~Beijing~
Otras 3 horas más de Tokyo a Beijing. Aterrizamos a eso de las 9.30 de la noche del domingo. Era la primera vez que iba de viaje a un sitio en el que no me iba a enterar ni del NODO. Hace siglos que no hablo nada de chino y a pesar de que David y yo hayamos estado un par de semanas con los iPod de hable usted chino en 2 semanas, pues no es lo mismo para nada. El de inmigración tuvo su gracia. Por lo que pude entender y hablarle en mi chino-de-aquella-manera la conversación fue la siguiente:
-Hi! (sonrisa transpuesta de la Carolain que realmente no sabe qué decir, porque entre el jetlag y lo que impone la gente ésta detrás de una ventanilla, me salió ese neoyorkismo que se le está pegando a una).
-Ni hao (Hola. Cara seria del de inmigración. Probablemente pensando “no estamos en Estados Unidos, pardilla. Esto es la República Popular China”).
-Ni hao (Hola, en un intento de chino por mi parte, con acento andalú, of course. El hombre mira mi pasaporte, me mira a la cara y vuelve a mirar mi pasaporte)
-Ni shr si-pan-ia ren ma? (¿Eres española, mi alma? me pregunta con cara de que las cuentas no le cuadran y me hace un gesto con las manos, tirándose de los ojillos... vamos, que me ves cara de china, ¿no?)
-Shr. Uo pa-pa si-pan-ia ren, uo ma-ma chun-kuo-ren. (Vamos, que le cuento en la historia de mi vida en 2 segundos... mi padre es español y mi madre es china).
-ohhh... hao piao-li-an! (¡Qué mona! Bingo, he triunfao como los Chichos en agosto, me he ligao al de inmigración y encima me he enterao...)
-Shie-shie! (Gracias, salao. Y ahora ponme el sello en el pasaporte que tengo muchas ganas de ver a mi hermana).
Nada más salir de inmigración, lo primero que veo es un Starbucks... ¡mierda! hasta aquí ha llegado el capitalismo yanky. Me sobrepongo del disgusto y veo a mi hermanilla Nieves, que es lo más grande, esperándonos fuera... ¡Qué alegría más grande! Nos pegamos unos achuchones que está medio personal flipándolo. Nos montamos en un taxi y tiramos pa su hogá en el distrito de Dongchen. El taxi vuela por la autopista y me sorprende que mi primer trayecto en Beijing me recuerde a Málaga, a la autovía camino a El Palo desde el aeropuerto. Algunos de los edificios y la manera en la que están colocados me recuerdan totalmente a Huelin... ¿Será el jetlag o que estamos más globalizados de lo que pensaba?
Llegamos a su casa y vemos a su compañera de piso, Ivy, a la que ya conocimos en Nueva York. Nada, que desempaquetamos un poco y salimos otra vez al D22, el bar en el que curran Charles, un amigo de Málaga, que lleva ya 3 años aquí, y Nieves. Cuando llegamos había un concierto de jazz muy bueno. El garito está fenomenal, aunque los baños... les daremos el pase por el graffiti de Johnny Cash, the man in black. A media noche los del bar le sacaron a David una tarta, que cumple 31 en Beijing... la tarta venía con coronita rosa y todo, jajajaja. Nos tuvimos que ir al ratillo, porque estábamos hechos polvo.
Otras 3 horas más de Tokyo a Beijing. Aterrizamos a eso de las 9.30 de la noche del domingo. Era la primera vez que iba de viaje a un sitio en el que no me iba a enterar ni del NODO. Hace siglos que no hablo nada de chino y a pesar de que David y yo hayamos estado un par de semanas con los iPod de hable usted chino en 2 semanas, pues no es lo mismo para nada. El de inmigración tuvo su gracia. Por lo que pude entender y hablarle en mi chino-de-aquella-manera la conversación fue la siguiente:
-Hi! (sonrisa transpuesta de la Carolain que realmente no sabe qué decir, porque entre el jetlag y lo que impone la gente ésta detrás de una ventanilla, me salió ese neoyorkismo que se le está pegando a una).
-Ni hao (Hola. Cara seria del de inmigración. Probablemente pensando “no estamos en Estados Unidos, pardilla. Esto es la República Popular China”).
-Ni hao (Hola, en un intento de chino por mi parte, con acento andalú, of course. El hombre mira mi pasaporte, me mira a la cara y vuelve a mirar mi pasaporte)
-Ni shr si-pan-ia ren ma? (¿Eres española, mi alma? me pregunta con cara de que las cuentas no le cuadran y me hace un gesto con las manos, tirándose de los ojillos... vamos, que me ves cara de china, ¿no?)
-Shr. Uo pa-pa si-pan-ia ren, uo ma-ma chun-kuo-ren. (Vamos, que le cuento en la historia de mi vida en 2 segundos... mi padre es español y mi madre es china).
-ohhh... hao piao-li-an! (¡Qué mona! Bingo, he triunfao como los Chichos en agosto, me he ligao al de inmigración y encima me he enterao...)
-Shie-shie! (Gracias, salao. Y ahora ponme el sello en el pasaporte que tengo muchas ganas de ver a mi hermana).
Nada más salir de inmigración, lo primero que veo es un Starbucks... ¡mierda! hasta aquí ha llegado el capitalismo yanky. Me sobrepongo del disgusto y veo a mi hermanilla Nieves, que es lo más grande, esperándonos fuera... ¡Qué alegría más grande! Nos pegamos unos achuchones que está medio personal flipándolo. Nos montamos en un taxi y tiramos pa su hogá en el distrito de Dongchen. El taxi vuela por la autopista y me sorprende que mi primer trayecto en Beijing me recuerde a Málaga, a la autovía camino a El Palo desde el aeropuerto. Algunos de los edificios y la manera en la que están colocados me recuerdan totalmente a Huelin... ¿Será el jetlag o que estamos más globalizados de lo que pensaba?
Llegamos a su casa y vemos a su compañera de piso, Ivy, a la que ya conocimos en Nueva York. Nada, que desempaquetamos un poco y salimos otra vez al D22, el bar en el que curran Charles, un amigo de Málaga, que lleva ya 3 años aquí, y Nieves. Cuando llegamos había un concierto de jazz muy bueno. El garito está fenomenal, aunque los baños... les daremos el pase por el graffiti de Johnny Cash, the man in black. A media noche los del bar le sacaron a David una tarta, que cumple 31 en Beijing... la tarta venía con coronita rosa y todo, jajajaja. Nos tuvimos que ir al ratillo, porque estábamos hechos polvo.
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