Vaya con la caló en NY

domingo, julio 20, 2008

~La colada~

Domingo por la mañana, me pongo mi Santa Cristina (con hielo, porque hoy hace una caló...), me leo mi Sur por Internet (ohhh... Macy Gray canta esta noche en el Cervantes...) y pongo una lavadora mientras vagueo un poco.

Lo que parece algo de lo más natural, el poner una lavadora mientras te tomas el café, es casi un lujo aquí en Nueva York, porque la mayoría de los apartamentos no tiene lavadora en casa. Un problema de falta de espacio que se resuelve con los famosos laundromats, el sitio donde va la gente a hacer la colada en comunidad. Los hay en cada esquina y en los edificios que están bien, los laundromats están dentro del mismo edificio. De hecho, hace poco fui a casa de un conocido y tenían el laundromat en la misma planta que el gimnasio y así mientras pones la lavadora te haces unas pocas de abdominales...

Al principio, me llamó mucho la atención el tener que hacer la colada con la vecina en esas máquinas industriales y además a poco que te descuides y si es "hora punta", la gente te saca la colada de la lavadora, te la pone en uno de los carritos y mete la suya y luego llegas tú con la lengua fuera y te encuentras tu colada hecha una bolilla que te mira con cara de "me has dejao tirada". Más que nada, porque en Málaga, hasta el apartamento más chico tiene lavadora. Pero una se acostumbra a todo y lo acabas haciendo parte de tu rutina semanal.

Es de lo menos práctico que he visto en mi vida. Porque dime tú la gracia que te hace pasarte una hora y media o dos horas de tu sábado o tu domingo esperando a que se haga la colada. Cógete un saco de ropa de una semana (y como seáis 2, vas listo, porque el saquito pesa), tu detergente, tu suavizante y el suavizante en papel (que se mete en la secadora para que se le vaya la electricidad estática a la ropa) y tu monederito lleno de quarters (sí, igual que las monedas de 5 duros de toda la vida) que has estado coleccionando durante la semana para poder hacer la colada. Preséntate en el laundromat y reza para que no esté hasta los topes y puedas cogerte 2 lavadoras (la de ropa blanca y la de color) y ponerte a hacer la colada. Las programas, una media hora por lavadora, y nada, a esperar. Normalmente la gente se va del sitio, porque con tanta lavadora y tanta secadora, aquello suele ser como una sauna, y o bien te vas a casa, si vives cerca, o si hace bueno (muchos de los laundromats tienen sillas en la calle), te sientas a leer fuera mientras esperas a que tu colada se haya lavado. A la media hora, vuelves pa'dentro y sacas la colada de la lavadora y te las ves y te las deseas para que haya una secadora libre en la que puedas meter tu colada para que se seque. Dependiendo de la cantidad de ropa que tengas, puedes echar otros 45 minutos a una hora para que la ropa se seque. Luego la sacas y ahí mismo tienen unas mesas grandes para que puedas doblar tu ropita (siempre se te extravía algún calcetín o te aparece alguna prenda de vestir que sabes que no es tuya) y llevártela a casa. Sí, es una experiencia New York total, y no, nunca me he topado con el tío buenorro del anuncio de los Levi's que se quita los vaqueros tal cual en el laundromat.

Lo que pasa es que a nosotros, aparte de la incomodidad, nos acababa saliendo la colada súper cara, porque los dos laundromats de nuestro barrio están estratégicamente ubicados enfrente de dos bares, así que mientras esperas a que se haga la colada, ¿por qué no echamos una cervecita? Hombre, así cualquiera comparte las tareas del hogá, pero claro, si te pones a hacer cuentas, la colada en sí sale por unos $8.00 (lavadora y secadora, aunque no estoy segura, igual ya es más caro, como ahora tenemos lavadora en casa, no estoy muy puesta) más las cervecitas que te tomes, que salen a $3.00 si es happy hour o a $6.00 si no es happy, y te echas al menos una o dos y como opino que las tareas de la casa hay que compartirlas, pues David opina que las cervezas también... Total que al final nos salía la dichosa colada semanal por unos $20.00 mínimo...

Menos mal que tenemos lavadora en casa y me puedo tomar las cervecitas, echar un rato con los vecinos, surfear por internet en pijama o ver una peli en casa mientras se hace la colada.

Creo que la señora del anuncio del detergente Gabriel me entendería perfectamente.