Vaya con la caló en NY

miércoles, julio 30, 2008

~Ley Seca~

Cuando llegué a NY, no se llevaba mucho el vino, sobre todo en los bares, que te ponían cada cosa y a cada precio que era para echarse a llorar y volverte amiga de la cerveza, ya que al menos la relación calidad-precio tenía cierta coherencia. Con el tiempo, y asumo que por influencia de los vinos de California, NY se ha convertido en una ciudad que por fin ofrece buen vino sin tener que pagar precios (demasiado) desorbitados. Otra de las cosas que me llamó la atención era que el vino y la cerveza no se venden en el mismo lugar y que no se vende vino en los supermercados. Así que el vino se vende en las liquor stores (suena un poco fuerte) y las cervezas se venden en supermercados o en las bodegas o delis, que es como le llaman aquí a las tiendas de ultramarinos. A mí lo de liquor store me suena un poco a Ley Seca, no sé, como que llamarlo enoteca queda mejor (aunque no esté aún reconocida por la RAE). También me di cuenta que hasta hace un par de años, las liquor store no abrían los domingos y los domingos, si te ibas a la compra antes de las 12 del mediodía y comprabas unas latas de cerveza, no te las podías llevar hasta que diesen las 12, todo esto vestigios de las Blue Laws, leyes iniciadas por los puritanos en las que se prohibía, entre otras cosas, la venta de bebidas alcohólicas los domingos.

Siendo mi barrio de origen italiano, hay varias liquor stores. Mi favorita se llama Smith & Vine, ya que tienen una amplia selección de vino y mucho de ellos son españoles. Hasta he llegado a encontrar vino D.O Sierras de Málaga. Hombre, no es que esto sea La Antigua Casa de Guardia, pero sí que os podéis imaginar la ilusión que me hizo ver vino de nuestra tierra. Aparte de la selección de vinos, la gente que lleva el local es de lo más apañao. Los dueños abrieron esta tiendecita hace un par de años, mientras compaginaban su vida como músicos. Lo que le ha hecho a esta tienda un sitio concurrido es la mesa que tienen en el centro en la que venden vinos bastante decentes por menos de $10.00 la botella. Al año o así abrieron una tienda de ultramarinos, Stinky Bklyn, bueno más bien delicatessen, en las que puedes encontrar almendras marconas, queso manchego y mahón, chorizo y hasta horchata y tortas de aceite. Así que como podéis ver, no me lo monto del todo mal en Brooklyn. Eso sí, es bastante más caro que en Málaga y que algunas tiendas del barrio, ya que se considera comida gourmet, pero vamos, sin ir más lejos lo del revuelto que encontré al lado de casa, en Caputo's, que le llaman Spanish Cocktail... jajaja el glamour y lo gourmet que tienen las pipas y los kikos de toa la vida. Y anda, que las tortas de aceite...



Por si venís por Brooklyn y os apetece una botellita de California (o una de vino de Málaga):

Smith & Vine
268 Smith Street
Brooklyn, NY 11231
Tel: (718) 243-2864

domingo, julio 27, 2008

~Sombra doble~

Como todos los domingos, me he levantado tardecillo y me he puesto mi Santa Cristina, mientras me leo mi Sur digital y el New York Times para ponerme un poco al día de lo que pasa en el mundo. A pesar de la comodidad y de la rapidez de las ediciones digitales, sigo echando de menos la textura del papel, el ponerte los dedos negros, el pasar las páginas y sacar el boli para encontrar los siete errores o el ver a mi padre hacer crucigramas. No es lo mismo tomarte un café con tu periódico que delante del ordenador.

A pesar de que llevo ya tiempo en Brooklyn, y de que me encanta la ciudad en la que vivo, sigo echando ciertas cosas de menos. Una de ellas es el café y la manera que tienen de ponerlo en Málaga. A mí que me digan lo que quieran, que mucho cocktail, y mucho glamour, pero un sombra doble, o una nube, o un cortado bien puestos no tienen precio.

Cuando llegué aquí me era imposible entender que la gente se tomase los cafés en vasos de papel y los fuesen llevando de un lado para otro: en el metro, en la calle, en el parque... El café en Nueva York parece ser un apéndice que tienen la mayor parte de los ciudadanos y creo que ahí reside la diferencia fundamental entre tomarse un café en Nueva York, que es más por necesidad de cafeína, y tomárselo en Málaga, que suele ser por necesidad de echar un rato con los amigos. Claro, que después de tanto tiempo aquí, ya me he hecho como ellos, y me llevo mi termo de café por la mañanas y me lo tomo durante mi trayecto en metro. Y ellos se han hecho un poco más como nosotros con coffee shops (nada que ver con los de Amsterdam) en cada esquina. Mi Santa Cristina mañanero es la combinación de mis dos mundos: necesidad de cafeína y recuerdos de los buenos ratos en mi tierra, que puedo saborear todos los días de camino al trabajo.

Tampoco acabo de enterarme de los tamaños de los cafés que ponen en Starbucks, café globalizado que a mí personalmente no me gusta demasiado, con tallas imposibles como tall, grande y venti, con lo cual cada vez que se me ocurre pedir un café en Starbuck me hago un lío, ¿porque cómo se relaciona la palabra tall con un café chico? ¿o que el grande sea un café mediano? Aparte ahora la ciudad de Nueva York ha pedido que todos los establecimientos de fast food pongan a la vista de todos la cantidad de calorías que tienen sus productos. Así que en Starbucks te tienen que decir que si te tomas un Coffee Frappuccino Grande te estás jincando 240 calorías en pajita... Vamos, igualito a tomarse una granizada de café de Santa Gema o de Casa Mira... ¡Y es que no hay color!

La foto de hoy es de mi café de los domingos y la taza es para mí la versión cañí del genial Forges de lo que sería una escena de Sex and the City... Dos muchachas en un bar y la una le susurra a la otra: "El rubio del fondo no te quita ojo", a lo que la otra le contesta: "Es por mi bocata panceta... es mi endocrino". No hay mejor manera de empezar un domingo que con Forges y Santa Cristina.

jueves, julio 24, 2008

~No te vayas todavía...~

Me cuestan trabajo las despedidas, pero a la que fui el martes por la noche se me hizo muy cuesta arriba. Javier Ortega y su mujer, Debra, cerraban Pintxos tras 10 años de estar compartiendo nuestra cocina y nuestra manera de ser con la ciudad de Nueva York.



En una ciudad en la que se trata a los chefs como celebrities, Javier había creado un rinconcito en el SoHo en el que lo que era importante era la comida (como buen vasco) y el buen rollo. Nada de tapas fusion a precios astronómicos ni de rollo chungos. El ir a Pintxos era como volver a casa. La comida era... pues eso, como estar en casa (es que no hay mejor manera de explicarlo), pero con el paisaje del lado más currado de un Manhattan que es prohibitivo. Frente al SoHo de la Apple Store y de las boutiques de Chanel, Marc Jacobs, Paul Smith y Prada, entre otras, está el "territorio comanche" del SoHo que está al oeste de la 6 Avenida, con menos tiendas y más edificios industriales y almacenes, una zona que no se sabe muy bien si es el SoHo o el Village o quién sabe qué.

Ni siquiera recuerdo cómo ni cuándo fue la primera vez que llegué a Pintxos. Para mí ha sido siempre como el anuncio de los turrones El Almendro... vuelvo a casa, vuelvo... y no sólo por Navidad, sino cuando quiero, sin tener que cogerme el avión y tirarme 8 horas cruzando el charco. Es el bareto (con más estilo) de toda la vida. Me acuerdo de cuando conocí a Javier, que siempre salía de la cocina para echar un ratito con los clientes, y de la sonrisa contagiosa de Debra. Un día le dije a Javier que, aunque yo era de Málaga (de El Palo), mi padre era donostiarra como él. Se le iluminaron los ojos... espera un minuto, me dice y se va para la cocina y me saca un cenicero negro del café Aitona para que se lo lleves a tu aita, que seguro que le hacía mucha ilusión... No sé, es como si me regalasen un servilletero de ésos del café Santa Cristina traído de Nueva York... me muero de la alegría. Volví a casa ese mes de febrero con un cenicero negro en la maleta, pero mi padre nunca lo llegó a ver. Se lo llevé a la UCI del Carlos Haya. Cuando llegué ya estaba en coma el pobre... Volví a Nueva York con el alma rota, sin padre, y sin el cenicero del café Aitona, que dejé en casa porque Javier quería que se lo llevase a mi padre y allí se ha quedado. No sé, detalles que parecen insignificantes, son algo muy grande y dicen mucho de las personas que se fijan en ellos. Así son Javier y Debra. Aparte de que la comida era increíble en Pintxos, lo que lo hacía tan especial era la gente que llevaba el día a día de un restaurante chiquito y muy coqueto. Los boquerones en vinagre estaban de escándalo (soy una fanática), la tortilla, la paella negra, los pimientos del Piquillo rellenos, las croquetas... todo regado con un buen txakoli y aderezado con música lounge y un decorado que te haría pensar que estás en un caserío con estilo Manhattan.

Hace un par de semanas me comentaron que cerraba Pintxos. Se me vino el alma a los pies. Hacía tiempo que no nos pasábamos por ahí... Lo típico, el día a día, el ya me pasaré el fin de semana que viene, el es que me pilla a desmano... algo que das por hecho, que piensas que siempre va a estar allí. ¿Y cómo cerraban Pintxos? Con el estilazo que les caracteriza, con una fiesta para todos los amigos con lo que haya en la cocina. Como siempre, Javier y Debra compartiendo ese alma y ese arte que tienen. Llegué a Pintxos tarde y allí estaba Javier preparando sangrías y sacando más pintxos y Debra sacando fotos y saludando a todos. Cuando me dieron un abrazo (¿y David, cómo es que no ha venido? Es que está rodando esta noche...) un poco más y se me saltan las lágrimas. Una sensación tan rara, el ver el local lleno de buena gente (me encontré con Antonio Ortuño, un amigo, artista valenciano, al que no veía hace siglos), pero desangelado, con pocas mesas, como el que se está preparando para mudarse de piso...

Me alegra saber que esto no es un agur, sino un hasta luego y que dentro de poco Javier y Debra estarán compartiendo su alma y su arte en la cocina con esta ciudad. Me muero de ganas de descubrir dónde...

Pintxos estaba en
510 Greenwich Street
New York, NY 10013

lunes, julio 21, 2008

~El patio de mi casa...~

Me partía el otro día con las experiencias de Daniel en su personal odisea para encontrar piso (aunque me imagino que a él no le haría tanta gracia no encontrarlo) y comentaba que Suiza hay mucho verde sin urbanizar. Personalmente, me toca mucho las narices el urbanismo sin ton ni son, hala, vamos a plantar edificios donde nos apetezca como si fuesen lechugitas... El más claro ejemplo de caos urbanístico lo viví en Beijing, a donde fui el año pasado a visitar a mi hermana. Es una ciudad que dentro de ese caos tiene su encanto y una energía vital increíble que casi casi supera la energía de NY. Pero te da pena ver como en cualquier huequito que pillen te plantan un rascacielos y luego otro y otro y otro más. Van destrozando los hutongs, las callejuelas del casco antiguo de Beijing (casi lo que sería nuestra C/ Granada pero con más callejuelas todavía), que es lo que le da encanto a Beijing y lo cambian por rascacielos y centro comerciales. Hombre, el hecho de que en un hutong varias familias tengan que compartir baño, no es de lo más apetecible (toda una aventura en sí, los baños públicos de Beijing), pero tengo que admitir que el poco romanticismo que me queda me hacía imaginarme una vida bohemia en una de esas casitas...

Lo digo porque se están cargando mi barrio de mala manera. Y me duele. Cuando me vine a vivir a Nueva York, me tiré el primer año viviendo, currando (y de juerga) en Manhattan. Todo era nuevo, entraba y salía por la ciudad, pero al tiempo, cuando ya vi que lo mío con esta ciudad iba para largo, decidí alquilar una habitación en Brooklyn, en casa de una amiga de una amiga, y... me enganché. Recuerdo esa tarde en la que vi la que sería mi primera casa en mi futuro barrio. No estaba yo muy convencida porque la habitación que alquilaba no era un dormitorio en sí, sino el comedor reciclado en dormitorio, con la puerta que daba a la cocina y bastante oscuro. Los que se convertirían en mis roommate eran agradables, pero era la primera vez que los veía en mi vida, y para colmo mi cuarto todavía tenía los trastos del antiguo inquilino: un músico que se fue de gira y nunca volvió a Brooklyn. Así que no estaba yo muy convencida de si me quedaba el cuarto o no (el precio era bueno, la roommmate era amiga de mi amiga, pero, claro, es que no es Manhattan...) cuando la roommate me dijo que por qué no le echaba un vistazo al barrio y me llevó al Promenade de Brooklyn Heights... me quedé alucinada... era casi como si estuviese sentada en el banco del póster de Manhattan de Woody Allen (aunque esa escena es del Queensboro Bridge) y me decidí: me quedo en Brooklyn. Desde entonces, éste ha sido mi barrio, como El Palo es mi barrio en Málaga.

Mi barrio se llama Carroll Gardens y era uno de los barrios al que llegaban los inmigrantes italianos. Tiene casas muy monas, los brownstones, que se llaman así por el tipo de piedra que tienen en la fachada, y algunos edificios de ladrillo de unas 3 ó 4 plantas. Vamos, un barrio tranquilo y pintoresco, con pocos ascensores, por no decir ninguno. Y se lo están cargando. La primera vez que me di cuenta fue una mañana que me levanto y empiezo a ver algo que crece delante de mi ventana, una monstruosidad de andamios que no habíamos visto antes porque está detrás de la casa enfrente de la mía... y nada, que sigue creciendo... tengo 11 plantas de hormigón delante de mi ventana. Y la cosa sigue. Justo al lado de la entrada de mi parada de metro han decidido construir otro de esos edificios, que no pega ni con cola en el barrio. Vamos, es como si decidiesen construir un edificio al estilo Mies van der Rohe en C/ Beatas. No tengo nada contra el buen arquitecto, de hecho, me gustan algunos de sus edificios, pero hay que reconocer que hay sitios en los que su estilo no pega ni con Supergen.

Los vecinos protestaron, pero no sirvió de nada... Ya han puesto vallas para proteger el solar a construir y aquello parece una carrera de obstáculos que tienes que sortear para llegar al metro (y encima por la mañana, que una suele ir medio dormida y de mal café). Para colmo, había una especie de placita justo a la entrada del metro y también nos la han quitado con tanto andamio. No era nada mona, para qué engañarnos, pero era perfecta para ver el metro llegar (justo después de mi parada el F deja de ser subterráneo), comprarte el periódico y quedar con gente. Nos la han quitado en menos de dos días y van a cerrar esa boca del metro por unos cuantos meses a partir del lunes 28 de julio. A todo esto se junta que era una boca de metro amplia que tiene mucho tráfico de gente que va y viene a todas horas. Así que a partir de ahora nos vamos a pegar de tortas para coger el metro por otra entrada que es chica pa reventá.

Podeis ver más fotos del patio de mi casa (y comentarios de la peña) en Pardon Me For Asking. Ahora sí que me a va a hacer falta mi Santa Cristina en termo para empezar la mañana...

domingo, julio 20, 2008

~La colada~

Domingo por la mañana, me pongo mi Santa Cristina (con hielo, porque hoy hace una caló...), me leo mi Sur por Internet (ohhh... Macy Gray canta esta noche en el Cervantes...) y pongo una lavadora mientras vagueo un poco.

Lo que parece algo de lo más natural, el poner una lavadora mientras te tomas el café, es casi un lujo aquí en Nueva York, porque la mayoría de los apartamentos no tiene lavadora en casa. Un problema de falta de espacio que se resuelve con los famosos laundromats, el sitio donde va la gente a hacer la colada en comunidad. Los hay en cada esquina y en los edificios que están bien, los laundromats están dentro del mismo edificio. De hecho, hace poco fui a casa de un conocido y tenían el laundromat en la misma planta que el gimnasio y así mientras pones la lavadora te haces unas pocas de abdominales...

Al principio, me llamó mucho la atención el tener que hacer la colada con la vecina en esas máquinas industriales y además a poco que te descuides y si es "hora punta", la gente te saca la colada de la lavadora, te la pone en uno de los carritos y mete la suya y luego llegas tú con la lengua fuera y te encuentras tu colada hecha una bolilla que te mira con cara de "me has dejao tirada". Más que nada, porque en Málaga, hasta el apartamento más chico tiene lavadora. Pero una se acostumbra a todo y lo acabas haciendo parte de tu rutina semanal.

Es de lo menos práctico que he visto en mi vida. Porque dime tú la gracia que te hace pasarte una hora y media o dos horas de tu sábado o tu domingo esperando a que se haga la colada. Cógete un saco de ropa de una semana (y como seáis 2, vas listo, porque el saquito pesa), tu detergente, tu suavizante y el suavizante en papel (que se mete en la secadora para que se le vaya la electricidad estática a la ropa) y tu monederito lleno de quarters (sí, igual que las monedas de 5 duros de toda la vida) que has estado coleccionando durante la semana para poder hacer la colada. Preséntate en el laundromat y reza para que no esté hasta los topes y puedas cogerte 2 lavadoras (la de ropa blanca y la de color) y ponerte a hacer la colada. Las programas, una media hora por lavadora, y nada, a esperar. Normalmente la gente se va del sitio, porque con tanta lavadora y tanta secadora, aquello suele ser como una sauna, y o bien te vas a casa, si vives cerca, o si hace bueno (muchos de los laundromats tienen sillas en la calle), te sientas a leer fuera mientras esperas a que tu colada se haya lavado. A la media hora, vuelves pa'dentro y sacas la colada de la lavadora y te las ves y te las deseas para que haya una secadora libre en la que puedas meter tu colada para que se seque. Dependiendo de la cantidad de ropa que tengas, puedes echar otros 45 minutos a una hora para que la ropa se seque. Luego la sacas y ahí mismo tienen unas mesas grandes para que puedas doblar tu ropita (siempre se te extravía algún calcetín o te aparece alguna prenda de vestir que sabes que no es tuya) y llevártela a casa. Sí, es una experiencia New York total, y no, nunca me he topado con el tío buenorro del anuncio de los Levi's que se quita los vaqueros tal cual en el laundromat.

Lo que pasa es que a nosotros, aparte de la incomodidad, nos acababa saliendo la colada súper cara, porque los dos laundromats de nuestro barrio están estratégicamente ubicados enfrente de dos bares, así que mientras esperas a que se haga la colada, ¿por qué no echamos una cervecita? Hombre, así cualquiera comparte las tareas del hogá, pero claro, si te pones a hacer cuentas, la colada en sí sale por unos $8.00 (lavadora y secadora, aunque no estoy segura, igual ya es más caro, como ahora tenemos lavadora en casa, no estoy muy puesta) más las cervecitas que te tomes, que salen a $3.00 si es happy hour o a $6.00 si no es happy, y te echas al menos una o dos y como opino que las tareas de la casa hay que compartirlas, pues David opina que las cervezas también... Total que al final nos salía la dichosa colada semanal por unos $20.00 mínimo...

Menos mal que tenemos lavadora en casa y me puedo tomar las cervecitas, echar un rato con los vecinos, surfear por internet en pijama o ver una peli en casa mientras se hace la colada.

Creo que la señora del anuncio del detergente Gabriel me entendería perfectamente.

sábado, julio 19, 2008

~Stanton Social~

El otro día me invitaron a ir a una fiesta de cumpleaños en el Lower East Side, un antiguo barrio de emigrantes y un poco duro, que se ha convertido en la meca de lo fashion y de la gente guapa, junto con el Meat Packing District. Normalmente no frecuento esos sitios, y no es que no me gusten, pero no tengo yo ya edad para andarme con tonterias de mírame y no me toques, lo que aquí algunos llaman attitude, entre las muchas acepciones que tiene esta palabra. Y sí, me encanta la haute cuisine (todo lo que sea comer y beber bien me vuelve loca), pero me da un poco de coraje que me pongan 3 albóndigas en medio de un plato inmenso, muy bonitas, eso sí, con su reguero de salsa minimalista y una hojita de alguna hierba exótica al lado y me claven $25.00 porque las albóndigas de marras vengan en francés en el menú o sean de carne orgánica de la Pampa argentina.

Pero, bueno, a lo que íbamos, como era el cumpleaños de una buena amiga y tenía ganas de conocer el sitio, tras ver el menú on line y ver que los precios no parecían demasiado caros, decidí tirar para Stanton Social, el restaurante donde mi amiga iba a celebrar su cumpleaños.

El local está muy bien, aunque es un poquillo ruidoso, con dos plantas (diseño de AvroKo). Tiene el restaurante en la planta de abajo, en tonos chocolate, con el techo antiguo con láminas de estaño, paredes de ladrillo descubierto y lámparas con bombillas Edison. El sitio estaba hasta la bandera con ejecutivos de chaqueta; hipsters; muchachas con melenas despampanantes, tacones de vértigo y vaqueros que parecen eso, vaqueros, pero que te cuestan la mitad del sueldo; parejas y algún que otro señor con Lolitas de marca por acompañantes... y yo con pantalones sastre y una camiseta "brooklynera"... oh, well, como dice éstos...

Lo que te venden en este restaurante es que la comida se presenta en porciones que son pequeñas y que son para compartir. Vamos, que pides muchos platos y todo el mundo prueba de todo (pa entendernos... tapeo en nuestra tierra). El menú es muy interesante y de fusión: edamame caramelizadas con miso, tacos de pescado, pastelillos de risotto con setas silvestres, junto con platos más tradicionales con un toque moderno: mini hamburguesas de ternera Kobe, pierogies, pizzas y quesadillas. Vamos, que viendo el menú y los platos que iban saliendo, te entraban ganas de ser una inconsciente y no pensar en cómo se pagaría esa cena y probarlo todo.

Empezamos la cena con una botellita de Rioja. Con el rollo de que soy de España, la gente siempre acaba pidiendo Riojas o Riberas cuando salgo a cenar con ellos, y yo, tan contenta... Me llamó la atención un plato que se llama French Onion Soup Dumplings, porque a ver cómo se prepara una sopa de cebolla en versión empanadilla (no puedo dejar de pensar en cómo presentarían ese plato los Martes y Trece en el sketch de las empanadillas de Móstoles). Claro que las pedimos: un platito de los de los escargots (caracoles en nuestra tierra), en los que en había 6 albondiguillas de una pasta hecha de sopa de cebolla, con mucho queso por encima y gratinado. Ya sé que igual mi descripción del plato no suena muy apetitosa, pero estaba pa reventá. Y si la comida estaba buena, y el servicio era excelente, lo que más nos gustó a todos fue el postre. Nos pedimos unos chupitos que estaban hecho con Maker's y una crema de vainilla y caramelo que estaban de miedo.

Total, que después del jartón que nos pegamos de comer y beber y ¡¡$100.00!! por barba (¡¡toma ya!! y es lo que pasa cuando pides un par de botellitas de vino, que lo que parece que no va a ser tan caro, se te monta en un dineral), me cogí mi F del alma (ya se ha convertido en mi versión NY del 11) para volverme a casa... Si es que soy una inconsciente... $100.00 no estaban para nada dentro de mi presupuesto de festejos varios, pero el buen rato con mis amigos y la buena comida, hacen que intente no pensarlo demasiado (y pasarme el resto de la semana a base de tortillas de patatas hechas en casa, porque aquí, las tortillas también son caras...)

Por si alguno quiere ir a probarlo:

Stanton Social
99 Stanton Street
New York, NY 10022
Tel: (212) 995-0099

jueves, julio 17, 2008

~Waldorf Astoria~

No sé a que se debe la bandera española que ondea en el Waldorf, pero quiero pensar que es para celebrar, de modo indirecto, el triunfo de Perú en la copa América de badminton... Hala, Crespo, ésta va por ti y por tu equipo... Igual le tengo que pedir al Waldorf que ponga la "verde y morá" y la bandera de Perú...

miércoles, julio 16, 2008

~Razones de peso~

Según el Feng Shui, el espacio que te rodea es un reflejo de cómo ves y cómo llevas la vida. De un modo hiper-simplificado (y que no se lo tomen a mal los que practican esta ciencia milenaria), si tienes calcetines, pijamas y zapatos en el cajón de la ropa interior, todos conviviendo como buenos hermanos, puede que seas pacifista, pero más que nada tu vida parece ser un caos total, porque ya me contarás que si tienes ese batiburrillo en un cajón como tendrás el resto.

Lo digo más que nada porque el armario puede llegar a ser uno de los motivos que haga a la gente decantarse por un apartamento u otro en Nueva York (es lo primero en lo que te fijas cuando andas buscando piso, porque a falta de armarios vas a tener que poner tus cosas en storage y me dirás tú a mí la gracia que te puede hacer tener que ir a buscar los abrigos de invierno cuando ya hace frío porque no tenías sitio en casa) y según las teorías del Feng Shui es también un reflejo de cómo ves la vida. Sin ir más lejos, hay gente que organiza su armario por piezas: los trajes por un lado, las camisas por otros; otros se organizan por colores; otros por combinaciones: traje de color oscuro con camisa azul, falda negra con top negro; y los hay, como yo, que se organizan el armario según el cristal por el que se mire. Me explico, mi minúsculo armario anda dividido según cómo me esté la ropa:

a) Ropa de "canija": aquellas prendas que sabes de sobra que no te caben, pero que son tan monas y están taaaaan rebajadas que caes en la trampa y te dices a ti misma: esto con un par de semanas a dieta y unas sesiones de gimnasio me está estupendo... jajaja... por eso acaba siempre en la parte de más al fondo del armario.

b) Ropa de "no estoy nada canija": son aquellas prendas que te compraste cuando "no pesan los años, sino los kilos" y cuando has perdido peso la quieres donar, pero al final cierta intuición (en algunos casos) o el "me da pena tirar cosas" (en otros) te hacen que te lo guardes (normalmente más al fondo del armario todavía). Como el espacio de armario es un bien tan preciado en la ciudad de Nueva York, normalmente acabas dándolo o quedándote con una o dos prendas. Nota al respecto: lo del armario inmenso (walking closet) de la película Sex and the City no lo he visto yo tan frecuentemente es esta ciudad... y mira que he visto apartamentos.

c) Ropa de "estoy normal, aunque podría perder un par de kilos", que es la que te está bien esta temporada.

Bueno, pues a pesar que el tema de la obesidad es un problema rampante en muchas ciudades de los Estados Unidos, ya que la vida sedentaria, la comida basura, las distancias y el amor al automóvil la hacen posible, en NY la gente parece estar más coincienciada (no todos, pero sí muchos), ya sea por motivos de belleza o de salud y los gimansios aquí están en cada esquina. Hombre, no es que esto sea como el Muscle Beach de Venice en California, pero sí que hay cadenas de gimnasios que hacen el agosto especialmente en estas fechas (hay que estar listo para ir a la playa) y en Año Nuevo (cuando todos hacen New Year's Resolutions de dejar de comer mal, de beber menos, aprender un idioma o ir al gimnasio).

Una mañana hace un par de semanas me di cuenta de que mi ropa de la categoría c) (ropa de "estoy normal") ya no me estaba tan normal como me había estado (es lo que hacen el invierno y la vida sedentaria) y me vi obligada a pasarme al plan de emergencia...¡Horror! Tengo que ponerme ropa de la clase b) (ropa de "no estoy nada canija"), ya que por razones obvias, la del tipo a) no me va a estar bien ni de coña. Esto es lo que ha hecho que me decidiese a ir al gimnasio que pago pero al que no voy...

Al principo me daba bastante corte admitir que estoy en tan baja forma, así que cuando iba, me ponía mi iPod y me iba a correr en el treadmill como un hámster para no tener que socializar demasiado mientras estás hecha un pingo. En algunos gimnasios tienen que poner un tope máximo de tiempo (media hora) en el uso de las máquinas cardiovasculares porque hay momentos en que se peta y tienes que esperar hasta poder utilizar una máquina. Las peores horas suelen ser temprano por la mañana (antes de ir a trabajar) y eso que la mayoría de los gimnasios abren a las 6 de la mañana y hasta te ofrecen clases a esa hora; la hora de comer (esta gente come sobre las 12-12.30) y justo después del trabajo.

No es que sea ave mañanera, así que intento ir después del trabajo y lo malo que tiene eso es que después de una jornada laboral intensa, vas con el macuto del gimnasio y te pita el móvil... tu amiga a la que no ves hace tiempo... oye, ¿te apetece que nos veamos?... Uy, es que voy al gimnasio, ¿podemos quedar mañana?... Mañana no puedo, tengo una reunión súper larga a última hora y no sé a qué hora termino... y te planteas...¿gimnasio? ¿o cerveza con mi amiga? ¿gimnasio o...? y ya sé que algunos se decantarían por el gimnasio, pero yo acabo yéndome de cervezas...

Pero hoy he decidido que no puedo seguir teniendo el tipo del muñeco Michelín, así que me he ido al gimnasio y me he metido en una clase de boxeo (noncontact, especifican) y nada, un entrenador, a ritmo de hip hop, nos ha puesto a saltar a la comba un cuarto de hora (me direis si no es tontería pagar una cuota mensual para que te pongan a saltar a la comba) mientras nos decía que sólo nos quedaban 10 minutos más... Luego a correr, a pegar uppercuts, a hacer abdominales... cómo he notado las puñeteras cervecitas... y si me pongo a pensarlo, encima mi gimnasio es de lo más light. Aquí hay otros que se lo toman súper en serio eso de hacer deporte, como el Stacy's Bootcamp, que se reunen en Central Park y en otros parques de NY a eso de 5.30 de la mañana con una entrenadora, la famosa Stacy, y que por lo visto te pone en forma en tres semanas con tres sesiones semanales. Miedo me da...

Y nada, seguro que mañana cuando me levante tendré agujetas hasta en las pestañas, y me acordaré de las atardeceres en los que me hacía el Paseo Marítimo andando de una punta a otra.

lunes, julio 14, 2008

~Desayuno con diamantes~

Esta tarde he pasado por la calle 47, entre la 6 y la 5 Avenidas, el famoso Diamond Distric que aparece en varias películas. Como era tarde, después de las 7, y es verano, tenía pinta de ciudad fantasma. Las 2 farolas con forma de diamante que hay en la 6 Avenida y la 47, y que tienen un aire a la entrada de la Feria que ponen en calle Larios, pero en versión bling bling, me hicieron sonreir. No tenía cámara a mano, a ver si saco una foto y la cuelgo.

El Diamond Distric es un micro-cosmos dentro de esta ciudad. Durante el día los escaparates están todos llenos de joyas y diamantes, judíos ortodoxos (hasidim) que se pasean de prisa con sus barbas y con trajes y sus sombreros oscuros; rusos, persas, indios, colombianos, cada uno de ellos se epecializa en algo. Hombres que te dan flyers para que vayas a comprar diamantes o para que vendas tus joyas. Esta manzana en concreto tiene una tienda tras otra, los Exhanges, en las que cuando entras ves cientos de puestecitos (como si fuese la planta baja del Corte Inglés), cada uno vendiendo (o comprando) joyas. Tienes los especialistas en joyas antiguas, los que venden joyería moderna, los que venden sólo diamantes. Y esto es sólo la planta que está en la calle. En las oficinas de los edificios de esta manzana, y de las calles de alrededor, hay gente que vende y compra joyas, tasadores, joyeros que te engarzan piedras preciosas y otros que se espcializan cortar diamantes y pulirlos.

El Diamond Distric fue el primer sitio en el que, hace años, empecé a currar en Nueva York, trabajando como chica de los recados para un joyero que se especializaba en comprar joyas antiguas y venderlas a coleccionistas. Os podéis imaginar, recién salida de Málaga, y encontrarme trabajando aquí, en pleno centro de Nueva York y en uno de los lugares que más vidilla tiene en la ciudad. Es como un estilo Wall Street, pero en un universo paralelo. Lo que más me sorprendió es como se cerraban los tratos. Algunos prestan sus joyas o sus piedras preciosas sin papeles: a veces un simple apretón de manos, un papel con tu firma y la palabra hebrea mazal, cierran el trato: si vendes la pieza que te he dejado en depósito, te emito una factura, me la pagas y listo; y si no la vendes en el plazo establecido, me la devuelves y tan amigos. Se debe a que en este barrio, todos los que trabajan aquí se conocen entre ellos y si alguno trata de metértele doblada, y se entera el resto de la comunidad, se queda sin poder hacer negocio. Y no sólo en Nueva York. Al ser uno de los centros más importantes de los diamantes, los que se mueven en este mercado conocen a joyeros y comerciantes en Antwerp, en París, en Tel Aviv, en Johanesburgo, en Londres y en Los Angeles. había momentos en los que mi vida parecía un reflejo de la película Snatch (pero sin atraco, menos mal).

Empecé trabajando aquí, porque una muy buena amiga mía era amiga del que sería mi jefe. En este mundo, vale mucho que tengas un buen currículum, pero es más importante que sepan de quién eres y que se pueden fiar de ti. La primera semana que empecé a trabajar en la 47, mi jefe me llevó de Exchange en Exchange para presentarme a toda la gente con la que él tenía tratos y para decirles que yo era su asistente y que hablar conmigo era como hablar con él, que me podían dejar las joyas para que yo se las llevase y él las tasase y que me podían pagar a mí, como si le pagasen a él. Y aunque llevo años sin trabajar allí, cada vez que paso por esa calle, siempre me encuentro a alguien que me conoce y se acuerda de mí. Fueron unos años muy divertidos, en los que conocí a mucha gente muy interesante. Aprendí un poco de hebreo y algunas de las costumbres judías, y siempre estaba bien poder salir temprano los viernes porque la mayoría de los puestecitos cerraban pronto para poder volver a casa a celebrar el Shabbat. También aprendí a tasar diamantes (aunque ya se me ha olvidado casi todo) y empecé a trabajar creando un sistema de inventario para mi jefe. Con lo que me quedé con las ganas es de ir a comer al Diamond Dealers Club, que es como el parqué de la bolsa, pero en vez de estar vendiendo y comprando acciones, lo que se compra y se vende son diamantes. Para poder ir a comer allí, ya que tiene restaurante, tienes que ser socio o conocer a un socio, así que tengo que ver si me reúno con mi antiguo jefe un día de éstos para pedirle que me lleve a un almuerzo con diamantes.
~Liberté, égalité, fraternité, Paul Auster y pulque~

Un domingo tranquilo en Málaga implica levantarse tarde, ponerse un Santa Cristina, bajar a por el Sur, y leértelo mientras te tomas el café y disfrutas de tu domingo.

Un domingo tranquilo en Brooklyn implica levantarse tarde, ponerse un Santa Cristina, bajar a por el New York Times (cosas de la geografía) y leértelo mientras te tomas el café. Últimamente no bajamos mucho a por el periódico, si no que nos enchufamos a la versión on line, mientras nos tomamos el café. A decir verdad, a mí me gusta más la versión de toda la vida... pasar mis páginas y acabar con las manos negras, todo con mucha tranquilidad, porque para eso es domingo.

Esta mañana, como todos los domingos, nos hemos levantado tarde, nos hemos puesto nuestro café, hemos ojeado nuestros respectivos periódicos y nos hemos tirado a la calle con la caló al Bastille Day de los franceses, ya que hay un buen grupo de ellos que viven en Cobble Hill y todos los 14 de julio celebran su día jugando a la petanca, bebiendo beaujolais y pastis con agua, jugando al futbolín, mientras hay bandas tocando al aire libre. Cortan una manzana de Smith Street y las llenan de tierra y allí que tienen su concurso de petanca, junto al Bar Tabac, un bistro francés que no está nada mal. La cosa se anima mucho y dura hasta las 8 de la tarde. Total que allá que fuimos a vernos con unos amigos que son franceses y disfrutar un rato de su día.

Como estaba hasta los topes de gente y hacía mucha caló y era imposible pedirse nada sin tener que esperar un rato, decidimos ir a tomarnos una cervecita en un bar que nos encanta, el Brooklyn Inn, en Bergen y Hoyt, y que cuenta la leyenda es un bar que frecuentan escritores como Paul Auster o Jonathan Lethem. La verdad es que no les he visto por ahí, y eso que vamos casi todos los domingos a tomarnos una cervecia y echar un rato con Lauren, la bartender de los domingos. Hoy estaba también hasta los topes de la gente que venía del (o pasaba de estar en) Bastille Day. Estuvimos un rato tomándonos unas cervezas y a eso de las 7.30 tiré con un grupo de amigas a Southpaw a ver a un grupito muy guapo de Valencia, La Pulquería. No estaba yo muy segura de saber exactamente qué tipo de música tocaban, pero me hacía mucha ilusión ver a un grupo español tocar en mi Brooklyn del alma. Fue un concierto muy divertido, ya que su directo es muy bueno y muy cañero y el público acabó pegando botes como locos (hasta los americanos) y bebiendo tequila a ritmo ska-punk-mariachi. Hacía tiempo que no bailaba de aquella manera y casi me creo que tengo 10 años menos y que estoy en los baretos de mi Málaga y de Fuengirola, a los que iba a escuchar música "alternativa"... Jajaja ¡qué tiempos aquéllos! y no me puedo creer que ahora lo esté disfrutando en Nueva York.



Este domingo no habrá sido nada tranquilo, pero pasármelo bien, sí que me lo he pasado. Y ahora vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar...

domingo, julio 13, 2008

~Romería en Central Park~

Como me han comentado, este fin de semana es la feria de mi barrio, El Palo. ¡Qué casualidad! ya que los andaluces de Nueva York habíamos quedado en vernos en Central Park para un picnic, o mejor dicho, una romería, que es más de nuestra tierra... y de paso, celebro la feria de mi barrio con mi gente en uno de los lugares más conocidos de Nueva York. Ya habíamos intentado quedar un par de veces, pero siempre nos caía una pelúa el día antes y no había podido ser. Ayer hacía un día buenísimo, así que para allá que fuimos a echar la tarde con los nuestros.

Esta vez en vez de la tortilla de papas, me decidí por llevar ensalada malagueña. No encontré bacalao, pero bueno, las papas, las naranjas, la cebollita y las aceitunas estaban, y un poquito de atún, con aceitito de oliva y vinagre de Jerez... hmmm... Mil gracias por la sugerencia. Salí a comprar un par de ingredientes por la mañana, y cuando voy a Caputo's, una tienda de ultramarinos que lleva siglos en mi barrio, a comprar las aceitunas, me encuentro con que venden almendras marconas.. y ¡revuelto!. Lo que ellos le llaman Spanish Cocktail es nuestro revuelto de kikos, habas, garbanzos y almendras. Como os podéis imaginar, me faltó tiempo para comprarlo... Un poquillo caro ($4.99), pero la ocasión merecía la pena, porque una tarde sin pipas o sin revuelto... Me hace gracia el nombre tope glamour que le dan a nuestro revuelto... "Cóctel español", y yo que pensaba que eso le pegaba más a nuestra sangría...

Total, que ni corta ni perezosa me cojo mi ya más que conocido F (y odiado en los fines de semana, porque siempre está de obras y te cambian todos los trayectos y si te descuidas y no te bajas en la parada adecuada puedes acabar en... Cercedilla de la Sierra en vez de en tu casa). Para no variar, este fin de semana estaba de obras, y tuve que hacer 2 transbordos antes de llegar a Central Park, para encontrarme con que encima había mogollón de peña, porque por la tarde tocaba Bon Jovi... y yo que pensaba que los 80 ya estaban pasados, pero parece ser que no, que Bon Jovi sigue gustando aquí, y mucho (sobre todo en New Jersey me dicen)...

Lo más gracioso es que, como buenos andaluces, quedamos como se queda en casa, allí en la esquina y ya nos vemos allí, y no caímos en que a) el parque es más grande de lo que sale en el mapa y b) que en cuanto hace bueno, esta gente se tira al parque como si te regalasen algo... El parque estaba a tope de gente tomando el sol, de picnic, leyendo, con los iPods, jugando con cometas.. ¿y dónde hemos quedado? Al final los móviles (y una camiseta de la selección española colgada de un árbol) nos salvaron y poco a poco fueron llegando andaluces que viven en distintas partes de Nueva York. Algunos venían de Long Island, Westchester o New Jersey, y algunos de ellos se habían tirado hasta 2 horas en coche para poder verse con su gente. Algunos llevan 20 años aquí; otros, sólo meses y otros están aquí de visita y al enterarse de que nos juntábamos, les faltó tiempo para unirse al cachondeo. También vino gente que ha vivido en Andalucía y que les encanta Andalucía y su gente y aunque no sean andaluces de sangre, lo son de corazón. A algunos de nosotros el amor nos hizo quedarnos, a otros es el trabajo, pero a todos nos hace falta ese ratillo con los nuestros, de hablar, de comer, de echar la tarde... La comida que trajimos fue estupenda: tortillas de patatas espectaculares, ensalada de arroz, queso, jamoncito, filetes empanaos, fruta... que se combinaron con comida no tan de nuestra tierra: tiramisú, donuts... Y también, como buenos andaluces, fuimos llegando sin bulla... Pasamos una tarde genial y es que los ratos que pasas con tu gente cuando estás tan lejos de casa son lo más grande. Y cómo no, al ratillo, ya nos entraron las ganas de ponernos a sacar la guitarra, a cantar y a darle a las palmas. Inma Heredia, una actriz sevillana que lleva ya tiempo aquí, nos cantó sevillanas y coplas y a alguno casi se nos saltan las lágrimas. Y claro que nos arrancamos por sevillanas (hay que practicar más porque, al menos yo, las tengo un poquillo oxidadas...). Nos recogimos tarde, y por un ratillo y a pesar de los kilómetros, he estado en casa, con mi gente, casi casi en mi feria de El Palo, pero en vez de en la playa, en Central Park.

sábado, julio 12, 2008

~Dumbo~

Ayer salí tarde de la oficina y quedé con David en su estudio. Paseo por Dumbo al atardecer y ésta es una de las vistas del Manhattan Bridge. Y es que hay momentos en esta ciudad en los que puedes encontrar un poquito de ese zen interno aún en medio del bullicio.

viernes, julio 11, 2008

~Lo que quieras ser~

Ayer tenía pensado ir a la fiesta de clausura de la exposición de Murakami en el Brooklyn Museum. Me hacía mucha ilusión volver a ver todos los cuadros de florecillas sonrientes y alienígenas de colores fluorescentes de este artista japonés. Ya fui a verla en abril, y flipé con su imaginación, sobre todo con los cortos que mostraros de KaiKai KiKi, que me hicieron volver a mi infancia de Mazinger Z y Candy-Candy... En especial el capítulo en el que uno de ellos (no recuerdo cual porque no hablo japonés) planta un mojón de colorines que sirve de abono a una planta de sandía gigante y las sandías que salen son cuadradas (toma ya, y que luego nos digan de comida modificada genéticamente) e inmensas. KaiKai KiKi las llevan a una fiesta y con una de esas sandías se le da de comer a todo el pueblo. También tiene un cuadro expuesto, que está compuesto de 7 lienzos inmensos unidos que representa un champiñón nuclear, pero de colorines. Una rallada porque no creo que una bomba nuclear sea como para pintarla de colorines, pero el cuadro tenía una especie de magentismo morboso en el que sabes que es algo horrible que se hayan lanzado bombas atómicas en la historia de la Humanidad, pero no puedes evitar el fijarte en los colores y las setillas venenosas que Murakami nos presenta.

Total, que salí de Midtown lista para coge el metro para Brooklyn y tener mi tarde de artisteo moderno. David me llama, que está 'esmayao y que en vez de quedar en la puerta del museo (te lo digo más que nada porque ya vas tarde y paso de esperarte plantao en la puerta, no me lo dijo con esas palabras, pero casi...), que le recoja en su oficina, en Dumbo. Reconozco que poseo poca relación espacio-temporal, pero no calculaba yo que los metros iban a andar un tanto descuajarringaos, y que el trayecto de 45 minutos me iba a tomar hora y media, y andaba con un mosqueo impresionante, porque casi siempre acabo perdiéndome cosas interesantes porque no sé como, pero siempre llego tarde. Lo cierto es que, en mi mosqueo, levanto la vista y veo un anuncio que no sé si es de coña o si va en serio. Básicamente el anuncio te promete que por un par de horas y con unas pastillitas puedes sacar a la estrella de rock que llevas dentro y ser Kanye West. Como podréis ver en la foto, de gordito, blanco y calvo, con estas pastillas te conviertes en estrella de la música, negro y atractivo. Vamos, que si ahora quiero ser Lola Flores o la Niña de los Peines por un rato, sólo tengo que buscar las pastillas apropiadas, tragármelas y listo... Cantante durante un rato y vuelta a la realidad en un par de horas. El anuncio no tiene desperdicio. Tiene incluso un teléfono y una web de contacto (www.bekanyenow.com), que, como curiosa que soy, pues allá que me meto y resulta que es... un anuncio genial del vodka Absolut.

Así que cuando llegué a por David ya íbamos casi sin tiempo de llegar al museo, por lo que decidimos que en vez de estresarnos y no llegar ni para el humo de las velas, nos sentamos en el bar que tiene debajo de su estudio a tomarnos unas cervecitas y resulta que coincidimos con un chico que era nuestro vecino de hace años, y que dejó el barrio y ya no supimos de él. Fue estupendo volver a encontrarte a un amigo, totalmente de casualidad, y es que si te pones a pensarlo, Nueva York es casi casi como un pueblo grande.

martes, julio 08, 2008

~Me estoy quitando... (otra vez)~

Y es lo que tienen las vacaciones, que te dedicas a paseartelo bien y fíjate, aquí estoy, piti en mano mientras escribo este post antes de acostarme, y eso que me había (medio)quitao hace un mes... Sí. Conozco de sobra los efectos nocivos del tabaco (mi madre me estaría majando a collejas ahora mismo. Ella es no fumadora), pero... ¿cómo evitar el placer de fumarte un piti mientras te tomas un Santa Cristina o una San Miguel, entre otros placeres mundanos?

Pues si no tenía ya bastante con los efectos sobre los pulmones, la circulación (arterial), la piel y la contaminación, entre otros... y ahora, si hasta hace 2 segundos era un quiero y no puedo, tengo una razón más poderosa aún... la economía. Si a mí no me convencía lo de defense de fumer (siempre queda más de guay en francés) en los baretos de Nueva York (en Brooklyn, algunos tugurios que frecuento se saltan la norma, o más bien en imperfecto, se la saltaban, porque de un tiempo a esta parte, con las multas que les cascan, ya no se atreven a echar la cortina al local y sacar tazas viejas de café con aguachirri a modo de ceniceros), lo que me ha acabado de convencer es la subida de precio del paquete de tabaco. La otra noche bajé a la bodega (aquí es como le llaman a la típica tienda de ultramarinos de barrio) de la esquina de mi casa para comprar un paquete de tabaco y cuando voy a pagar me clavan $9.50. Hagan los cálculos: casi 50 centavos (o medio dólar) por cigarrillo.

Lo digo porque estoy saboreando el último pitillo de ese paquete junto con una copita de un blanco bien frío antes de acostarme. Y probablemente mañana me despierte pensando... Hoy me estoy quitando... otra vez.

lunes, julio 07, 2008

~Lunes en 中文 se dice...~

Se acabaron las vacaciones y hoy he vuelto a mi rutina de sal de casa pitando con un café en el termo (Santa Cristina con hielo... jajaja... ¿qué os habíais creído? Me lo traigo pa Nueva York cada vez que voy para Málaga), que te vaya despertando mientras vas en metro para Manhattan escuchando musiquita en tu iPod... y si tienes suerte, te pillas un asiento y lees algo hasta que llegas a tu parada y vas escopetao al trabajo... Esta mañana tuve suerte: el G llegó antes que el F . Vale, a la mayoría de la peña aquí le ralla el G un montón, pero a mí me viene de perlas... no va nada lleno cuando me monto, así que siempre pillo asiento y me puedo tirar una buena media hora leyendo. El rollo vino luego cuando llegué a Court Square, que es la parada en la que tengo que hacer transbordo al E o al V... Mogollón de peña en hora punta intentado llegar a Manhattan a la vez para currar y todos espachurraos como sardinas en lata... pero, no vamos a quejarnos. Es lo que tiene la vida moderna... ¡Ay! Lo que echo de menos a mi 11 del Palo al centro...

Hoy decidí probar una de las múltiples ofertas que tiene esta ciudad para hacer cosas divertidas, y de paso aprender algo. No sé si conocéis lo que es Meetup... La comunidad más virtualmente real... Os explico, resulta que te gusta el encaje de bolillos (por poner) y toda la gente que te conoce piensa que estás como las maracas de Machín (o no lo piensan, pero no comprenden tus aficiones del todo) y encima no comparten tu pasión... y oye, a ti lo que te apetece es hacer encaje de bolillos... Así que te metes en Internet y vas a Meetup, pones lo que te interesa (encaje de bolillos, artes marciales, pastores alemanes, soldaditos de plomo de principios del siglo XX, cocina macrobiótica, conversación en kazastano o alemanes que echan de menos el Oktoberfest... no sé, las posibilidades son infinitas, claro, dependiendo de donde vivas), y tu código postal y te aparecen en pantalla los grupos que hay por tu zona que son afines a tu pasión por ... el fútbol o por aprender gramática eslava... Total, que hace un par de semanas conocí a Fong, el chico que organiza los Meetup de Mandarín (el idioma, no el flan) en Nueva York. Me lo presentó una amiga que tenemos en común, y nada, le dije que estaba interesada en refrescar mi mandarín (que realmente vive en el baúl de los recuerdos)... ¡y va y me contesta en español! Nos reímos un rato y le dije que sí, que me apuntaría a uno de los eventos que organiza: los Mandarin Mondays. El resto de la semana me lo pasaré practicando mi andalú.

Así que entro en su página de Meetup, y tiene muy buena pinta: en un restaurante chino en Midtown, el precio está muy bien y tienen happy hour... Encima tiene un programa bastante completo: nada, un poco de socialización (con copeteo y comida china... Arrgggg, la idea de una TsingTao fresquita después de una jornada de curre, promete) para calentar motores, hablar en mandarín, y luego o Karaoke o... ¡¡¡mahjong!!! Vale, hace siglos que no juego al mahjong y la última vez que jugué (con la tía abuela de una amiga) casi me dejo las cejas... pero tiene la misma emoción que echar un mentiroso con mis amigos en Coín (y ellos saben quiénes son...). No sabría cómo explicarlo: es como un juego de cartas, pero en vez de cartas tiene unas fichas parecidas a las del dominó que, en lugar de puntitos, tienen caracteres que representan a los Tres Dragones o las tres virtudes confucianas. A lo que íbamos, que a mí lo que me llamó la atención aparte de hablar chino y conocer gente, era (¿para qué vamos a engañarnos?) poder jugar al mahjong.

Llegué tardecillo, pasadas las 7 y allí me encontré con Fong, que me presentó a una chica de Shanghai muy linda, Minnie, que le ayuda a organizar los eventos. La gente estaba bastante animada, la mayoría ya casi terminando de cenar y de charla con sus cervecitas. Y nada, con mi bien merecida TsingTao, me di una vuelta por el local y empecé a charlar con gente. Me di cuenta de lo pegote que estoy en mandarín... Todo el mundo era muy agradable y cuando les dije que era sipanya ren uno de ellos me dijo algo en chino que lo único que entendí era Nadal ( y creo que ni eso, porque me quedé mirando al buen hombre con cara de póquer). Menos mal que luego me lo dijo en inglés, porque si no, ni jota... Nada, que enhorabuena, que Nadal había ganado Wimbledon, y que éste era el año de España... y yo, que sí, que qué emoción, que hemos ganado la Eurocopa y que no sé cómo se dice ni fútbol, ni Eurocopa en mandarín, pero bueno, que hemos ganado...



También me senté en la mesa de los principiantes (nivel ni hao, vamos, sí, que estoy de nivel primer episodio del my taylor is rich). Muy simpáticos todos: conocí a un chico japonés, unos cuantos americanos que están aprendiendo mandarín (y venían preparados con sus libros de texto y sus diccionarios... yo como pensaba que esto de aprender idiomas es como con las sevillanas en la feria, que cuantas más birras te tomes, mejor te salen, pues no venía nada preparada) y algunos chinos que charlaban con nosotros muy pacientemente.

Me quedé una horilla y pico. A las 8.30 tenían karaoke (en mandarín) en una sala del restaurante, pero visto que tengo el oído como un picaporte y que esta noche no había mahjong, pensé que igual sería mejor cogerse el F y terminar la última birra con David en Brooklyn. Ahora, para el próximo Mandarin Monday voy a tener que mejorar mi mandarín, mis canciones (¿existirá el flamequeo en mandarín?) y mis habilidades para jugar al mahjong.

domingo, julio 06, 2008

~Block party~

Pues en mi barrio sigue el cachondeo para celebrar del 4 de julio. Ayer los vecinos de la calle en la que solíamos vivir (a 2 manzanas de nuestro one bedroom, no nos fuimos muy lejos... y es que mi barrio, Carroll Gardens, está muy bien... No es que sea El Palo, pero a falta de pan, buenas son tortas...) tenían el block party para celebrar el 4 de julio con un día de retraso.

Como comenté anteriormente, me encantan las block parties, y es una tradición que parece que se estaba perdiendo, aunque hay gente que trata de mantenerlas (como mis vecinos, que en cuanto llega la primera fiesta de la primavera, Memorial Day, ya están sacando las barbacoas, las hamburguesas, las cervezas, las mesas y las sillas para echar la tarde en la calle, poniéndose al día con los vecinos y que marca el inicio del verano) o gente que lo tiene más organizado, como la peña de Block Party NYC. Así que cada puente del verano, tenemos una block party liada al lado de casa. Y vamos, que nos faltan tiempo y ganas de tirarnos a la calle...

Ayer amenazaba con tormenta, pero eso no le cortó el rollo a mis vecinos (muchos de ellos llevan generaciones en esa calle), que se sacaron unos toldos, por si acaso. Como siempre, mogollón de comida, la mayoría de origen italiano, ya que mi barrio era el lugar en el que aterrizaban los inmigrantes italianos a principios del siglo XX, aunque ahora se ha convertido en un barrio menos obrero y más yuppy, con famoseo incluido (lo cual da un poco por saco...). El carnicero del barrio, John, nos trajo unos chuletones y unas salchichas italianas de su carnicería, Esposito's (creo que el único sitio en el barrio en el que te hacen bocatas como Dios manda...), que los chicos se dedicaron a cocinar... y que estaban de escándalo...


Aquí tenéis a Rocco y Mike al frente de la barbacoa

Lo mejor de todo es poder echar un rato con gente a la que llevas tiempo sin ver, como a Joy y Al. Joy es la matriarca de la calle y hace un año que se mudó a New Jersey para poder estar con sus nietos (la última, Gabrielle, sólo tiene 3 meses y fue la reina de la fiesta ayer). Son momentos como éstos en los que te das cuenta de que el ritmo de vida aquí es bastante frenético, porque ¿cómo es posible que sólo nos veamos para las block parties si vivimos a 2 manzanas de esta calle?

La primera vez que llegué a Nueva York, me parecía muy fuerte que la gente no quedase como en Málaga... Oye, ¿te apetece una cervecita? Pues mira, vamos a echarla. Vale, te veo en las cuatro esquinas (un poner) en media hora... Aquí vamos (y me incluyo) con la agenda hasta los topes y quedar con alguien es casi como hacer oposiciones... ¿Sí?.. (imagínense conversación móvil estilo Sexo en Nueva York... pero sin Manolos)... ¿Quedamos?... Uy, la semana que viene no puedo... cita con la pedicura... no, el martes no me va bien tampoco... tengo un hueco el jueves entre el psicoanalista y la peluquera... ohhh.. ¿que tienes cita con tu personal trainer? Sí, claro, claro que lo entiendo, es que no salgo de la oficina hasta las 8 y tengo que ir a mi clase de yoga... ¿qué tienes una exposición de arte moerno? me encantaría, pero no puedo... y así quedas con tu amiga en 2 semanas en Grand Central como si fuese la escena final de Casablanca , porque vive en los suburbs y el tren para ir a su pueblo sale a las 7.45 y si se coge el siguiente llega a casa a las mil. Pero voy a dejar de filosofar, que me estoy yendo por la carretera de los montes y no hay panda de verdiales...

Carpe diem, disfruta del momento que tienes con los amigos, aunque sólo sea en las block parties del verano, que tampoco es mala manera de disfrutar, con mucha birrita fría y comida casera. Cómo no, llevamos la consabida tortilla-papas (unas pocas), que volaron en un periquete, y el famoso ajoblanco, con el que fliparon un poco porque era la primera vez que lo veían... What is this?... Ajoblanco... Almond milk?... Noooooooooo, esto no es comida hippy... es ajoblanco, típico de Málaga... Ohhh... so you are from Spain? (ésos eran los nuevos, porque los del barrio ya saben más que de sobra que soy de Málaga)... Sí, de Málaga, de El Palo... Por cierto, creo que para la próxima block party tengo que variar un poco el menú... ¿Boquerones en vinagre? ¿Los encontraré?

La fiesta duró hasta las 11 de la noche. No tuvimos flamenquito, tampoco es que a las hamburguesas les pegue mucho El Camarón... el motown le pega más, o cuando ves a la peña tarareando y bailando el It's my party, and I cry if I want to hasta que los largan a manguerazos porque ya va siendo hora de recogerse. Por algo sé que escogí este barrio para vivir en Nueva York.

viernes, julio 04, 2008

~Mixtos~

Es 4 de julio, y eso signfica que, aparte de que esta gente celebre su independencia de los ingleses, haya fuegos artificiales y BBQ... Me encantan las BBQs porque son la versión USA de mis moragas, pero en vez de en la playa, se hacen donde se puede: que tienes casa con jardín, pues barbacoa al canto y hala, a cocinar; que no tienes jardín, pero tienes azotea, pues mira, mejor todavía, porque aparte de ponerte púo de comer, encima ves los fuegos artificiales y mi favorita... ¡el block party! A ver como lo explico... es como si cogiésemos, ¿qué te digo yo?, el Carril de la Pimienta, lo cortásemos al tráfico, y todos los vecinos sacasen mesas, sillas, comida y cervecitas y se pusiesen allí a pasar la tarde... claro que aquí les falta er flamenquito... pero la música tampoco está mal.

A lo que íbamos, nos han invitado a una BBQ en la azotea de nuestra amiga Carolina en Williamsburg desde la que podemos ver los fuegos artificiales. Lo que hace esta BBQ interesante es que la gente que va a estar allí son todos mixed race, o mestizos. Entre mis amigos en este grupo los hay con mezclas tan interesantes como irlandés-coreano, ghanés-polaco, japonés-belga, negro-coreano, puertorriqueño-indio, peruano-alemán, cherokee-alemán-judío-negro... y todos con el denominador común de que alguna vez no encajaban en ninguna parte. Las conversaciones de este grupo son siempre interesantes y van desde aspectos culinarios, pasando por cine, política, a experiencias personales con familias que no entienden o que no pueden comunicarse con la otra mitad de la familia... Así que como os podeis imaginar, la comida era de lo más cosmopolita esta noche: kimchi, pinchitos, lo mein, ajoblanco (vamos, que la comida malagueña no iba a estar presente...), pasta, hamburguesas, potato salad (versión de nuestra ensaladilla rusa), kielbasa, tortilla de patatas... Estuvimos un buen rato con nuestros amigos, charlando de todo un poco y luego vimos los fuegos artificiales desde la azotea de Carolina... Lo que más me hizo gracia fue la bandera "americana" que tenía Carolina. Esta gente se habrá independizado de los ingleses, pero lo que es de las grandes corporaciones... no tanto.



No me queda más que recordar el estribillo de esa canción de Jarabe de Palo:

En lo puro no hay futuro
la pureza está en la mezcla
en la mezcla de lo puro
que antes que puro fue mezcla.
~Take Out~

Anoche fuimos al cine a ver una peli indie, de poco presupuesto, que se llama Take Out. La verdad es que al principio no estaba muy convencida de querer ver un día en la vida de un repartidor de tele-campero, versión china en Nueva York, pero David me dijo que había recibido muy buenas críticas (ha sido ganadora del premio del jurado del Festival de Nashville y la han seleccionado para otros festivales en Estados Unidos), y además, nunca está de más apoyar al arte independiente.

Rodada en vídeo digital, y en un estilo que casi parece un vídeo casero, Take Out nos muestra un día en la vida de Ming Ding, un inmigrante chino ilegal que se dedica a repartir comida china a domicilio (el famoso take out, que nos salva a más de uno la noche aquí en Nueva York). La peli empieza con un par de matones que van a buscar a Ming, ya que les debe dinero por haberlo traído ilegalmente a los Estados Unidos. En un apartmento en el que viven hacinados un montón de chinos, los dos matones le dicen a Ming que consiga los $800.00 esa misma noche para saldar los pagos en los que va atrasado o el tío al que le debe la pasta le aumentará la deuda, ya que esto de venir a los Estados Unidos es "un negocio y no una institución caritativa". Ming no sabe cómo va a conseguir el dinero en menos de 24 horas. Como él hay cientos de personas en esta ciudad, y consigue que una amiga que trabaja en una fábrica ilegal de confección le preste $500.00... pero todavía le faltan $300.00 y las propinas que puede llegar a conseguir en un día de reparto no llegan ni a $100.00. Cuando va a empezar su turno de repartos en un cuchitril en el Upper West Side de Manhattan, le cuenta sus penas a su compañero de reparto, Young, que le presta otros $150.00 y le dice que le dejará hacer sus repartos también para que pueda conseguir los $150.00 que le faltan.

Lo que en un principio parece que no puede resultar interesante, una hora y media de repartos a domicilio que no llegan ni a los 5 minutos de interacción, nos muestra un retrato increíble del tejido social de esta ciudad por medio de la relación entre este repartidor chino, que apenas habla inglés, y la gente a la que le reparte la comida: latinos de Washington Heights (para los que el restaurante tiene tostones), negros de los projects, artistas, estudiantes de Columbia y gente de alto poder adquisitivo del Upper West Side. Con momentos de humor, compañerismo y frustración, Ming pedalea bajo la lluvia para poder conseguir esas propinas que paguen su American Dream.

Me encantaría que esta película llegase al Festival de Cine de Málaga, ya que aunque no sea representante del cine español, nos presenta el fenómeno de la inmigración y de la lucha por la supervivencia, las ansias de mejorar y el proceso de adaptación de los seres humanos en un entorno que no es el suyo y que en más de una ocasión les es hostil. Y esto es un fenónemo que nos afecta a todos.

La próxima vez que decida escatimarle la propina al Ming, al Pedro o al Hassan de turno, voy a pensármelo dos veces.
~Jardines temáticos~

Y mira que llevo ya tiempo viviendo aquí, pero si hay algo que no deja de sorprenderme es el amor que tienen, al menos en el vecindario, en convertir jardines y ventanales en mini-parques temáticos, dependiendo de la festividad que se tercie... He visto mi barrio convertirse en un cementerio por Hallowen con sus fantasmas y sus brujas y con esqueletos convertidos en aldabas; también se ha llenado el barrio, por Thanksgiving, de pavos gigantes (iluminados por dentro, no pierda detalle) y colonos con cara de buenos, cuando en realidad le andaban haciendo la vida imposible a los indios; y en lugar del Almendro, los que vuelven por Navidad son el portal de Belén, sin Reyes, pero en su lugar está Papá Noel encorsetado en una bola de cristal con nieve de mentirijilla (¿qué hubiese pasado si en en su lugar estuviese la Bruja Avería, no era ella la de la Bola de Cristal?).

Así que por el 4 de julio, imaginaba que vería muchas banderitas americanas, pero lo que no me esperaba es encontrarme a la Estatua de la Libertad plantada junto al tiesto de geráneos de la tía Carmen... Para el día de Andalucía, pienso poner al Cenachero tomando el fresco en la escalera de incendios. Y que me digan algo.

jueves, julio 03, 2008

~Pelillos a la mar~

Comparto vida e hipoteca con David y con tres gatos: Sam, Dylan y The Dude, a los que adoptamos de Maine.

The Dude, al que llamamos así porque es la versión gatuna del mismo personaje en The Big Lebowski, es un gato con mucha pachorra, un tío tranquilo que se pasa el día tumbado, y se cree que es un perro en lugar de un gato. Vamos, un incomprendido.

Resulta que como tiene el pelo largo y aparte de incomprendido es hippy, pues tiene unos nudos de espanto. El marketing al público que tiene bichos en casa es bestial aquí, y le compramos peine de púas largas, cepillitos de púas finas, cepillitos de púas no tan finitas... para nada... así que viendo que al pobre la caló de NY con tanto pelo y con tanto nudo le iba a hacer pasar un verano un poquillo joío, decidimos pasar a la acción y llamar a uno de esos sitios en los que venden chucherías para gatos y trajecitos para perros y en los que te pelan al perro y te lo dejan niquelao... Primera llamada... Tengo un gato y tengo que pelarlo... ¿Qué tipo? ... Es de Maine, pelo largo... $100.00 ¿Quééé? Vamos, no me gasto yo ni $100.00 en pelarme yo, no lo va a costar más cara la pelu al gato que a mí, por muy Dude que sea.

Al final, después de llamar a unos cuantos locales, decidimos ir a uno medio cerca de casa (por ahorrarle a Dude el trauma de ir en metro), Perfect Paws, recomendado por nuestra amiga Karen y que al menos no cuesta $100.00. Les llamé por teléfono para concertar cita y les expliqué que a pesar de que Dude es un gato con mucha pachorra, cuando es la hora de ir al vetrinario y manosearlo se ataca de los nervios y se pone hecho una fiera. We are used to it, he will be OK, me dicen... Se ve que no le conocen.

Llegamos el sábado por la tarde, y le explicamos a Tom la situación... ¿Lo podéis anestesiar? Lo digo más que nada porque este gato es un histérico... Noooooo... La anestesia es una droga y sólo la suministran los veterinarios... Es que no lo vais a poder pelar... Bueno, bueno, no os preocupeis, dejadlo aquí y si no podemos pelarlo, os llamamos por teléfono en 20 minutos para que lo recojais... Dude nos mira con cara de os vais a'nterar... Vale... Le dejamos en el local con más juguetes que los que tienen los chiuauas de la Paris Hilton. Nos pegamos un paseo por Brooklyn Heights y encontramos un bar en el que decidimos tomarnos una cerveza mientras esperamos... 15 minutos... Esto tiene buena pinta, no nos han llamado. Igual, por algún misterio de la naturaleza, Dude ha decido que ya va siendo hora de deja de ser rasta y arreglarse la melena... 19 minutos... Riiinnnggg... Hello?... Yes... OK, we will be there... Dude se ha negado a cortarse la coleta y tenemos que ir a recogerlo.

Tom nos explica que Dude es un gato muy pacífico, pero que se ha puesto de los nervios y que era imposible pelarlo. La única opcion que nos ofrece es llamar a nuestro veterinario y pedirle una pastilla tipo Valium para el gato, dársela y volver a llevérselo medio colocao para que puedan pelarlo... Muy fuerte que le tengamos que dar al gato un Valium para poder pelarlo.

Como no nos queda otra, le compramos las pastillas al gato y nos dicen que se la tenemos que dar un par de horas antes de llevarlo, mejor aún, probad antes de llevarlo... Así que ayer, David y yo nos miramos... ¿y si se la damos como prueba y lo intentamos pelar nosotros? En aquel momento nos pareció una idea fantástica. Dude se toma la pastilla y se relaja un mooonnnttttón. Sacamos la rasuradora que tenemos en casa y empezamos a esquilarle los nudos... pero Dude se da cuenta y dos horas más tardes, mucho pelo por todo el apartmento y los otros dos gatos mirando al pobre Dude con cara de ¿y a ti qué te ha pasao? y sólo le hemos podido quitar unos pocos nudos. Así que ahora Dude tiene un pelao en la parte de atrás del lomo, que casi podría competir con algunos de los pelaos que he visto en esta Eurocopa... Por muy moderno que esté, no es un pelao digno, así que tendremos que volver a darle otra pastilla y llevárselo a Tom para que arregle el estropicio. Ahora sí que entiendo porqué la pelu del gato puede llegar a costar $100.00.

miércoles, julio 02, 2008

~Brooklyn con España~
Paseando ayer por Smith Street, vimos que el triunfo de la Eurocopa está presente en Brooklyn. ¿Competirá con las banderas del 4 de julio?

martes, julio 01, 2008

~Menú del día~

Echo de menos el menú del día que con tanta gracia te sirven en Málaga... En una ciudad en la que una ensalada con un poco de lechuga y tres verdurillas más, y que encima te la sirven en un envase de plástico, te cuesta, como mínimo, $6.95, un tarugo por 5 €, como que apetece... Paseando hoy por Chinatown, David me ha llevado a un localillo donde el menú costaba $3.50... arroz con 3 guarniciones a elegir. Vale, no es el viahe papas que te ofrecen en Málaga, y la vajilla de poliestireno deja bastante que desear pero aun así... No tiene desperdicio. Me he cargao un arroz con un viahe de soja, un viahe de gambas y un viahe de canne que quita er sentío... y por sólo $3.50...
~¡¡¡CAMPEONES!!!~

El domingo a eso de la 1 nos fuimos too nerviosos a Floyd a ver la final de la Eurocopa... ¡España-Alemania! Y nosotros que llevamos sin ganar 44 años... Qué nervios. Queríamos haber ido a La Nacional a ver el partido allí... ya que siempre vamos allí para comernos las uvas, los 31 de diciembre, a las 6 de la tarde, como que no pega ná y te corta el rollo del día, pero está fenomenal, porque Lolo nos pone la TVE y nos comemos las uvas con toa España. Bueno, a lo que iba, que me enrollo más que una persiana... Que el primer partido, el de España-Suecia lo vimos estupendamente en La Nacional, y claro, con ese ambientazo que hay, queríamos repetir la jugada con el partido España-Italia... tortal que nos fuimos el domingo 22 una hora antes del partido a pillar sitio... ¡¡y no se cabía!! No nos lo podíamos creer, así que nos cogimos nuestro F del alma y de vuelta pa Brooklyn a encontrar algún bar en que echasen el partido. Acabamos en el Angry Wade's pegando voces como descosíos en esa tanda de penaltis...

Total, que el jueves, antes de que empezase el partido de España-Rusia (que lo bordamos con esos 3 golazos...), llamé por teléfono a La Nacional para hacer una reserva por si ganábamos, pues para ver la final allí y si no ganábamos, para quitarnos las penas con unas cuantas tapas... y me dijeron que no podían hacer reserva... Una pena... así que decidimos quedarnos en el barrio y subir a Atlantic Avenue, mu poquito a poco y con una plasta de caló considerable, a ver la final con nuestras camisetas y nuestra bandera. Llegamos de los primeros, vamos, tan de los primeros que el bar no estaba ni abierto. Nos pillamos el sofá y allá que nos colocamos con nuestros amigos y una gente de Granada que estaba de visita por Nueva York a ver el partido. Fue un partidazo emocionante y estuvo interesante el salir a echar un piti en la calle con los que llevaban la camiseta de Alemania. Al final, ese 1-0, golazo de Torres, nos dio una final y la Eurocopa que nos merecíamos.