Vaya con la caló en NY

sábado, junio 12, 2010

~Life Underground~

Y mientras el resto del mundo se preparaba ayer para el inicio del mundial, anoche dejé a la niña en casa con el padre y salí con mis amigas al cine (ya se imaginarán, queridos lectores, la película. No muy de mi estilo, pero, la verdad, es que me reí mucho y como me la esperaba peor por las críticas negativas que ha tenido, disfruté bastante de la dirección artística y el vestuario, saboreando ese toque de irrealidad para el ciudadano de a pie (aunque viva en Nueva York), con madres haciendo pastelillos vestidas de Valentino vintage. Vamos, lo más natural y lo que llevamos puesto en casa las madres con niños menores de 3 años).

Cogí el A para ir a Manhattan y me bajé en la 14 y la 8 Avenue. No pude evitar sonreir al ver las esculturas de Tom Otterness, que parecían tener vida propia en esa estación. El título de la instalación, Life Underground (que se podría traducir por "Vida subterránea" o "Vida bajo tierra"), nos trae pequeñas esculturas de bronce, redonditas, que parecen personajes salidos de un tebeo de nuestra infancia, pero con un toque oscuro: dinero por todas partes; monedas de tamaños increíbles; una especie de langosta, cuya cabeza es un saco de dinero, que tiene atrapados a tres de estos personajillos. Según Otterness, estas esculturas representan aspectos de la vida en Nueva York, y vistas en su totalidad representan "la imposibilidad de entender la vida en Nueva York". Ahí van algunas fotos.



martes, junio 08, 2010

~Lederhosen~

Como ya sabrán los más futboleros, hace un par de sábados se celebraba la final de la Champions entre el Inter y el Bayern (comprobaréis que voy con cierto desfase horario). David que, como ya sabréis, es medio alemán, decidió ir a apoyar al Bayern con su padre y ver el partido en un bar alemán, por el tema del ambientillo y tal.

Está claro que está calentando motores para el mundial de fútbol que empieza el día 11, y su idea es ir a ver los partidos en bares de los equipos que jueguen en ese momento (me imagino que apoyando a la afición local). Algo que creo sólo puede hacerse en Nueva York, donde encuentras bares y restaurantes de nacionalidades tan dispares como suecos, franceses, nepalíes, yemenitas o sudafricanos. Creo que esto del mundial va a ser como la vuelta al mundo, sin salir de casa. Ya os contaré. Todavía estamos decidiendo donde vamos a ir a animar a La Roja, ya que en la última Eurocopa no se cabía en La Nacional, el bar al que hemos estado yendo a tomarnos las uvas en Nochevieja y a ver el fútbol cuando juega España desde hace un montón de tiempo.

Total, que David le dió a su padre algunas opciones para ir a ver el partido y su padre eligió Lederhosen, un bar en el West Village, un par de calles más abajo del bullicio de Bleecker Street. Me vi con ellos a eso de las 3.30 con media hora de la primera parte y la verdad es que en local había un ambientazo futbolístico increíble (un tanto sombrío porque el Inter ya iba ganando 1-0).

Me llamó la atencion lo kitsch del local, que no tiene nada que ver con mi idea del expresionismo alemán o la escuela de Bauhaus, sino que es la esencia de ese punto un tanto hortera que tienen todos los países europeos, les guste admitirlo o no: tal vez el escenario ideal de una película de Almodóvar que tuviese lugar en Alemania: un gran mural al fondo del local en el que se ven montañas en plan Heidi y casitas de los Alpes, banderolas alemanas colgadas por todo el local, y lederhosen (los pantaloncillos típicos alemanes) colgados del techo. Al fondo, una pantalla gigante restransmitía el partido al clamor de los gritos y cánticos de los alemanes que animaban a su equipo (y al fondo a la izquierda, un grupito de 5 italianos que aplaudían cada vez que el Inter tenía posesión del balón. Ésos sí que tenían más valor que el Alcoyano... mira que meterte en el bar del enemigo a ver el partido). El local está montado con mesas largas en las que compartes espacio con otros comensales, vamos como si estuvieras de camping en la campiña bávara, y ahí no cabía ni un alma más, todos pendientes de ese balón.

Las jarras de cervezas, exageradas, al menos para mí, pero creo que es el tamaño en el que se sirven en Alemania. Me pedí una cerveza y la verdad es que al mirar el menú, no tenía ni idea de qué pedir. David, que ya había estado picando algo, me dijo que la comida era auténtica (y que le recordaba a algunas cosas que le preparaba su madre) y me decidí por un currywurst, una salchicha con una salsa de curry (leo que a base de ketchup y curry. Vaya, hombre, si lo llego a saber pido algo con un nombre menos sofisticado) dentro de un panecillo, en plan bocata. La verdad es que no estaba mal, aunque tengo que confesar que la cocina alemana no me impresiona demasiado (no puedo decir lo mismo de la repostería).


El ambiente se iba caldeando y cada vez mas cánticos y mosqueo generalizado porque el Bayern no daba pie con bolo. No me quedé a ver el final del partido, porque andaba con la peque y ya habíamos quedado, así que nos fuimos con la música a otra parte, aunque David y su padre se quedaron hasta el final del partido con una afición decepcionada por la pérdida de su equipo.

Bueno, ya tenemos un local más para ver a la selección alemana si nos da por ahí (y de paso, probar la selección de salchichas, que me he quedado con la curiosidad). En la Eurocopa fuimos a Zum Schneider en Alphabet City, que estaba petaíto de gente y me imagino que para el mundial estará a reventar (al menos tiene terracita, mínima, pero algo es algo algo que le falta a Lederhosen), por lo que Lederhosen es una muy buena alternativa para ver al equipo germano.


Lederhosen
39 Grove Street
New York, NY 10014
Tel: (212)206-8562