~CAM~
Ayer tarde creo que hice uno de mis sueños realidad, el poder tener dinero suficiente para poder comprar arte. La primera parte del sueño (la de tener pasta), no es que sea del todo cierta, pero bueno, acallé las voces sensatas del Pepito Grillo interno que tenemos todos que me decía: "Vamos a tener una niña y no podemos permitirnoslo" cuando David me dijo que un artista, que ya empieza a ser conocido, nos había invitado a su estudio para que viesemos sus cuadros, y a ver si nos gustaba algo...
Creo que este amor por el arte viene en parte por mi vocación frustrada de artista (ya que una no puede pintar bien, al menos puede apreciarlo) y en parte por el amor que mis padres tienen, en especial mi padre, al arte y a la literatura. Todavía recuerdo el día en que mi padre nos anunció que en vez de comprar un vídeo, se iba a comprar una enciclopedia de historia del arte de no sé cuántos mil tomos con unas fotografías alucinantes, ante la protesta de toda la chiquillería de la casa (especialmente la mía), con argumentos del tipo: "es que así grabamos nuestros programas mientras tú ves el fútbol" o el más que manío "es que todos mis amigos lo tienen". A lo que mi padre nos espetó sin inmutarse, el ya más que conocido "cuando seas padre, comerás huevo; mientras tanto, chúpate el dedo". Y como no, la enciclopedia llegó a casa y papá se sentó todo emocionado a verla y a ver si nos convencía a sentarnos con él a ver un libro "con dibujos". O los cuadros y los retratos que tenemos colgados en casa, de su amigo, el pintor Dámaso Ruano, o ese cuadro abstracto que para nosotros era como el lomo de una vaca, pero que era obra de un conocido artista chino. Y bueno, aunque una luche contra ello, lo que se mama en casa, se pega y aparece por alguna parte (y en eso te dejas la pasta hablando con un psicoanalista, al menos en esta ciudad).
A lo que íbamos, que ayer, David, como buen artista, con ese ojo que tiene (y no lo digo porque el fotográfo sea mi chico, pero joé es que tiene buen ojo para lo que hace), me dice, como quien no quiere la cosa, "venga, vamos a ver los cuadros de este chico, que te van a encantar...". Claro, y una piensa, bueno, y de paso, sacamos un poco de pasta, de la que no andamos muy sobrados, por si acaso... ¡Error! La voz de la sensatez te indica que esto es una trampa y que vas a caer como mosca a un panal de rica de miel, y lo sabes, y aún así, te dices... "bueno, por mirar, además, como seguro que no nos lo podemos permitir, pues sólo miramos y ya está". Además, así apoyamos a otro artista y es local, lo de siempre, argumentos que no hacen falta, porque ya estás más que convencida.
Total, que con un frío de morirse, salimos de casa y nos pillamos el F para ir a estudio de CAM, el pseudónimo de Craig Anthony Miller, en Dumbo. El F, que no funciona bien y tenemos que hacer transbordo en Hoyt-Schemerhorn con el G. Esto se está complicando mucho, ¿será una señal del destino? Bueno, pillamos el F bien, tras cogernos el G y cambiarnos de andén, y llegamos a Dumbo. Nos metemos en el edificio donde curra David, ya que por lo que tengo entendido, CAM tiene su estudio allí. Subimos en un montacargas a la sexta planta y tras perderno por un laberinto de paredes blanqueadas tipo loft, pero bastante oscuras (te crees tú que los pasillos de los lofts que con los que a una se le cae la baba cuando los ve en las revistas de decoración, son tan luminosos como lo que sale en dichas revistas), llegamos al estudio 606, que está cerrado con un candado. David, ¿estás seguro de que éste es el estudio del hombre este? ¿O es que además de pintor el hombre es Houdini en sus ratos libres? Total que llamamos al buen hombre y resulta, cómo no, que andamos en el edificio equivocado. Bajamos en el montacargas y salimos de nuevo a las calles empedradas de Dumbo, con un frío de morirse, a buscar 135 Plymouth Street.
Llegamos enseguida a un edificio industrial, de ladrillo, y tocamos al timbre que ponía 606. Un zumbido nos deja entrar en un portal oscuro con un ascensor de principios del siglo XX, muy guapo, pero que no funciona. ¿Que tengo que subir cuántos pisos? Sí, es en el sexto, pero como los americanos consideran el bajo como el primero, sólo son cinco pisos los que hay que subir, me digo a mí misma, mientras la enana parece que le encanta que la suban por estas escaleras y pega patadas de contento (asumo) y una resopla y piensa, mañana voy fijo al gimnasio, o a clase de yoga o a jugar a los bolos, y qué empinadas que son estas escaleras. Por Dios, ni en mi tiempos de fumadora se me daba tan mal subir escaleras...¡Lo que hace una por amor al arte! Y por ahora, los descansillos de la escalera no tienen muy buena pinta. No se oye ni un alma, y a través del grafitti que hay en las ventanas puedes ver trocitos del puente de Manhattan bajo el cielo de Brooklyn. Por un momento me imagino, mientras tomo aire en el rellano de la planta cuarta, que estoy viviendo el Nueva York artístico de los años 80, que voy a ver el estudio y la obra de un futuro artista que igual va a revolucionar el mundo del arte, y que bien merece la subida de tantos pisos, aunque una esté de 6 meses, y el paseo por sitios que el lado izquierdo de la mente te indica, con lógica cartesiana, que tal vez éste no sea el mejor lugar para estar y el derecho te lo muestra como algo artístico y lleno de posibilidades.
Llegamos a la sexta planta y pegamos en la puerta del 606. No nos contestan. del fondo del pasillo sale un chico con gafas de sol y al vernos en la puerta del 606, nos dice: "¿Sois los que venís a ver a CAM? La puerta está por aquí", y nos indica otro lado oscuro del pasillo. Gracias. Vamos hacia donde está la puerta (resulta que el chico con gafas, que se llama Tron, comparte estudio con CAM y había salido a echarse un cigarrito). Entramos en el estudio, que es amplio, con cuadros y pintura por todas partes, olor a incienso, y música de fondo que va de Nina Simone a hip-hop. David abraza a CAM y nos presenta y CAM nos presenta a sus amigos: Tron, el chico que había salido a por el cigarrito; One9, otro artista con quien comparte estudio; y otro artista más que no recuerdo muy bien su nombre.
CAM nos muestra sus cuadros, y me quedo alucinada. No voy a pretender que soy crítica de arte, ya quisiera yo saber más de arte, sólo comentar mis observaciones y lo mucho que me gustó su trabajo. Mucho colorido y a través de algunas de sus obras más antiguas se ve una evolución de unas líneas más depuradas, con mucha influencia del diseño gráfico (CAM tiene un BFA en diseño gráfico de St. John's University) y que en cierto modo, te hacen pensar en vidrieras de una catedral moderna y con un toque de tatuaje étnico, a las obras más recientes en las que sigue patente el uso del color, pero en las que es más abstracto, las líneas no están tan marcadas y los colores no están encerrados dentro de esas líneas. Muy interesante su uso de multi-media, su toque urbano y multi-cultural en su obra más reciente. Últimamente ha trabajado en 2 murales, uno en la pared del restaurante mexicano Pedro's y otro en el restaurante ReBar.
CAM ha expuesto su obra en Nueva York, en Londres y en Dubai y va a tener otra exposicón dentro de poco en Londres (David, te paso la información de la galería en cuanto lo sepa, porque sus cuadros realmente merecen la pena verse). Y ahí van las fotos, que no sé si realmente hacen justicia a sus cuadros, pero al menos os podéis hacer una idea.
David viendo varios cuadros.
Al final, caímos como chinches... y es que no lo pude evitar, teniendo en cuenta que me gustaron casi todos: los de la serie "Libation Head", la serie de pájaros o las máscaras de Ganesha. Menos mal que no nos quedamos mucho tiempo, que si no, me emociono y empeño hasta las muelas del juicio por comprarle el estudio entero. Al final tras tirarnos un rato decidiendo, acabamos comprando uno de sus cuadros más recientes, una imagen de Ganesha.
David con CAM y el cuadro que acabamos eligiendo.
Ayer tarde creo que hice uno de mis sueños realidad, el poder tener dinero suficiente para poder comprar arte. La primera parte del sueño (la de tener pasta), no es que sea del todo cierta, pero bueno, acallé las voces sensatas del Pepito Grillo interno que tenemos todos que me decía: "Vamos a tener una niña y no podemos permitirnoslo" cuando David me dijo que un artista, que ya empieza a ser conocido, nos había invitado a su estudio para que viesemos sus cuadros, y a ver si nos gustaba algo...
Creo que este amor por el arte viene en parte por mi vocación frustrada de artista (ya que una no puede pintar bien, al menos puede apreciarlo) y en parte por el amor que mis padres tienen, en especial mi padre, al arte y a la literatura. Todavía recuerdo el día en que mi padre nos anunció que en vez de comprar un vídeo, se iba a comprar una enciclopedia de historia del arte de no sé cuántos mil tomos con unas fotografías alucinantes, ante la protesta de toda la chiquillería de la casa (especialmente la mía), con argumentos del tipo: "es que así grabamos nuestros programas mientras tú ves el fútbol" o el más que manío "es que todos mis amigos lo tienen". A lo que mi padre nos espetó sin inmutarse, el ya más que conocido "cuando seas padre, comerás huevo; mientras tanto, chúpate el dedo". Y como no, la enciclopedia llegó a casa y papá se sentó todo emocionado a verla y a ver si nos convencía a sentarnos con él a ver un libro "con dibujos". O los cuadros y los retratos que tenemos colgados en casa, de su amigo, el pintor Dámaso Ruano, o ese cuadro abstracto que para nosotros era como el lomo de una vaca, pero que era obra de un conocido artista chino. Y bueno, aunque una luche contra ello, lo que se mama en casa, se pega y aparece por alguna parte (y en eso te dejas la pasta hablando con un psicoanalista, al menos en esta ciudad).
A lo que íbamos, que ayer, David, como buen artista, con ese ojo que tiene (y no lo digo porque el fotográfo sea mi chico, pero joé es que tiene buen ojo para lo que hace), me dice, como quien no quiere la cosa, "venga, vamos a ver los cuadros de este chico, que te van a encantar...". Claro, y una piensa, bueno, y de paso, sacamos un poco de pasta, de la que no andamos muy sobrados, por si acaso... ¡Error! La voz de la sensatez te indica que esto es una trampa y que vas a caer como mosca a un panal de rica de miel, y lo sabes, y aún así, te dices... "bueno, por mirar, además, como seguro que no nos lo podemos permitir, pues sólo miramos y ya está". Además, así apoyamos a otro artista y es local, lo de siempre, argumentos que no hacen falta, porque ya estás más que convencida.
Total, que con un frío de morirse, salimos de casa y nos pillamos el F para ir a estudio de CAM, el pseudónimo de Craig Anthony Miller, en Dumbo. El F, que no funciona bien y tenemos que hacer transbordo en Hoyt-Schemerhorn con el G. Esto se está complicando mucho, ¿será una señal del destino? Bueno, pillamos el F bien, tras cogernos el G y cambiarnos de andén, y llegamos a Dumbo. Nos metemos en el edificio donde curra David, ya que por lo que tengo entendido, CAM tiene su estudio allí. Subimos en un montacargas a la sexta planta y tras perderno por un laberinto de paredes blanqueadas tipo loft, pero bastante oscuras (te crees tú que los pasillos de los lofts que con los que a una se le cae la baba cuando los ve en las revistas de decoración, son tan luminosos como lo que sale en dichas revistas), llegamos al estudio 606, que está cerrado con un candado. David, ¿estás seguro de que éste es el estudio del hombre este? ¿O es que además de pintor el hombre es Houdini en sus ratos libres? Total que llamamos al buen hombre y resulta, cómo no, que andamos en el edificio equivocado. Bajamos en el montacargas y salimos de nuevo a las calles empedradas de Dumbo, con un frío de morirse, a buscar 135 Plymouth Street.
Llegamos enseguida a un edificio industrial, de ladrillo, y tocamos al timbre que ponía 606. Un zumbido nos deja entrar en un portal oscuro con un ascensor de principios del siglo XX, muy guapo, pero que no funciona. ¿Que tengo que subir cuántos pisos? Sí, es en el sexto, pero como los americanos consideran el bajo como el primero, sólo son cinco pisos los que hay que subir, me digo a mí misma, mientras la enana parece que le encanta que la suban por estas escaleras y pega patadas de contento (asumo) y una resopla y piensa, mañana voy fijo al gimnasio, o a clase de yoga o a jugar a los bolos, y qué empinadas que son estas escaleras. Por Dios, ni en mi tiempos de fumadora se me daba tan mal subir escaleras...¡Lo que hace una por amor al arte! Y por ahora, los descansillos de la escalera no tienen muy buena pinta. No se oye ni un alma, y a través del grafitti que hay en las ventanas puedes ver trocitos del puente de Manhattan bajo el cielo de Brooklyn. Por un momento me imagino, mientras tomo aire en el rellano de la planta cuarta, que estoy viviendo el Nueva York artístico de los años 80, que voy a ver el estudio y la obra de un futuro artista que igual va a revolucionar el mundo del arte, y que bien merece la subida de tantos pisos, aunque una esté de 6 meses, y el paseo por sitios que el lado izquierdo de la mente te indica, con lógica cartesiana, que tal vez éste no sea el mejor lugar para estar y el derecho te lo muestra como algo artístico y lleno de posibilidades.
Llegamos a la sexta planta y pegamos en la puerta del 606. No nos contestan. del fondo del pasillo sale un chico con gafas de sol y al vernos en la puerta del 606, nos dice: "¿Sois los que venís a ver a CAM? La puerta está por aquí", y nos indica otro lado oscuro del pasillo. Gracias. Vamos hacia donde está la puerta (resulta que el chico con gafas, que se llama Tron, comparte estudio con CAM y había salido a echarse un cigarrito). Entramos en el estudio, que es amplio, con cuadros y pintura por todas partes, olor a incienso, y música de fondo que va de Nina Simone a hip-hop. David abraza a CAM y nos presenta y CAM nos presenta a sus amigos: Tron, el chico que había salido a por el cigarrito; One9, otro artista con quien comparte estudio; y otro artista más que no recuerdo muy bien su nombre.
CAM nos muestra sus cuadros, y me quedo alucinada. No voy a pretender que soy crítica de arte, ya quisiera yo saber más de arte, sólo comentar mis observaciones y lo mucho que me gustó su trabajo. Mucho colorido y a través de algunas de sus obras más antiguas se ve una evolución de unas líneas más depuradas, con mucha influencia del diseño gráfico (CAM tiene un BFA en diseño gráfico de St. John's University) y que en cierto modo, te hacen pensar en vidrieras de una catedral moderna y con un toque de tatuaje étnico, a las obras más recientes en las que sigue patente el uso del color, pero en las que es más abstracto, las líneas no están tan marcadas y los colores no están encerrados dentro de esas líneas. Muy interesante su uso de multi-media, su toque urbano y multi-cultural en su obra más reciente. Últimamente ha trabajado en 2 murales, uno en la pared del restaurante mexicano Pedro's y otro en el restaurante ReBar.
CAM ha expuesto su obra en Nueva York, en Londres y en Dubai y va a tener otra exposicón dentro de poco en Londres (David, te paso la información de la galería en cuanto lo sepa, porque sus cuadros realmente merecen la pena verse). Y ahí van las fotos, que no sé si realmente hacen justicia a sus cuadros, pero al menos os podéis hacer una idea.
David viendo varios cuadros.
Al final, caímos como chinches... y es que no lo pude evitar, teniendo en cuenta que me gustaron casi todos: los de la serie "Libation Head", la serie de pájaros o las máscaras de Ganesha. Menos mal que no nos quedamos mucho tiempo, que si no, me emociono y empeño hasta las muelas del juicio por comprarle el estudio entero. Al final tras tirarnos un rato decidiendo, acabamos comprando uno de sus cuadros más recientes, una imagen de Ganesha.
David con CAM y el cuadro que acabamos eligiendo.