Vaya con la caló en NY

viernes, diciembre 26, 2008

~El último complemento para tus mascotas~

Si hay algo que me sorprende en Nueva York es ver a niños ya talluditos en cochecito. Sé que no debo juzgar (y menos porque dentro de poco nos tocará a nosotros), pero me da la sensación de que en Málaga los niños corren y se mueven más que los niños de aquí. Igual es por el ritmo de vida tan vertiginoso que uno lleva aquí que es mejor empaquetar al niño en el cochecito para que te dé tiempo de hacer los 25 mandaos que tienes que hacer, o igual es la alimentación de aquí, que los niños parecen más grandes de la edad que tienen en realidad. Vamos, que nuestro ColaCao de toda la vida no tiene tanto poderío como la alimentación americana.

Esta perorata sobre los cochecitos viene a cuento tras lo que vimos David y yo en Miami, y que nos dejó a cuadros. Un tarde que estábamos tomando una cerveza en Licoln Road, llegó una familia a la misma terraza con el perro... ¡montado en un cochecito! David y yo nos quedamos flipados. No he visto en mi vida un perro en cochecito. Si yo pensaba que lo ideal para los perros es que anduviesen, ¿no? Total, que David y yo pensamos que era una familia un poco excéntrica y sacamos una foto que pensamos sería divertida para el blog. Nos terminamos la cervecita y decidimos dar una vuelta por Lincoln Road y para nuestro asombro vemos cochecito tras cochecito con perros, cenando junto a sus dueños. Esa tarde vimos al menos otros 3 cochecitos con perro incluído y al día siguiente vimos otros pocos. Igual es lo que se lleva en Lincoln Road, el ir a tomar algo con el perro civilizadamente empaquetado en su cochecito.

Puedo entender (aunque al principio también me sorprendía) que vistan a los perros en invierno (aquí en Nueva York, ves a algunos perros en invierno con jersey de lana y hasta botines... lo de los botines me parecía muy fuerte hasta que me explicaron que con la nieve, el hielo y la sal que ponen en las aceras para que la nieve no se congele, le salen heridas en las almohadillas a los perros (vamos, los sabañones que tenemos los humanos), por lo que hay gente que opta por ponerles botines a sus perros). Lo que me cuesta más trabajo entender es la industria de lujo en torno a los mejores amigos del hombre: joyas para mascotas, trajecitos de diseño (por cierto, algunos más monos y con mucho mejor corte que lo que yo me pudiese comprar para mí), y ya para colmo, lo de los carritos...

Nada, ahí van las fotos que sacamos en Miami.



jueves, diciembre 25, 2008

~Feliz Navidad desde Brooklyn~

Y ya casi sin darnos cuenta, estamos casi al final de otro año. La Nochebuena la pasamos tranquila, en casa, nada extraordinario. Otros años hemos tenido gente en casa o nos hemos ido a casas de amigos para celebrar la Nochebuena o la Navidad, según como terciase, pero este año se nos ha echado el tiempo encima y como al final tanto David como yo curramos ayer, acabamos pidiendo take out de un tailandés del barrio y viendo pelis con mi primo hasta las tantas.

La verdad es que echo de menos las cenas de Nochebuena en casa: mi padre poniendo los últimos toques al belén; villancicos en el tocadiscos (especialmente el disco ése de Navidad de los Boney M... ahora que lo pienso, vaya plan el que teníamos en casa); mi madre que siempre andaba preparando la cena con todos nosotros (unos pelando patatas, otros pelando gambas, otros poniendo la mesa) y, como siempre, sin bulla, para el horror de mi padre, para el que la cena de Nochebuena era sagrada, y que había años en la que como íbamos con tanto retraso, la teníamos que engullir de prisa y corriendo para poder llegar a tiempo a la misa del gallo en el Corpus, nuestra parroquia de toda la vida, para volver a casa tras la misa del gallo a terminar la cena con el cava, los turrones y los polvorones.

Las cosas han cambiado bastante. Hace varios años que no he podido volver a casa por Navidad, como el turrón El Almendro, y mi padre ya no está con nosotros, poniéndose todo nervioso porque no llegamos a tiempo a ninguna parte. Me imagino que desde donde estés, papá, seguirás pensando que no hemos cambiado: la cena se hace tarde, no llegamos a tiempo...

Y a pesar de que mi padre no era de los de Papá Noël, y de que los regalos siempre nos llegaban para Reyes (con el consabido "es que nos vamos a poder disfrutar de los regalos..."), este año me han llegado un par de regalos para Navidad que me gustaría compartir con vosotr@s:

El primero, es que este pequeño espacio que utilizo para compartir
anecdotillas y observaciones sobre mi nuevo hogar, tan lejos de Málaga, ha sido seleccionado finalista de la Primera edición de los Premios SUR. Como comenté cuando se eligió como candidato, las gracias os las tengo que dar a tod@s vosotr@s por hacer este espacio ameno y dinámico con vuestros comentarios y darme la oportunidad de compartir mi día a día en Nueva York con vosotr@s, mientras hacéis que Málaga no se me quede tan lejos.

Otro de mis regalos de Navidad es el poder trabajar en un proyecto muy interesante con David. Estamos dando los primeros pasos en la creación de un documental, del que ya os contaré más en cuanto esté un poco más cuajada la cosa. Es la primera vez que trabajo en cine y la verdad es que estoy aprendiendo un montón. Veremos a ver cómo compaginamos la vida en común con la visión artística... David con su lado creativo y yo con mi lado práctico. Creo que va a ser una experiencia muy interesante para los dos y me muero de ganas de que vaya tomando forma para poder compartirlo con vosotr@s.

Y por último, mi mejor regalo de Navidad para este año es que, si todo va bien, éstas van a ser las últimas Navidades que David y yo las pasemos en plan tranquilo (es la sensación que me da). Para abril tendremos a un nuevo miembro de la familia, una enana que está ya encargada. Dicen que una criatura te cambia la vida totalmente, y espero que nuestra niña se adapte con facilidad a las locuras varias de sus padres. Es cierto que te cambia todo, sin apenas tú quererlo: esta criatura es la que hace que haya días en los que me sienta como el muñeco Michelin y la que me ha cortado un poco el rollo estos 5 últimos meses, tanto para lo bueno (una lleva sin fumar 5 meses, así que os podéis imaginar el pastizal que me estoy ahorrando), como para lo no tan bueno (¡tengo mono de sushi y de tomarme un cosmo, para que veais lo que son las cosas!). Será interesante ver cómo nos las ingeniamos con la niña (y seguro que me vais a oir decir más de una vez: "es que en Málaga hacíamos tal", "en Málaga esto no se hace así" o "es que en Málaga seguro que es más fácil hacer cual"). Ya os contaré los resultados.

Pues con todos estos regalazos (no sabía yo que me hubiese portando tan bien este año), desearos lo mejor estas Navidades y que el 2009 venga lleno de salud, dinero y amor.

domingo, diciembre 21, 2008

~¡Feliz Hanukkah!~

Esta noche cuando se ponga el sol, será la primera noche de Hanukkah. Es una fiesta judía que dura 8 noches, que empieza el día 25 del mes de Kislev, y en la que se celebra la derrota de los helenos por los macabeos. Cada noche se enciende una vela en un candelabro especial, de nueve brazos, un tipo de menorah, llamada hanukiah y que recuerda como, milagrosamente, a pesar de que sólo había aceite para iluminar el templo una noche, el aceite ardió durante 8 noches.

Aparte de la hanukiah, se juega con el dreidel, que es una especie de peonza, pero cuadrada y que cada lado tiene una letra del alfabeto judío: נ (Nun), ג (Gimel), ה (Hei), ש (Shin), que son las siglas de "נס גדול היה שם" (Nes Gadol Haya Sham – "un gran milagro sucedió aquí". Esta fecha del año me recuerda a los cuentos del escritor Isaac Bashevis Singer que leía de pequeñita.

Los platos típicos de Hanukkah son los latkes, que son como una especie de tortitas hechas a base de patatas y cebolla y que se comen con compota de manzana y sour cream y las sufganiot, que son como unos donuts rellenos de mermelada.

Para celebrarlo, esta noche vendrán a casa algunos amigos, encenderemos la primera vela y probablemente preparemos latkes para cenar.


Una hanukiah y un dreidel hechos con conchas en Lincoln Road, Miami.


El artista que los hizo, Roger Abramson.


La hanukiah con la primera vela encendida.


Friendo latkes.


¡Listos para comer!
~La pensión de Norman Bates... o cómo no organizarse un viaje~

Pues sí, la causa de la falta de conexión a mis queridos lectores ha sido un viaje para disfrutar de un par de dias de tranquilidad, solecito y calorcito en South Beach. Llegamos el jueves 11 de diciembre por la noche y disfrutamos de unos días de playa (más bien un día porque estuvo bastante nublado) y de pasearnos en chanclas sin hacer nada. Un lujo para el mes de diciembre.

Bueno, lo de este viaje ha sido un poco una ida de olla, ya que nos hacía falta desconectar un poco del estrés (David) y del frío (yo) de Nueva York. Total, que buscando por internet, nos encontramos un paquete de vuelo y hotel por $300.00 por barba 5 días en Miami. Buscamos el vuelo sólo y casi nos salía más caro, así que decidimos cogernos el paquete completo. David ya había estado en Miami por trabajo varias veces y a mí, con tal de salir del frío de NY, me da igual a donde me lleven. El hotel tenía que ser barato por narices, pero como ponía que estaba en South Beach, la zona donde está la vidilla de Miami (es lo que me han dicho.. igual Antonio, que vive allí, nos lo puede confirmar, aunque por lo que pude ver la primera noche, es como si nos estuviésemos quedando en el Times Square de Miami, donde está el turisteo, y eso no es lo mismo que conocer el Miami de verdad, pero bueno, como la intención era salir de Nueva York y que nos diese un poco el solecito, esto nos viene muy bien), pues pensamos que no podía estar demasiado mal. Además una servidora ha dormido en albergues juveniles, así que un hotel cutrecillo tampoco me iba a asustar.

Para no variar, tanto David y yo vamos con retraso a todas partes, y el día del viaje no iba a ser la excepción que confirma la regla. Nuestro vuelo salía de JFK a las 2.55pm, por lo cual teníamos que estar en el aeropuerto a la 1.55pm a más tardar. Plan en el mundo ideal: las maletas las tienes hechas la noche anterior, mañana relajada en casa, nos cogemos el metro a las 1 o así, y llegamos tan contentos con ganas de vacaciones. La realidad, muy distinta (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), como los dos hemos estado súper liados toda la semana, pues no hay nada de ropa limpia que llevarnos, así que Carola se levanta a hacer una colada, pero con las bullas, mete ropa de más, y casi se nos inunda la cocina, inundación que conseguimos evitar en el último minuto, y para colmo la ropa no está seca (es lavadora-secadora, sencilla y natural a la par que elegante y sofisticada, propia para espacios reducidos como los son los apartamentos en NY), y para colmo es la 1.15pm… David ya se desespera y está a punto de cancelar viaje. Yo estoy de los nervios y es que la maleta sin hacer, nuestro vuelo sale en menos de 2 horas y se tarda al menos 40 minutos (en taxi) al aeropuerto. Para colmo, una con estos pelos, y sin ropa que llevarse para 5 días porque no hay manera de secar la colada. Total que colgamos la ropa mojada en el tenderete que tenemos en casa con una toalla debajo para que no gotease demasiado, bajo la mirada atenta de nuestros tres gatos que lo están flipando y probablemte riéndose de este par de humanos; metemos en la maleta lo que pillamos que pensamos que nos podría servir para el tiempo de Miami; les dijimos hasta luego a los gatos (que para entonces han pasado de reirse de nosotros a estar mosqueados porque los dejamos colgados con los vecinos) y salimos pitando en un taxi camino del aeropuerto. Cuando llegamos al aeropuerto, ya habían cerrado el vuelo, pero no sé cómo, nos dejaron entrar junto a otras 3 personas que iban rezagadas como nosotros. Las miradas asesinas de algunos pasajeros eran como para pensarte dos veces si quieres llegar tarde a algún sitio otra vez. De todos modos, nos tuvieron en pista como una media hora más por culpa del tráfico aéreo de JFK... y en eso nosotros no tuvimos nada que ver.

Cuando llegamos a Miami, ya era de noche, nos pillamos un taxi (que nos salía más barato que pillarnos el shuttle bus, increíble, ¿no?) para que nos llevase al hotel. Cuando llegamos al hotel, una recepcionista un poco sosa nos pidió nuestra documentación y nos dio la llave de la habitación. Nos montamos en el ascensor que tenía un charco en el suelo y la última revisión caducada de hace más de un año. Buen comienzo. Nuestra habitación estaba al final del pasillo y tenía delante un contenedor gigantesco. Bueno, tiene el encanto de lo casposillo, me dije para mis adentros. David, más acostumbrado a viajes pagados por la empresa (antes de tener la suya propia…), tenía los ojos como platos y la hipocondria se convirtió en paranoia cuando abrimos la puerta de la habitación que, primero no era de las de tarjeta, si no que era una llave de las de toda la vida y vemos que la parte de la cerradura está hecha polvo, como si le hubiesen pegado una patada para tirarla abajo. Vamos, que era como la pensión del Día de la Bestia, pero en Miami y sin Santiago Segura.

La habitación no tenía desperdicio. El hotel era tan cutre que en el espejo del baño había una pegatina de una casa de subastas de objetos de hostelería. Vamos, que cuando un hotel o un restaurante se viene abajo subastan todo lo que tienen y los de este hotel ni siquiera se habían molestado en quitar la pegatina bien. El teléfono parece ser que tenía el mismo origen porque era de un Marriot y tenía un número de habitación diferente a la que nos habían asignado. Y ya de neverita de minibar olvídate... por lo menos tenía tele, un par de camas, un par de lámparas y un par de cuadros. Al menos tenía pinta de estar medio limpia, aunque fuese un poquillo oscura.

Dejamos la maleta en el hotel (y David todo agobiado a ver si íbamos a tener maleta a la vuelta, y yo le recordé que la maleta estaba medio vacía (o medio llena, según el punto de vista del observador) debido al fallo de cálculo de tiempo de la colada, así que tampoco se llevarían tanto) y salimos a cenar algo a Lincoln Road, que creo que es como el centro de South Beach, y del que colgaré fotos.

Al día siguiente nos cambiamos de hotel, primero porque estaba bastante lejos de donde estaba toda la vidilla (y no teníamos ganas de alquilar coche) y segundo porque creo que a David le estaba entrando la depre en ese antro. Cuando decidimos dejar el hotel, la recepcionista nos miró con cara de asombro y nos preguntó el motivo... igual no se había dado cuenta de que los únicos incautos que pernoctaban en su local eran personas que se compraban el paquete de vuelo con hotel súper tirado, como la familia de alemanes que entraron la misma noche que nosotros.


Vista de la habitación. Un poquillo oscura.


Sistema de seguridad ideado por David. Me recuerda a la escena de cuando entran en la casa de The Big Lebowski, una vez que el pobre Dude pone la silla y la clava contra el suelo y resulta que la puerta se abre del revés.


El teléfono rescatado de otro hotel.

sábado, diciembre 20, 2008

~Blanca (y fría) Navidad~

Pues ya de vuelta de las mini vacaciones de Miami (prometo ponerme las pilas y contarme algo), me encuentro con la cruda realidad... Un frío que te mueres y el anuncio por los medios de comunicación para que nos preparemos para una tormenta de nieve de agárrate y no te menees para el viernes. El viernes me levanto para ir a currar y nada, todo despejado y va una y se cree que estos americanos son unos exageraos y unos histéricos, porque ya ha pasado alguna vez que el/la meteréologo/a de turno da la falsa alarma y luego tampoco es para tanto. Pero no, esta vez la que fue de confiada fui yo, porque a eso de las 10 de la mañana empezó a nevar de una manera exagerada y al rato paso de nieve a una mezcla de nieve y granizo, así que nos ves a todos a la salida del trabajo andando como los muñecos Michelin, envueltos en plumones, bufandas, gorras y guantes, intentando ir al siguiente sitio que esté calentito sin caernos.

Esta mañana (estamos a 4°C bajo cero, pero weather.com indica que it feels like 11°C bajo cero) mi barrio ha amanecido todo nevado y he sacado algunas fotillos desde mi casa, porque aquí la menda piensa quedarse en casa con un Cola Cao calentito viendo pelis con David y con los gatos.


The Dude viendo la nieve desde la ventana.


Vistas del patio de mi casa.

jueves, diciembre 11, 2008

~Adornos navideños~

Dentro de un par de horas David y yo nos escapamos del frío de Nueva York aunque ayer no hacía nada de frío, comparados con los 15°C bajo cero que tuvimos el otro día (es la ventolera la responsable de esas temperaturas inhumanas), por lo que hoy tengamos sólo 3°C hace que nos sintamos en primavera. Aunque en comparación de los 29°C que hace en Miami... Ya os contaré como lo veo y a ver si tengo acceso a internet para colgar fotos. Nos vamos a pasar un fin de semana largo, que a David le hace falta salir de Nueva York, y a mí me hace falta la vitamina D que te da el solecito.

Como he visto que otros malagueños que andan desperdigados por el mundo como yo, han colgado fotos de los adornos navideños de los sitios en los que están, pues no podíamos ser menos aquí... ya sabemos que la envidia, aunque sea sana, no es nada buena. Algunos se quejan de que otras ciudades no están tan bonitas con la decoración navideña como lo están las calles de nuestra Málaga por estas fechas. A mí me parece que nuestra ciudad (y no es por que sea de donde viene una...) tiene (o tenía, porque hace varios años que no puedo volver a casa por Navidad como El Almendro) la cantidad justa de adornos. Ni calvo ni con tres pelucas, como hacen aquí, que se pasa el día de Halloween y ya tienen al Papá Noël colgao en la ventana...

Aproveché la otra tarde para pasar desapercibida entre (y medio aplastada por) los turistas que le sacaban fotos a todo lo que tuviese luces y nada, ahí van unas pocas fotos de Nueva York en Navidades, lo bonito... y lo que me hace gracia. Aquí todavía no ha nevado por lo que las fotos no son tipo blanca Navidad, pero creo que os gustarán. ¡Qué las disfrutéis!


La zona de Rockefeller Center


El famoso árbol de Rockefeller Center con la gente patinando.



Escaparates de Sacks en la 5 Avenida.



Hasta los japoneses de la pastelería Minamoto Kichoan, le dan su toque minimalista y nipón a los adornos navideños.


Árboles iluminados en la Tercera Avenida.


El mejor regalo para el carnívoro de la familia, Smith and Wollensky, con lacito y todo.


El mítico Waldorf Astoria en Park Avenue.

Y ahora, los que tienen más gracia... las decoraciones navideñas de la gente de mi barrio:



Este vecino tiene a Snoopy que le ayuda con la cuenta atrás.


Papá Noël se desespera con Mickey Mouse.


La familia de los muñecos de nieve os desea feliz navidad.

sábado, diciembre 06, 2008

~Tardes de cine~

El sábado pasado, aprovechando el puente de Thanksgiving y que hacía frío en la calle, nos quedamos en casa perreando. Una se da cuenta de que se está haciendo mayor cuando un sábado por la noche, en vez de tirarse a la calle como las locas (y no hace tanto tiempo de aquello), le apetece más quedarse en casa, con un vasito de buen vino (o un ColaCao calentito, según como nos pille el cuerpo), tumbarse en el sofá y ponerse una peli. Y si encima hace frío fuera, apaga y vámonos, no necesitas más excusa para quedarte en casa.

Aquí, en la tierra de take out, te lo ponen muy fácil, sobre todo a la hora de tener películas en casa. Al igual que otra mucha gente, usamos Netflix, que es como un vídeo-club, pero por Internet. Pues nada, te apuntas por Internet, das una tarjeta de crédito o una cuenta bancaria a la que te puedan domicilar las cuotas mensuales, y te apuntas al plan que más te convenga, desde los que ven pocas pelis y se apuntan a 1 solo DVD por vez, hasta los cinéfilos (y que tienen tiempo), que pueden tener 8 películas en casa a la vez. Cada plan tiene una cuota mensual que varía dependiendo de la cantidad de DVDs que tengas cada vez. Nosotros, por ejemplo, estamos en un mivel intermedio, 3 DVDs cada vez y nos sale por unos $18.00 al mes.

Una vez que te apuntas, eliges entre todos los DVDs que tienen y te haces tu listado, que puedes actualizar en cualquier momento. Ellos te mandan por correo la cantidad de DVDs a la que te hayas subscrito y cuando terminas de ver tu DVD, lo metes en un sobre con el franqueo pagado, lo echas en el buzón y una vez que lo reciban, te mandan el siguiente del listado. Y no suelen tardar mucho, unos 2 ó 3 días desde que mandas un DVD y te llega el nuevo. ¡Más fácil y más cómodo, imposible!

Lo bueno que tiene este sistema es que no tienes que pagar multas si tardas en devolver las películas; es más, te interesa mandarlas pronto, porque ellos te cobran la cuota mensual, independientemente de que hayas visto un solo DVD al mes o hayas visto 500. La selección es muy amplia, con un montón de películas extranjeras y hasta puedes tener tu comunidad de amigos de Netflix, en la que ves las pelis que ven tus amigos y compartes críticas y recomendaciones. Lo único que no me gusta es la falta de improvisación. Pon que te apetece ver una película en concreto el domingo por la noche, pero no la habías puesto en tu listado, así que te tienes que esperar a mandar una y que te la manden. Probablemente para cuando te la manden, ya no te apetezca verla.

El sábado pasado teníamos en casa un DVD del documental de Ken Burns sobre la guerra civil americana y una película del año 66, en blanco y negro, La batalla de Argel, que, por desgracia, nos hizo pensar que después de tantos años, todavía nos seguimos matando unos a otros, como en el caso de los atentados en Bombay de la semana pasada.

No pretendo hacer crítica de cine (para eso, ya hay muchos blogs que hablan mucho y muy bien sobre el séptimo arte) ni de política internacional, pero sí comentaros que esta película me causó bastante impacto. Rodada en blanco y negro, en árabe y en francés, y dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo, La batalla de Argel, narra con un estilo duro y realista, como los argelinos empiezan a organizar atentados terroristas en 1954 para conseguir la independencia de Argelia del gobierno francés, y como el gobierno francés actúa contra los argelinos del FLN (Front de Libération Nationale). Son bastante duras tanto las escenas de la frialdad con que preparan los atentados con bombas en lugares públicos de Argel, matando e hiriendo a cientos de inocentes, como lo son las de tortura por parte de las autoridades francesa, que hicieron que esta película estuviese prohibida en Francia durante 5 años. Hace unos años, se volvió a mostrar en cines y se emitió un DVD dentro de la colección Criterion, que añade varios documentales sobre la película y comentarios de los directores Spike Lee, Mira Nair, Julian Schnabel, Steven Soderbergh y Oliver Stone sobre la influencia, el estilo y la importancia de esta película para el cine posterior. Recomendada para los que les guste el cine.

viernes, diciembre 05, 2008

~Foto en el New York Times~

¡A David le publicaron ayer su primera foto en el New York Times! Aprovechando la temporada navideña, en varias de las secciones del Times te venden ideas para regalos de todo tipo: para los que lo tienen todo; para los que no tienen mucha pasta; para los estilosos; para los viajeros; para los caseros... y entre los regalos que han elegido los redactores de este periódico hay una bandeja acrílica diseñada por Dabney Lee, una chica a la que David le sacó todas las fotos para su web de cositas para la casa.

La verdad es que me ha hecho mucha ilusión ver una foto suya en un periódico del calibre del Times y tenía ganas de compartirlo con vosotros. Si queréis ver más fotos de David, aquí tenéis el enlace de su blog personal de fotografía, , el de su productora, Blue Barn Pictures, y el del blog de la productora, The Barn . A ver si se me pega algo...