~El afilaoooor~
Este fin de semana nos dimos una vuelta por Dumbo, donde David tiene la oficina. Nos volvimos paseando por Brooklyn Heights, con sus brownstones, que te hacen pensar en una novela de Henry James o de Edith Wharton. De hecho, hay una manzana que aún tiene farolas de gas y se ve preciosa al atardecer, cuando las encienden.
Mientras nos paseábamos por Henry Street, vi este camión aparcado en la calle, que si no llega a ser por los coches que hay en la acera, podría tratarse de una foto de hace años. El camión de un afilador. Me recuerda a cuando era pequeña, que aparte del camión del frutero que se ponía debajo de casa en las tardes de verano, de vez en cuando llegaba el afilaaaoooooor, con su silbido especial y allá que bajaba la gente con sus cuchillos y tijeras. Este camión también me trajo recuerdos, que no vienen al caso, de la cuchillería, que no sé si sigue, en el Pasaje Chinitas. No sé, me imagino que hay cosas no cambian ni con el tiempo.
Este fin de semana nos dimos una vuelta por Dumbo, donde David tiene la oficina. Nos volvimos paseando por Brooklyn Heights, con sus brownstones, que te hacen pensar en una novela de Henry James o de Edith Wharton. De hecho, hay una manzana que aún tiene farolas de gas y se ve preciosa al atardecer, cuando las encienden.
Mientras nos paseábamos por Henry Street, vi este camión aparcado en la calle, que si no llega a ser por los coches que hay en la acera, podría tratarse de una foto de hace años. El camión de un afilador. Me recuerda a cuando era pequeña, que aparte del camión del frutero que se ponía debajo de casa en las tardes de verano, de vez en cuando llegaba el afilaaaoooooor, con su silbido especial y allá que bajaba la gente con sus cuchillos y tijeras. Este camión también me trajo recuerdos, que no vienen al caso, de la cuchillería, que no sé si sigue, en el Pasaje Chinitas. No sé, me imagino que hay cosas no cambian ni con el tiempo.
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