~Los hombres que no amaban a las mujeres~
El otro día, Ángel, el coordinador de esta aventura que es contar nuestras vivencias como malagueños en el exterior, nos envió un correo en el que nos preguntaba si podíamos escribir algo para el Día de Andalucía: qué echábamos de menos como andaluces, o nuestras primeras impresiones al vernos fuera de Andalucía... Me tiré un viaje de metro preparando un listado de las muchísimas cosas que echo de menos de nuestra Málaga la bombonera (probablemente un listado reiterativo, ya que la mayoría os conocéis de sobra muchas de las cosas que echo de menos) y estaba pensando como darle forma a un listado tan nostálgico y poco original.
No pensaba que el título de un bestseller sueco fuese el detonante de una experiencia como andaluza y os preguntaréis que qué tiene que ver la velocidad con el tocino porque, vamos, no hay nada más lejano que la misteriosa desaparición durante 40 años de una joven en el norte de Suecia y nuestra preciosa ciudad.
Resulta que una amiga nuestra me comentó que la Scandinavia House, el centro cultural escandinavo en Nueva York, mostraba el pre-estreno en Estados Unidos de la producción escandinava de The Girl With The Dragon Tattoo, la pelicula basada en la novela de Stieg Larsson, que es el título en inglés de Los hombres que no amaban a las mujeres.
Lo cierto es que este verano vi en el aeropuerto la portada oscura de uno de los libros de la trilogía de Larsson y me llamó la atención. Me gustó el diseño de la misma y el título picó mi curiosidad. Como siempre, las prisas y el exceso de equipaje (la versión española de estas novelas no son precisamente ediciones de bolsillo) hicieron que el ejemplar que me hubiese llevado, se quedase en la estantería de Barajas a la espera de otro lector.
Nada más llegar a Nueva York, busqué el libro por internet y vi que no hacía mucho que se había publicado la versión en inglés, titulada "The Girl with the Dragon Tattoo" (La chica con el tatuaje de dragón)... Uff, como señalaría Umberto Eco: traduttore, traditore (traductor, traidor), porque del título del original sueco "Män som hatar kvinno" (Los hombres que odian a las mujeres), al un poco más poético castellano "Los hombres que no amaban a las mujeres" (no me diréis que no hay un matiz y una diferencia abismal entre "odiar" y "no amar") a la versión anglosajona de "The Girl with the Dragon Tattoo" hay un camino.
Lo dicho, que me fui a Book Court, la librería de mi barrio, y me compré mi ejemplar de bolsillo de "The Girl with the Dragoon Tattoo". Durante 4 días, apenas dormí porque la novela, a pesar de lo enfermiza que es, me enganchó y no podía dejar de pasar páginas hasta altas horas de la madrugada por saber cómo se resuelve el misterio de la desaparición y posible asesinato de Harriet Vagner.
El segundo de la trilogia, The Girl Who Played With Fire, se acababa de publicar este verano pasado en Estados Unidos y mis amigos lo compraron, tras devorarse mi copia de la primera parte, así que me pasaron la segunda entrega de las aventuras de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist. Lo mismo, durante una semana y media no me relacioné con nadie. Ponía a la enana a dormir, cenaba y dejaba al pobre David delante del ordenador porque lo único que quería hacer era desvelar el misterio de Lisbeth.
Total, que el jueves quedé con una amiga para ir al pre-estreno de la película (que me comentan se estrenará en mayo). Llegamos a la Scandinavia House a eso de las 6, con una tormenta de nieve increíble. Nuestros amigos, los que tenían las entradas, aún no habían llegado, y el restaurante que hay a la entrada, Smörgås Chef, parecía estar lleno, así que nos pusimos a ver las chucherías escandinavas que vendían a la puerta: zuecos, mitones, dulces, objetos de decoración y admiramos el diseño limpio y minimalista (tengo que reconocer, un poco estilo Ikea, para mi gusto) de la entrada. Al rato llegaron nuestros amigos y como todavía nos quedaba algo de tiempo, conseguimos una mesa compartida en el restaurante (un poquillo menos minimalista que la entrada, con un árbol en medio del que colgaban jaulas con pájaros de mentira) y nos pedimos una botella de vino blanco.
Entramos en la sala a las 7 y nos presentaron al director de la pelicula, Niels Arden Oplev, un danés con un sentido del humor ácido que nos dio la bienvenida a ver una pelicula "nada familiar", según sus propias palabras. Nos avisó de que duraba 2 horas y media y, en broma, comentó que los títulos de crédito solo se habían superado (por largos) por The Lord of the Rings. Tras la película, habría una sesión de Q&A con el director.
No voy a reventar la película, pero para aquellos que hayan leído el libro y no la hayan visto, creo que le hace bastante justicia, a pesar de que añade algunas partes de la segunda entrega. Es bastante fiel al libro (a tener en cuenta que en inglés, la edición de bolsillo tiene 590 páginas) y creo que la han condensado muy bien en 2 horas y media, que no se hacen largas, si acaso sólo por la necesidad de ir al baño. Es muy explícita y algunas escenas son bastante fuertes, pero, claro, el libro y la temática que toca también lo son. Hay otras partes de la novela que se dejan en el tintero: algunos pensaban que la parte inicial de la novela podía haberse desarrollado más (la parte de la investigación de Blomvkist que le pone en el ojo del huracán), pero es cierto que entonces, hubiésemos tenido una película de las proporciones de Lo que el viento se llevó (al menos en duración).
El casting de los personajes es excelente: Noomi Rapace como Lisbeth Salander es totalmente creíble y tanto mis amigos como yo opinamos que era la persona que teníamos en mente. El actor que hace el papel de Mikael Blomvkist, Michael Nyqvist, al principio me lo imaginaba como un tipo más atractivo (creo que por los escarceos amorosos que tiene a lo largo de la novela), pero a medida que se desarrolla la película, te acaba resultando atractivo (aunque no tanto como para tener un lío con él, pero igual es porque no es mi estilo). Tengo que reconocer que al principio no me hacía al sueco (he de admitir que nunca he visto a Bergman, a pesar de que he aquilado la famosa Det sjunde inseglet, en Netflix, y al final la devolví tras tener el DVD 2 meses en casa), pero al final de la película es casi natural a la misma: con el paisaje, con la manera de sentir de los personajes, con lo que ha pasado. No sé, un crimen pasional à l'Almodóvar, no me lo imagino en sueco; sin embargo, la misteriosa desaparición y la trama retorcida de esta rica familia con multitud de secretos escondidos por varias generaciones le pega más el expresarse en un idioma escandinavo.
Lo que más me emocionó de la película (y de ahí que haya elegido esta experiencia como mi post sobre el día de Andalucía), es que al final del todo (como he dicho, no os voy a reventar la trama para aquéllos que no lo hayais leído o visto) aparece una escena de un telediario sueco en el que la reportera anuncia que se ha hallado muerto a uno de los personajes en un apartamento de Marbella y sale un plano del susodicho edificio... y ¡toma! Si ese edificio lo conozco ¡y no está en Marbella! ¡Si es el edificio marrón al lado de la La Malagueta! Y al final del todo, hay una escena de un lugar exótico... que no es otro que nuestro Paseo Marítimo.
No os podéis ni imaginar lo orgullosa que estaba de ver a nuestra Málaga en cine, aunque fuese camuflada como otro lugar. No podía esperar a que se terminasen los títulos de crédito, se encendiesen las luces y decirles a mi amigos que ¡ésa es Málaga! Y sin venir al caso, de repente, en una tarde nevada de febrero en Nueva York, en el pequeño auditorio de la Scandinavia House, creo que se pudo sentir ese orgullo andaluz llenar la sala. Mis amigos, que ninguno ha estado en Málaga, eran todo: "¡Ohhhh! ¡Qué bonito! Me encantaría ir."
Llegó la parte de preguntas del público, que Niels Arden Oplev contestó con mucha gracia y nos presentó al diseñador de producción,Niels Sejer, que estaba sentado entre el público. Tras la sesión de preguntas (la verdad es que el público, entre los que había varios periodistas, se volcó bastante), una pequeña recepción con vino y algunas cosillas de picar.
Uno de mis amigos se quedó entre los rezagados, charlando con el Sr. Oplev, así que aproveché para acercarme, pedirle si le importaba posar para la foto de rigor y preguntarle: "¿Qué tal le fue en Málaga? (Era lo mínimo que podía preguntarle. Me moría de curiosidad). Es que soy malagueña y he visto que había algunas escenas rodadas allí..." Me sonrió y me dijo: "Málaga fue estupenda. Rodamos todo en 2 días". Le pregunté que si ya habían estrenado la película en España y me comentó que sí y que, de hecho, España había sido el país de Europa en el que su película ha tenido mayor aceptación por parte del público, vendiendo más entradas que en los países escandinavos.
¿Quién hubiera dicho que Málaga saldría a relucir en Nueva York como final de una película sueca? No creo que haya estado más cerca de casa, a pesar de los kilómetros de distancia que nos separan. ¡Feliz Día de Andalucía!
Scandinavia House
58 Park Avenue
New York, NY 10016
Tel: (212)879-9779
El otro día, Ángel, el coordinador de esta aventura que es contar nuestras vivencias como malagueños en el exterior, nos envió un correo en el que nos preguntaba si podíamos escribir algo para el Día de Andalucía: qué echábamos de menos como andaluces, o nuestras primeras impresiones al vernos fuera de Andalucía... Me tiré un viaje de metro preparando un listado de las muchísimas cosas que echo de menos de nuestra Málaga la bombonera (probablemente un listado reiterativo, ya que la mayoría os conocéis de sobra muchas de las cosas que echo de menos) y estaba pensando como darle forma a un listado tan nostálgico y poco original.
No pensaba que el título de un bestseller sueco fuese el detonante de una experiencia como andaluza y os preguntaréis que qué tiene que ver la velocidad con el tocino porque, vamos, no hay nada más lejano que la misteriosa desaparición durante 40 años de una joven en el norte de Suecia y nuestra preciosa ciudad.
Resulta que una amiga nuestra me comentó que la Scandinavia House, el centro cultural escandinavo en Nueva York, mostraba el pre-estreno en Estados Unidos de la producción escandinava de The Girl With The Dragon Tattoo, la pelicula basada en la novela de Stieg Larsson, que es el título en inglés de Los hombres que no amaban a las mujeres.
Lo cierto es que este verano vi en el aeropuerto la portada oscura de uno de los libros de la trilogía de Larsson y me llamó la atención. Me gustó el diseño de la misma y el título picó mi curiosidad. Como siempre, las prisas y el exceso de equipaje (la versión española de estas novelas no son precisamente ediciones de bolsillo) hicieron que el ejemplar que me hubiese llevado, se quedase en la estantería de Barajas a la espera de otro lector.
Nada más llegar a Nueva York, busqué el libro por internet y vi que no hacía mucho que se había publicado la versión en inglés, titulada "The Girl with the Dragon Tattoo" (La chica con el tatuaje de dragón)... Uff, como señalaría Umberto Eco: traduttore, traditore (traductor, traidor), porque del título del original sueco "Män som hatar kvinno" (Los hombres que odian a las mujeres), al un poco más poético castellano "Los hombres que no amaban a las mujeres" (no me diréis que no hay un matiz y una diferencia abismal entre "odiar" y "no amar") a la versión anglosajona de "The Girl with the Dragon Tattoo" hay un camino.
Lo dicho, que me fui a Book Court, la librería de mi barrio, y me compré mi ejemplar de bolsillo de "The Girl with the Dragoon Tattoo". Durante 4 días, apenas dormí porque la novela, a pesar de lo enfermiza que es, me enganchó y no podía dejar de pasar páginas hasta altas horas de la madrugada por saber cómo se resuelve el misterio de la desaparición y posible asesinato de Harriet Vagner.
El segundo de la trilogia, The Girl Who Played With Fire, se acababa de publicar este verano pasado en Estados Unidos y mis amigos lo compraron, tras devorarse mi copia de la primera parte, así que me pasaron la segunda entrega de las aventuras de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist. Lo mismo, durante una semana y media no me relacioné con nadie. Ponía a la enana a dormir, cenaba y dejaba al pobre David delante del ordenador porque lo único que quería hacer era desvelar el misterio de Lisbeth.
Total, que el jueves quedé con una amiga para ir al pre-estreno de la película (que me comentan se estrenará en mayo). Llegamos a la Scandinavia House a eso de las 6, con una tormenta de nieve increíble. Nuestros amigos, los que tenían las entradas, aún no habían llegado, y el restaurante que hay a la entrada, Smörgås Chef, parecía estar lleno, así que nos pusimos a ver las chucherías escandinavas que vendían a la puerta: zuecos, mitones, dulces, objetos de decoración y admiramos el diseño limpio y minimalista (tengo que reconocer, un poco estilo Ikea, para mi gusto) de la entrada. Al rato llegaron nuestros amigos y como todavía nos quedaba algo de tiempo, conseguimos una mesa compartida en el restaurante (un poquillo menos minimalista que la entrada, con un árbol en medio del que colgaban jaulas con pájaros de mentira) y nos pedimos una botella de vino blanco.
Entramos en la sala a las 7 y nos presentaron al director de la pelicula, Niels Arden Oplev, un danés con un sentido del humor ácido que nos dio la bienvenida a ver una pelicula "nada familiar", según sus propias palabras. Nos avisó de que duraba 2 horas y media y, en broma, comentó que los títulos de crédito solo se habían superado (por largos) por The Lord of the Rings. Tras la película, habría una sesión de Q&A con el director.
No voy a reventar la película, pero para aquellos que hayan leído el libro y no la hayan visto, creo que le hace bastante justicia, a pesar de que añade algunas partes de la segunda entrega. Es bastante fiel al libro (a tener en cuenta que en inglés, la edición de bolsillo tiene 590 páginas) y creo que la han condensado muy bien en 2 horas y media, que no se hacen largas, si acaso sólo por la necesidad de ir al baño. Es muy explícita y algunas escenas son bastante fuertes, pero, claro, el libro y la temática que toca también lo son. Hay otras partes de la novela que se dejan en el tintero: algunos pensaban que la parte inicial de la novela podía haberse desarrollado más (la parte de la investigación de Blomvkist que le pone en el ojo del huracán), pero es cierto que entonces, hubiésemos tenido una película de las proporciones de Lo que el viento se llevó (al menos en duración).
El casting de los personajes es excelente: Noomi Rapace como Lisbeth Salander es totalmente creíble y tanto mis amigos como yo opinamos que era la persona que teníamos en mente. El actor que hace el papel de Mikael Blomvkist, Michael Nyqvist, al principio me lo imaginaba como un tipo más atractivo (creo que por los escarceos amorosos que tiene a lo largo de la novela), pero a medida que se desarrolla la película, te acaba resultando atractivo (aunque no tanto como para tener un lío con él, pero igual es porque no es mi estilo). Tengo que reconocer que al principio no me hacía al sueco (he de admitir que nunca he visto a Bergman, a pesar de que he aquilado la famosa Det sjunde inseglet, en Netflix, y al final la devolví tras tener el DVD 2 meses en casa), pero al final de la película es casi natural a la misma: con el paisaje, con la manera de sentir de los personajes, con lo que ha pasado. No sé, un crimen pasional à l'Almodóvar, no me lo imagino en sueco; sin embargo, la misteriosa desaparición y la trama retorcida de esta rica familia con multitud de secretos escondidos por varias generaciones le pega más el expresarse en un idioma escandinavo.
Lo que más me emocionó de la película (y de ahí que haya elegido esta experiencia como mi post sobre el día de Andalucía), es que al final del todo (como he dicho, no os voy a reventar la trama para aquéllos que no lo hayais leído o visto) aparece una escena de un telediario sueco en el que la reportera anuncia que se ha hallado muerto a uno de los personajes en un apartamento de Marbella y sale un plano del susodicho edificio... y ¡toma! Si ese edificio lo conozco ¡y no está en Marbella! ¡Si es el edificio marrón al lado de la La Malagueta! Y al final del todo, hay una escena de un lugar exótico... que no es otro que nuestro Paseo Marítimo.
No os podéis ni imaginar lo orgullosa que estaba de ver a nuestra Málaga en cine, aunque fuese camuflada como otro lugar. No podía esperar a que se terminasen los títulos de crédito, se encendiesen las luces y decirles a mi amigos que ¡ésa es Málaga! Y sin venir al caso, de repente, en una tarde nevada de febrero en Nueva York, en el pequeño auditorio de la Scandinavia House, creo que se pudo sentir ese orgullo andaluz llenar la sala. Mis amigos, que ninguno ha estado en Málaga, eran todo: "¡Ohhhh! ¡Qué bonito! Me encantaría ir."
Llegó la parte de preguntas del público, que Niels Arden Oplev contestó con mucha gracia y nos presentó al diseñador de producción,Niels Sejer, que estaba sentado entre el público. Tras la sesión de preguntas (la verdad es que el público, entre los que había varios periodistas, se volcó bastante), una pequeña recepción con vino y algunas cosillas de picar.
Uno de mis amigos se quedó entre los rezagados, charlando con el Sr. Oplev, así que aproveché para acercarme, pedirle si le importaba posar para la foto de rigor y preguntarle: "¿Qué tal le fue en Málaga? (Era lo mínimo que podía preguntarle. Me moría de curiosidad). Es que soy malagueña y he visto que había algunas escenas rodadas allí..." Me sonrió y me dijo: "Málaga fue estupenda. Rodamos todo en 2 días". Le pregunté que si ya habían estrenado la película en España y me comentó que sí y que, de hecho, España había sido el país de Europa en el que su película ha tenido mayor aceptación por parte del público, vendiendo más entradas que en los países escandinavos.
¿Quién hubiera dicho que Málaga saldría a relucir en Nueva York como final de una película sueca? No creo que haya estado más cerca de casa, a pesar de los kilómetros de distancia que nos separan. ¡Feliz Día de Andalucía!
Scandinavia House
58 Park Avenue
New York, NY 10016
Tel: (212)879-9779