~Narita, domingo, 11 de marzo~
Llegamos a Tokyo a la 1 de la tarde del domingo... y yo sin haber pegado ojo... era como si me hubiese ido de rave bakalero toda la noche, pero sin las pastillas y sin la música... Las gafas no hubisen venido mal, la verdad, porque vaya carita de azucena que llevaba encima. Como teníamos unas cuantas horas en Narita, decidimos ir a comer un algo. Flipé con la estética. Me encanta. Ahora entiendo porque mi Manuel está obsesionado con todo lo japonés (aparte de que nos encante comer sushi). Fuimos a comer unos fideos y otro plato típico japonés. Me encantó la cantidad de platos de plástico que tenían de muestra con el nombre en japonés y en un intento de inglés.
Lo que más me ralló fue lo de los cuartos de baño. Tienen dos tipos, los tradicionales: básicamente un boquete en el suelo, y los modernos, que son ultra modernos: con unos botones al lado y que según el botón que elijas, sale una musiquita para disimular aquellos ruidos que no queremos oir o un perfume para aquellos olores que no queremos oler... o bien un chorrillo de agua para limpiarte el trasero después de haber realizado la faena.
Llegamos a Tokyo a la 1 de la tarde del domingo... y yo sin haber pegado ojo... era como si me hubiese ido de rave bakalero toda la noche, pero sin las pastillas y sin la música... Las gafas no hubisen venido mal, la verdad, porque vaya carita de azucena que llevaba encima. Como teníamos unas cuantas horas en Narita, decidimos ir a comer un algo. Flipé con la estética. Me encanta. Ahora entiendo porque mi Manuel está obsesionado con todo lo japonés (aparte de que nos encante comer sushi). Fuimos a comer unos fideos y otro plato típico japonés. Me encantó la cantidad de platos de plástico que tenían de muestra con el nombre en japonés y en un intento de inglés.
Lo que más me ralló fue lo de los cuartos de baño. Tienen dos tipos, los tradicionales: básicamente un boquete en el suelo, y los modernos, que son ultra modernos: con unos botones al lado y que según el botón que elijas, sale una musiquita para disimular aquellos ruidos que no queremos oir o un perfume para aquellos olores que no queremos oler... o bien un chorrillo de agua para limpiarte el trasero después de haber realizado la faena.
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