Vaya con la caló en NY

miércoles, noviembre 18, 2009

~Dim Sum~

Llevo ya varias semanas sin escribir y no es porque una no quiera, pero esto de ser madre-proletaria es más complicado de lo que una podría haberse imaginado (estoy segura de que más de un@ comparte esto conmigo). Estas últimas semanas parece que mi vida está en repeat: levántate por la mañana; dúchate; vistéte; dale de comer a la enana; distráete con ella, que no tienes ganas de dejarla para irte a currar; una hora de metro; trabajo; sal del trabajo; otra hora de metro de vuelta para la casa; recoge a la microbia; disfruta un ratito de tu hija (es la mejor parte del día); dale la cena; báñala; acuéstala (la hora depende de lo que quiera cooperar); dile hola a tu marido, que el pobre tiene la paciencia de un santo y casi ha pasado a tener el papel de roommate; cenáis juntos; veis una peli (si no caeis muertos antes); a dormir y ¡repeat! Ojo, no me quejo, porque realmente merece la pena ver crecer a la enana, que cada día está más mona y más salá (amor de madre, ¿qué va a decir una?), pero conlleva un grado de organización extremo, del cual carezco, al menos en el lado personal de mi vida. Sí, soy capaz de organizarme en el trabajo, pero lo que es a la hora de organizarse en casa, eso es harina de otro costal.

Dicho esto, y que no sirva a modo de excusa, ya os habréis dado cuenta de que la cantidad de mis correrías neoyorkinas ha bajado bastante. Todavía intento salir a explorar, generalmente los fines de semana y la mayoría de las veces con Alaia, a la búsqueda de lugares curiosos, que estoy segura de que os gustarían o que os llamarían la atención tanto como a mí. El problema está en encontrar ese huequito de tiempo para contároslo. Una tiene la mejor de las intenciones: "Este sábado me levanto temprano y escribo un poco. Este sitio les va a encantar". Y llega el sábado y a una se le pegan las sábanas, aprovechando que la enana se ha quedado dormida después del biberón de las 6.30 de la mañana. Total, que uno por otro y la casa sin barrer.

Hace un par de semanas me entró mono de comida china, pero de la de verdad, de la que hay que bajar a Chinatown y en la que no sabes realmente lo que estás comiendo. En esos momentos, me pongo en contacto con nuestro amigo Chris, un chico de Taipei que, obviamente, domina tanto el idioma como los platos que nos presentan. Decidimos ir a 88 Palace, un restaurante que tiene más pinta de salón de bodas y de comuniones. Eso sí, todo estilo chino, con una pared al fondo de color rojo (el color de la felicidad) y el caracter , que aparece en la decoración tanto de año nuevo chino como en la decoración que se utiliza en las bodas y que se traduce como "doble felicidad". Las mesas, por supuesto, son redondas, ya que según el 風水, las mesas redondas, al no tener bordes, son más propicias para la armonía del hogar.

Total, que le mandé un mail a Chris y conseguimor reunir a 9 amigos para ir a comer 點心, que sería el equivalente chino de nuestras tapas, tal y como comenté en un post anterior. Así que, ni cortos ni perezosos, nos plantamos el sábado pasado a mediodía en East Broadway, camino de nuestro restaurante, que está ubicado bajo el puente de Manhattan.

Por el camino nos encontramos con el siguiente anuncio, que me hizo bastante gracia. Está visto que la globalización está por todas partes. Este local anuncia su menú del día en una especie de castellano, en inglés y en mandarín. El cartel (que hará las delicias de los puristas de la lengua del Cevantes, o al menos, les hará sonreir) anuncia lo siguiente:

Combo de Armuerzo

Pollo. Pescado Vegetal (pensaba que el pescado pertenecía al reino animal). huevo.
Carne de cerdo, carne deres (de res, vamos, de ternera) y
Chaumin (la versión hispana de 炒麵), etc... (cuando veo un etc... con puntos suspensivos en un menú, prefiero no preguntar)
Cualquiera 3 orden de esto
con arroz. A solo $3.75

No me diréis que no es un chollo, que por $3.75 te pongas las botas, con erratas y todo. Aunque todo hay que decirlo, si yo pudiese escribir en mandarín la mitad de bien que el castellano de este localito, pensaría que me ha tocado el bote de la Primitiva. La versión en inglés no tiene nada que ver con la que está en castellano, y me imagino que cualquier parecido de estas dos con la versión en mandarín será pura coincidencia. Eso sí, los precios siguen siendo los mismos, así que muy descaminados no andarán.

El dim sum es un tipo de comida china que lo podríamos casi comparar con nuestras tapas. En los restaurantes que sirven dim sum, se pasean con carritos con diferentes platillos y uno va escogiendo de lo que le ofrecen. Suelen ser muy variados y no son platos grandes. Lo mejor es ir con alguien que sepa bastante de comida china y que hable o cantonés o mandarín y también ir con un montón de gente para poder elegir más variedad y poder probar de todo.

El 88 Palace es uno de nuestros sitios favoritos para comer dim sum, que está en el centro del Chinatown de verdad, lejos de los bolsos y los relojes de imitación de Canal Street. Es un salón de banquetes que está bajo el puente de Manhattan, en el que los camareros se pasean por entre las mesas mostrándote los diferentes platos. Se paran, tratan de convencerte de que pidas todos, acabas negociando y eligiendo lo que quieres y te sellan una tarjeta que te dan por mesa con el número de platos que has elegido. Es como una versión china de lo que yo recuerdo que era El Tintero. Y así se va comiendo y eligiendo platos a medida que van pasando. Se mezclan los sabores, lo dulce con lo salado, y muchas veces la presentación esconde sabores insospechados que no parece que peguen nada con el look de la comida. Con Chris me atrevo a comer platos que en la vida pensé que probaría, como las patas de pollo, que no están tan mal tras la dentera inicial, pero que conllevan mucho trabajo, o la ensalada de medusa, que me encanta y que le da bastante no sé qué a David... Según él que es como mascar unas zapatillas de goma, pero no es para tanto. Tiene más o menos la misma textura de la ensalada de algas, para que os hagáis una idea. Todo esto con mucho té, aunque nosotros lo preferimos con unas Tsing Tao fresquitas. Y no podían faltar los postres: 蛋撻, una especie de hojaldre con huevo (casi como flan) en el centro, o 煎堆, unas bolillas hechas de harina de arroz que suelen estar rellenas de pasta de semilla de loto.

Algunos de los platos que pedimos


88 Palace Restaurant
88 E Broadway
New York, NY 10002
Tel: (212) 941-8886