Vaya con la caló en NY

miércoles, julio 16, 2008

~Razones de peso~

Según el Feng Shui, el espacio que te rodea es un reflejo de cómo ves y cómo llevas la vida. De un modo hiper-simplificado (y que no se lo tomen a mal los que practican esta ciencia milenaria), si tienes calcetines, pijamas y zapatos en el cajón de la ropa interior, todos conviviendo como buenos hermanos, puede que seas pacifista, pero más que nada tu vida parece ser un caos total, porque ya me contarás que si tienes ese batiburrillo en un cajón como tendrás el resto.

Lo digo más que nada porque el armario puede llegar a ser uno de los motivos que haga a la gente decantarse por un apartamento u otro en Nueva York (es lo primero en lo que te fijas cuando andas buscando piso, porque a falta de armarios vas a tener que poner tus cosas en storage y me dirás tú a mí la gracia que te puede hacer tener que ir a buscar los abrigos de invierno cuando ya hace frío porque no tenías sitio en casa) y según las teorías del Feng Shui es también un reflejo de cómo ves la vida. Sin ir más lejos, hay gente que organiza su armario por piezas: los trajes por un lado, las camisas por otros; otros se organizan por colores; otros por combinaciones: traje de color oscuro con camisa azul, falda negra con top negro; y los hay, como yo, que se organizan el armario según el cristal por el que se mire. Me explico, mi minúsculo armario anda dividido según cómo me esté la ropa:

a) Ropa de "canija": aquellas prendas que sabes de sobra que no te caben, pero que son tan monas y están taaaaan rebajadas que caes en la trampa y te dices a ti misma: esto con un par de semanas a dieta y unas sesiones de gimnasio me está estupendo... jajaja... por eso acaba siempre en la parte de más al fondo del armario.

b) Ropa de "no estoy nada canija": son aquellas prendas que te compraste cuando "no pesan los años, sino los kilos" y cuando has perdido peso la quieres donar, pero al final cierta intuición (en algunos casos) o el "me da pena tirar cosas" (en otros) te hacen que te lo guardes (normalmente más al fondo del armario todavía). Como el espacio de armario es un bien tan preciado en la ciudad de Nueva York, normalmente acabas dándolo o quedándote con una o dos prendas. Nota al respecto: lo del armario inmenso (walking closet) de la película Sex and the City no lo he visto yo tan frecuentemente es esta ciudad... y mira que he visto apartamentos.

c) Ropa de "estoy normal, aunque podría perder un par de kilos", que es la que te está bien esta temporada.

Bueno, pues a pesar que el tema de la obesidad es un problema rampante en muchas ciudades de los Estados Unidos, ya que la vida sedentaria, la comida basura, las distancias y el amor al automóvil la hacen posible, en NY la gente parece estar más coincienciada (no todos, pero sí muchos), ya sea por motivos de belleza o de salud y los gimansios aquí están en cada esquina. Hombre, no es que esto sea como el Muscle Beach de Venice en California, pero sí que hay cadenas de gimnasios que hacen el agosto especialmente en estas fechas (hay que estar listo para ir a la playa) y en Año Nuevo (cuando todos hacen New Year's Resolutions de dejar de comer mal, de beber menos, aprender un idioma o ir al gimnasio).

Una mañana hace un par de semanas me di cuenta de que mi ropa de la categoría c) (ropa de "estoy normal") ya no me estaba tan normal como me había estado (es lo que hacen el invierno y la vida sedentaria) y me vi obligada a pasarme al plan de emergencia...¡Horror! Tengo que ponerme ropa de la clase b) (ropa de "no estoy nada canija"), ya que por razones obvias, la del tipo a) no me va a estar bien ni de coña. Esto es lo que ha hecho que me decidiese a ir al gimnasio que pago pero al que no voy...

Al principo me daba bastante corte admitir que estoy en tan baja forma, así que cuando iba, me ponía mi iPod y me iba a correr en el treadmill como un hámster para no tener que socializar demasiado mientras estás hecha un pingo. En algunos gimnasios tienen que poner un tope máximo de tiempo (media hora) en el uso de las máquinas cardiovasculares porque hay momentos en que se peta y tienes que esperar hasta poder utilizar una máquina. Las peores horas suelen ser temprano por la mañana (antes de ir a trabajar) y eso que la mayoría de los gimnasios abren a las 6 de la mañana y hasta te ofrecen clases a esa hora; la hora de comer (esta gente come sobre las 12-12.30) y justo después del trabajo.

No es que sea ave mañanera, así que intento ir después del trabajo y lo malo que tiene eso es que después de una jornada laboral intensa, vas con el macuto del gimnasio y te pita el móvil... tu amiga a la que no ves hace tiempo... oye, ¿te apetece que nos veamos?... Uy, es que voy al gimnasio, ¿podemos quedar mañana?... Mañana no puedo, tengo una reunión súper larga a última hora y no sé a qué hora termino... y te planteas...¿gimnasio? ¿o cerveza con mi amiga? ¿gimnasio o...? y ya sé que algunos se decantarían por el gimnasio, pero yo acabo yéndome de cervezas...

Pero hoy he decidido que no puedo seguir teniendo el tipo del muñeco Michelín, así que me he ido al gimnasio y me he metido en una clase de boxeo (noncontact, especifican) y nada, un entrenador, a ritmo de hip hop, nos ha puesto a saltar a la comba un cuarto de hora (me direis si no es tontería pagar una cuota mensual para que te pongan a saltar a la comba) mientras nos decía que sólo nos quedaban 10 minutos más... Luego a correr, a pegar uppercuts, a hacer abdominales... cómo he notado las puñeteras cervecitas... y si me pongo a pensarlo, encima mi gimnasio es de lo más light. Aquí hay otros que se lo toman súper en serio eso de hacer deporte, como el Stacy's Bootcamp, que se reunen en Central Park y en otros parques de NY a eso de 5.30 de la mañana con una entrenadora, la famosa Stacy, y que por lo visto te pone en forma en tres semanas con tres sesiones semanales. Miedo me da...

Y nada, seguro que mañana cuando me levante tendré agujetas hasta en las pestañas, y me acordaré de las atardeceres en los que me hacía el Paseo Marítimo andando de una punta a otra.