Vaya con la caló en NY

lunes, marzo 19, 2007

~Trece martes, ni te cases ni te embarques~

Nos levantamos tarde y decidimos ver el Templo de los Lamas, Yonghe Gong, que está a una media hora andando de casa de Nieves. Como andábamos desmayaos, y el piso de Nieves es prácticamente un piso de “solteras”, pero de las que salen, porque en la nevera no hay nada, pues de camino al templo decidimos parar a comer en un restaurante chiquitito. Ahí nadie hablaba inglés, pero entre la parte de la Lonely Planet de Cómo pedir comida en chino y mi intento de chino, logramos pedirnos 2 birras y dos platos diferentes de fideos. No está mal. Luego nos dimos cuenta que los de al lado de nosotros estaban comiendo algo que parecía más interesante que lo nuestro.... (sopa de fideos con ternera), pero ya era demasiado tarde. Después de nuestro almuerzo, subimos por Yonghegong Dajie y llegamos al Templo de los Lamas, que es precioso. Es imponente la estatua de Buda de 18 metros esculpido en madera de sándalo. No se permite sacar fotos dentro del templo, así que esta imagen se nos quedará en la memoria.

Después nos vinimos para casa y descansamos un rato. Nos cogimos un taxi y nos fuimos a recoger a Nieves en el curre. Nieves nos llevó a un cybercafé, el Cafe de Niro en Sanlitun que está fenomenal. No me imaginaba que Beijing tendría sitios como éste: totalmente de diseño, y a pesar de que es un poquillo caro, es tranquilo, con música chill out en el que pudimos leer nuestros correos y ojear revistas mientras nos tomábamos un café.

Justo enfrente hay una tienda de DVDs y CDs. Entramos... ¡Error! Estábamos como niños delante de un kiosko... se nos caía la baba con todas las pelis y los CDs que veíamos. Picamos: David se compró The Departed, 2001 y un CD de Hotel Costes. Yo caí también y me compré otro CD de musiquita lounge. Pero no sería ésta nuestra única tentación. Después de la tienda de los CDs, Nieves nos llevó al mercado de Ya Show. A pesar de que me recomendaron ir al mercado de la seda, las compañeras de piso de Nieves me dijeron que éste es más barato y no tiene tantos turistas. Los vendedores son bastante agresivos y el regateo es fundamental. Al final no dañamos demasiado la cartera... Esperaremos unos días para atacar este sitio de nuevo. Tendremos que ir con Nieves, que es buenísima regateando... Yo con mi chino, o mejor dicho, mi falta de chino, puedo regatear, pero no tan bien como ella.

Cuando terminamos con nuestras compras, nos montamos en un taxi y fuimos al Nan Luo Gu Xiang hutong. Los hutong son los barrios antiguos de Beijing, con callejuelas y patios. y muchos de ellos están desapareciendo. Nieves nos llevó a cenar a Luogu, un restaurante con una comida estupenda. Unos cuantos de nuestros amigos de Nueva York que habían viajado por China nos dijeron que pasaríamos hambre aquí, ya que la comida no es buena. Totalmente equivocados. La comida aquí está fenomenal (puede ser también que Nieves sepa a qué sitios llevarnos, pero hasta ahora, incluso sin ella, hemos comido de escándalo). Tal vez un poco salada y le notas el efecto del MSG a los 10 minutos de haber terminado de comer, pero eso con un par de birras y botellines de agua baja que ni te enteras.

El restaurante estaba a tope y nos pusieron en un reservado con otra mesa en la que cuatro señores se estaban poniendo ciegos como piojos con baijiu, licor de no sabemos qué, que según Nieves es alcohol puro y duro. Algo que he notado muy diferente a Nueva York es que aquí se fuma en todas partes, incluso en los restaurantes. Tiene gracia, no hace mucho eso era la norma en Nueva York, y ya nos hemos acostumbrado a no fumar en locales públicos.

Cenamos fenomenal y tras despedirnos de nuestros compañeros, nos paseamos por el hutong y fuimos a un garito que frecuenta Nieves. El sitio era encantador, y me recordaba a algunas de las casas de campo de Coín. No sé, probablemente Nieves diga que no se parecen en nada, pero ese ambientillo, la tranquilidad, los muebles, me recordaban a tardes de café jugando a las cartas con mis amigos los coínos. Pasamos por una sala y nos llevaron a otra habitación pasando por un patio. Dos sillones rojos en forma de mano eran lo last. David se quedó frito y Nieves y yo charloteamos un rato hasta que nos fuimos a casa. Al salir vimos un gato muy salao. Me hizo pensar en Sam, The Dude y Dylan que están en casa,