Vaya con la caló en NY

miércoles, enero 07, 2009

~Taxi Driver~

En general soy una tía tranquila... nerviosilla, dirán algunos de los que me conocen, un poquito lianta, pero buena gente al fin y al cabo. Lo digo porque hoy me ha salido una vena de mala pipa impresionante, que hace que me plantee si soy más neoyorkina y menos malagueña de lo que creo que soy o si es al revés.

Si hay algo que aprecie de NY es la facilidad que tiene uno de pillar un taxi... Esos coches amarillos inmortalizados en películas y postales que cruzan la ciudad y que te llevan a tu destino. Claro, luego está el lado menos positivo: algunos van como kamikazes, otros te la quieren pegar y no van por donde les pides, que no encuentras taxis en hora punta o cuando llueve a mares... Pero bueno, creo que en todas partes cuecen habas y que hay taxistas buenos y taxistas no tan buenos, como en todas partes y te pones a pensar que si te tirases to el día metido en un taxi, aguantando a los estresados de turno (porque, a ver, ¿cuándo se coge un taxi? Pues cuando vamos con prisas porque vamos tarde a algún sitio o cuando vamos cargados con bolsas, así que el estado de ánimo del que coge el taxi no es siempre el mejor) y encima sortear el tráfico de Manhattan durante un chorrón de horas seguidas, es como para darle un premio a la paciencia a cualquiera.

Dicho esto, cada vez que me monto en un taxi, trato de ver el punto de vista del otro, hasta esta noche, en el que no sé si habrán sido las hormonas o que estaba más cansada de la cuenta que me ha salido la mala pipa y el que se la ha comido ha sido el taxista de turno.

Pues nada, que esta tarde salgo del curre súper tarde, cerca de las 9 de la noche y decido que después de una jornada laboral de casi 12 horas, a mi cuerpo serrano no le apetece casi una hora en metro, así que me pillo un taxi amarillo. Me pongo al lado de la carretera, con mi bracito izquierdo alzado (vamos, peli New York total, os haceis una idea, pero con menos glamour porque llevo puesto un plumón inmenso ya que hace frío y hay que tener la barriguita calentita) y nada, un taxi que tiene la luz amarilla encendida en lo alto (vamos, que está libre) se para y el taxista me pregunta algo.
Como una ya sabe de lo que va la movida, no contesto y me meto en el taxi.

Ya sentada, el taxista me pregunta qué para donde voy y le digo que para Brooklyn y me dice que no me lleva.

Respuesta de Carola (traducción libre del inglés, pero bueno, viene a ser lo mismo): "Pues si no me llevas, ¿por qué has parado? Sabes que el no llevarme es ilegal".

Respuesta del taxista: "Es que me queda una hora, sweetheart (inserte tono sarcástico aquí) y como voy para el Bronx luego, pues Brooklyn me queda a desmano". Mira, en otro momento de mi vida, probablemente me hubiese aguantado, me hubiese bajado del taxi, me hubiese acordao de to'os los muertos del taxista, y me hubiese quedado en la acera toda cabreada, confiando en la bondad de (algún taxi) desconocido, como Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo, que me llevase a casa. Pero esta noche no me apetecía. Además una cosa es que te llamen "mi alma" o "corazón" y otra es que el buen hombre tenga un mal día y me llame sweetheart cuando los dos sabemos que lo que quiere decir es justo lo contrario.

Así que intento hacerle entrar en razón, mientras hay otros coches pitando detrás de nosotros, porque este buen hombre se ha parado en mitad de la calle. "A ver, si no te queda nada, ¿por qué tienes la luz puesta? Pues haber encendido el Off Duty y así nos evitamos problemas. Además, si te queda una hora de curre, ¿qué más te da llevarme a Brooklyn? Son 20 minutos, el tiempo se te pasa volando, y seguro que pillas cliente de vuelta para Manhattan".

El taxista sigue en sus trece: "Te he dicho, sweetheart, que no voy para Brooklyn". Y dale con llamarme sweetheart. Pues ahora te vas a enterar lo sweet que es una... Vamos, yo también tengo que hacer cosas en el curre que no me apetecen, como todo hijo de vecino, y las hago, ¿no? ¿Te crees tú que te vas a salir con la tuya?

Sin inmutarme, le digo: "Vale, me bajo, pero como veo cuál es el número de tu medallion (es el número asignado a cada taxi que es el que llevan iluminado y que está dentro de cada taxi), antes de bajarme voy a llamar al 311 y les voy a decir que te has parado a recogerme y que ahora no quieres llevarme."

Llegué a casa en ese mismo taxi en 20 minutos. A pesar de que no cruzamos palabra en todo el viaje (me imagino que el que se estaría acordando de los muertos de una era, en este caso, el taxista) por haberle hecho pasar el mal rato decidí darle $2.00 de propina (un 10% del total).

No sé si considerar esto un arrebato New York o de El Palo. Tendremos que analizarlo.