~El último complemento para tus mascotas~
Si hay algo que me sorprende en Nueva York es ver a niños ya talluditos en cochecito. Sé que no debo juzgar (y menos porque dentro de poco nos tocará a nosotros), pero me da la sensación de que en Málaga los niños corren y se mueven más que los niños de aquí. Igual es por el ritmo de vida tan vertiginoso que uno lleva aquí que es mejor empaquetar al niño en el cochecito para que te dé tiempo de hacer los 25 mandaos que tienes que hacer, o igual es la alimentación de aquí, que los niños parecen más grandes de la edad que tienen en realidad. Vamos, que nuestro ColaCao de toda la vida no tiene tanto poderío como la alimentación americana.
Esta perorata sobre los cochecitos viene a cuento tras lo que vimos David y yo en Miami, y que nos dejó a cuadros. Un tarde que estábamos tomando una cerveza en Licoln Road, llegó una familia a la misma terraza con el perro... ¡montado en un cochecito! David y yo nos quedamos flipados. No he visto en mi vida un perro en cochecito. Si yo pensaba que lo ideal para los perros es que anduviesen, ¿no? Total, que David y yo pensamos que era una familia un poco excéntrica y sacamos una foto que pensamos sería divertida para el blog. Nos terminamos la cervecita y decidimos dar una vuelta por Lincoln Road y para nuestro asombro vemos cochecito tras cochecito con perros, cenando junto a sus dueños. Esa tarde vimos al menos otros 3 cochecitos con perro incluído y al día siguiente vimos otros pocos. Igual es lo que se lleva en Lincoln Road, el ir a tomar algo con el perro civilizadamente empaquetado en su cochecito.
Puedo entender (aunque al principio también me sorprendía) que vistan a los perros en invierno (aquí en Nueva York, ves a algunos perros en invierno con jersey de lana y hasta botines... lo de los botines me parecía muy fuerte hasta que me explicaron que con la nieve, el hielo y la sal que ponen en las aceras para que la nieve no se congele, le salen heridas en las almohadillas a los perros (vamos, los sabañones que tenemos los humanos), por lo que hay gente que opta por ponerles botines a sus perros). Lo que me cuesta más trabajo entender es la industria de lujo en torno a los mejores amigos del hombre: joyas para mascotas, trajecitos de diseño (por cierto, algunos más monos y con mucho mejor corte que lo que yo me pudiese comprar para mí), y ya para colmo, lo de los carritos...
Nada, ahí van las fotos que sacamos en Miami.
Si hay algo que me sorprende en Nueva York es ver a niños ya talluditos en cochecito. Sé que no debo juzgar (y menos porque dentro de poco nos tocará a nosotros), pero me da la sensación de que en Málaga los niños corren y se mueven más que los niños de aquí. Igual es por el ritmo de vida tan vertiginoso que uno lleva aquí que es mejor empaquetar al niño en el cochecito para que te dé tiempo de hacer los 25 mandaos que tienes que hacer, o igual es la alimentación de aquí, que los niños parecen más grandes de la edad que tienen en realidad. Vamos, que nuestro ColaCao de toda la vida no tiene tanto poderío como la alimentación americana.
Esta perorata sobre los cochecitos viene a cuento tras lo que vimos David y yo en Miami, y que nos dejó a cuadros. Un tarde que estábamos tomando una cerveza en Licoln Road, llegó una familia a la misma terraza con el perro... ¡montado en un cochecito! David y yo nos quedamos flipados. No he visto en mi vida un perro en cochecito. Si yo pensaba que lo ideal para los perros es que anduviesen, ¿no? Total, que David y yo pensamos que era una familia un poco excéntrica y sacamos una foto que pensamos sería divertida para el blog. Nos terminamos la cervecita y decidimos dar una vuelta por Lincoln Road y para nuestro asombro vemos cochecito tras cochecito con perros, cenando junto a sus dueños. Esa tarde vimos al menos otros 3 cochecitos con perro incluído y al día siguiente vimos otros pocos. Igual es lo que se lleva en Lincoln Road, el ir a tomar algo con el perro civilizadamente empaquetado en su cochecito.
Puedo entender (aunque al principio también me sorprendía) que vistan a los perros en invierno (aquí en Nueva York, ves a algunos perros en invierno con jersey de lana y hasta botines... lo de los botines me parecía muy fuerte hasta que me explicaron que con la nieve, el hielo y la sal que ponen en las aceras para que la nieve no se congele, le salen heridas en las almohadillas a los perros (vamos, los sabañones que tenemos los humanos), por lo que hay gente que opta por ponerles botines a sus perros). Lo que me cuesta más trabajo entender es la industria de lujo en torno a los mejores amigos del hombre: joyas para mascotas, trajecitos de diseño (por cierto, algunos más monos y con mucho mejor corte que lo que yo me pudiese comprar para mí), y ya para colmo, lo de los carritos...
Nada, ahí van las fotos que sacamos en Miami.