David estaba más malo que un perrillo chico, así que le pedí a Ivy que me escribiese resfriado en chino y me dirigí a la farmacia más cercana para ver si podía conseguirle unas pastillas. No fue demasiado fácil, pero al final conseguí unas pastillas que veremos a ver si funcionan. Luego le compré unos cuantos jiaozi y una sopa para llevar en el puestecillo detrás de casa de mi hermana. Olvídate de los tupperwares, la mujer te pone la sopa en una bolsa de plástico, le hace un nudo y listo.
Depués Nieves y yo nos fuimos al puestecillo, nos cargamos unos cuantos jiaozi y nos montamos en un taxi para ir a recoger a Yves. De su zona, Guandanamo, como él la llama, nos fuimos para el mercado de Panjiayuan, el mercado de antigüedades. Es un mercado inmenso, la mayor parte al aire libre. Llegamos como a la 1 y había un bullicio de gente vendiendo, regateando y comprando. Yves, Nieves y yo empezamos con mi sesión de shopping (claro, con eso de que ellos dos viven aquí...). Encontré cuadros preciosos, hablamos y regateamos con pintores. Me hice el sello con mi nombre, con un señor mayor digno de que le fotografiasen. Leones chinos, cámaras de fotos, cuentas de jade, pulseras, teteras, marionetas de cuero, zapatitos de tela y platería se mezclan bajo el bullicio de voces que tratan de ponerse de acuerdo en un precio. Anduvimos por ahí un par de horillas y decidimos ir a comer a un restaurante de jiajia mien, unos fideos típicos del norte y que, según Nieves, este es el mejor sitio de Beijing. Cuando llegamos nos encontramos con que el sitio estaba cerrado por reformas, así que nos tuvimos que ir con la música a otra parte. Encontramos un restaurante y allá que nos metimos. Una sopita y unos jiajiamien y ya estábamos listos para ir a ver el Tiantan Gongyuan , los jardines del Templo del Cielo. Terminamos de comer y nos fuimos a darnos un paseo por las diferentes partes del jardín en los que había gente pasando el domingo por la tarde jugando a las cartas, cantando, paseando o jugando a un juego en el que le dan patadas a una especie de pelotita con plumas. Este jardín tiene la parte norte de forma semicircular, ya que representa el cielo, y la parte sur está construida en linea recta, representando la tierra. Los jardines son preciosos y, a pesar de que no pudimos entrar en los templos, ya que era tarde, se ve que eran construciones imponentes.
Después de nuestro paseo por Tiantan Gongyuan, nos fuimos a la zona de Guomao a tomarnos un café. Entramos en un centro comercial, al lado del Kerry Mall, con tiendas de alto nivel: Louis Vuitton, Cartier, Dior, estaban todas bajo el mismo techo. Acabamos en un Starbucks, (¿quién lo diría?) a tomarnos el café. Es el único local que he visto hasta ahora en el que no dejan fumar. Después de reponer fuerzas con un cappuccino al más puro estilo americano, nos cogimos otro taxi y nos fuimos a un restaurante de comida taiwanesa, el Bellagio. Por lo que nos cuenta Nieves, la peculiaridad de este restaurante es que sólo tiene camareras y éstas tienen que tener el pelo corto. Comentan las malas lenguas que las camareras son lesbianas. Por lo demás es un sitio genial, vivo, abierto hasta tarde y es el restaurante al que va la gente hype de Beijing. Ivy nos estaba esperando y Jane, una amiga alemana que se está quedando en el piso de Nieves también, vino un poquillo más tarde. Ivy pidió varios platos con Gotan Project como música de fondo. La comida estaba buenísima: pollo con guindilla, fideos, una carne de ternera deliciosa, y por un momento era como si estuviese viviendo una escena de Sex and the City, pero en Beijing, con Ivy, Jane y Nieves hablando de chicos, de los grupos que tocan en D-22, y disfrutando de la vida. Jane, Ivy, Nieves y yo volvimos a casa con un dabao, o el famoso doggy bag americano para que David pudiese comer algo.