podeis ver más fotos del patio de mi casa (y comentarios de la peña) en Pardon Me For Asking. Ahora sí que me a va a hacer falta mi Santa Cristina en termo para empezar la mañana...