~¡Málaga!~
¡Qué ganas! Dentro de unas horas nos cogemos un avión y nos vamos a pasar dos semanas en mi Málaga querida, a presentarle nuestra tierra a la brooklynera más malagueña de todas, y si no, ahí va prueba del regalo que le mandó mi hermana, para que le queden claras sus raíces boqueronas.
Así que aquí me tenéis, a las tantas de la mañana, con la casa patas arriba, poniendo lavadoras (mis amigas con niños ya me avisaron de lo que manchan, pero tanto...), preparando la casa porque se queda nuestro amigo Andrea cuidando de los gatos, y la maleta a medio hacer. Vamos, como buena practicante del arte del procrastinar, en vez de dedicarme a hacer lo que tengo que hacer, que sería acostarme para poder levantarme temprano mañana y terminar lo que tengo pendiente, me dedico a escribir un rato mientras Dylan maúlla esperando que deje de mirar la pantalla del ordenador y le haga un poco de caso ya que no está acostumbrado a verme despierta a estas horas si no estoy con la enana.
Así que vamos a disfrutar David, Alaia y yo de unos díitas de familia, amigos, solecito y comida de la güena y hasta si me apuras, intento escribir sobre cómo veo a mi Málaga, que hace más de un año que no voy y aún no he visitado el Centro de Arte Contemporáneo. Pero si no escribo durante estas dos semanas, ya sabéis que he cambiado Brooklyn por El Palo. Sé que se me van a pasar volando estas dos semanas y cuando vuelva casi casi se me acaba la baja, así que hay que disfrutarlas al máximo.
Y ahora a la cama, que son más de las 4 de la mañana y me espera un día bastante largo por delante.
¡Qué ganas! Dentro de unas horas nos cogemos un avión y nos vamos a pasar dos semanas en mi Málaga querida, a presentarle nuestra tierra a la brooklynera más malagueña de todas, y si no, ahí va prueba del regalo que le mandó mi hermana, para que le queden claras sus raíces boqueronas.
Así que aquí me tenéis, a las tantas de la mañana, con la casa patas arriba, poniendo lavadoras (mis amigas con niños ya me avisaron de lo que manchan, pero tanto...), preparando la casa porque se queda nuestro amigo Andrea cuidando de los gatos, y la maleta a medio hacer. Vamos, como buena practicante del arte del procrastinar, en vez de dedicarme a hacer lo que tengo que hacer, que sería acostarme para poder levantarme temprano mañana y terminar lo que tengo pendiente, me dedico a escribir un rato mientras Dylan maúlla esperando que deje de mirar la pantalla del ordenador y le haga un poco de caso ya que no está acostumbrado a verme despierta a estas horas si no estoy con la enana.
Así que vamos a disfrutar David, Alaia y yo de unos díitas de familia, amigos, solecito y comida de la güena y hasta si me apuras, intento escribir sobre cómo veo a mi Málaga, que hace más de un año que no voy y aún no he visitado el Centro de Arte Contemporáneo. Pero si no escribo durante estas dos semanas, ya sabéis que he cambiado Brooklyn por El Palo. Sé que se me van a pasar volando estas dos semanas y cuando vuelva casi casi se me acaba la baja, así que hay que disfrutarlas al máximo.
Y ahora a la cama, que son más de las 4 de la mañana y me espera un día bastante largo por delante.